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3.3. ÁFRICA

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Las influencias que recibe el continente africano impiden hallar cualquier tipo de unidad en sus métodos dirimentes de conflictos: en sentido vertical se dibujan tres franjas muy distintas, comenzando por los países árabes ribereños con el Mediterráneo, seguidos a continuación por los países subsaharianos y centroafricanos pertenecientes al Pacto de Lomé, donde abunda las religiones animistas, para terminar con los países del sur, entre los que destaca Suráfrica. Pero en sentido horizontal podríamos hablar de dos mitades casi idénticas, producto de la carrera colonial de Francia y Reino Unido en el siglo XIX: a occidente, los países de habla oficial francesa, y a oriente, los de lengua oficial francesa, naturalmente con alguna dislocación. Las lenguas europeas, la cultura europea, y probablemente también, los modelos europeos, son quizá los aglutinantes más poderosos en el continente, a diferencia de cuanto hemos visto en los bloques anteriores.

El norte árabe y el sur cristiano concentran la máxima densidad normativa laboral en este continente, donde la mayor parte de los países es de religión cristiana (20) y lengua oficial francesa (20), seguida muy de cerca por aquéllos que tienen al inglés como lengua oficial (18), mientras que una parte significativa de los demás países habla en árabe oficialmente (8) y profesa la religión musulmana (17) o animista (13):

Un continente de países de tamaño mediano o pequeño, en definitiva, sin grandes Estados continentales como en Asia son los de China o la India, profundamente penetrado por el idioma y cultura de países europeos hasta el punto de que la lengua más hablada es el francés seguida del inglés, descuella por el contraste entre su bajo nivel económico y la digna densidad normativa laboral, que supera a la asiática y a la oriental.

Que Túnez o Argelia dispongan de una legislación laboral más acabada que Japón –al menos en la comparación cuantitativa– no debe significar displicencia o desidia por cuanto respecta a este último, sino más bien el reflejo de una filosofía nacional opuesta a las confrontaciones y por ello con un bajo nivel de litigios, como hemos tenido ocasión de observar más arriba. No disponemos de datos sobre la conflictividad laboral en el norte de África, aunque si partimos de la idea de que el libre ejercicio de esta es propio de países desarrollados, seguramente tales datos servirían de bien poco y los Estados hacen bien en disponer reglas sobre los problemas principales que puedan ser visualizadas por la población. En materia de procedimientos alternativos de solución de conflictos, Suráfrica emerge como una auténtica gigante, con fórmulas muy modernas y una Comisión de Conciliación, Mediación y Arbitraje dotada de multitud de competencias y actividades; es ella la que lidera legislativamente el continente en esta materia, aunque en la suma de normas quede en segundo lugar, como hemos visto en el cuadro. Quizá por mimetismo, los países de África Meridional presentan también leyes muy interesantes sobre el tema, ubicadas en la cultura anglosajona18.

Mediación y arbitraje en conflictos laborales. Una perspectiva internacional

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