Читать книгу Discursos III - Arístides - Страница 5

Оглавление

INTRODUCCIÓN

Las declamaciones

En las declamaciones el sofista se sumerge en una época histórica o legendaria y compone un discurso ficticio que atribuye a un orador contemporáneo1. El argumento de once de las declamaciones conservadas de Elio Aristides es histórico —del s. V y IV a.C.— y sólo uno se sitúa en una temática legendaria; en concreto, la relativa a la embajada que los aqueos enviaron para que Aquiles volviera a combatir a su lado (Ilíada IX).

Las declamaciones constituyeron un género sumamente popular entre los autores de la Segunda Sofística y en general en la época en la que se dio esta corriente literaria2. Sin embargo y a pesar de que tenemos noticias de otras muchas, la relación de declamaciones conservadas es escasa y se reduce a una de Herodes Ático, dos de Polemón, cuatro de Luciano y tres de Lesbonacte3. Habida cuenta del número de declamaciones que la Antigüedad nos ha legado, las doce de Aristides forman un apartado fundamental para conocer las vicisitudes del género en época imperial.

No tenían estas obras por sus contenidos una función política, social o cívica, al menos, no resultaba evidente. Incluso en los autores de la época hay ocasionalmente críticas o reconocimiento del carácter libresco y ajeno al marco socio-político en el que se componían estas declamaciones4. Es cierto que a veces se camufló tras la recuperación del pasado clásico griego una voluntad polémica y levantisca que Plutarco denunció en sus Consejos políticos (814 A-C), cuando decía que no se debía utilizar Maratón, Eurimedonte y Platea para soliviantar los ánimos de los griegos5. Pero en Aristides el pasado griego no es en modo alguno un instrumento antirromano, sino expresión de un reconocimiento satisfecho de la tradición histórica de los helenos a la que vuelve su mirada con fruición para mostrar su talento retórico6.

El empleo de tanto esfuerzo y de no poco talento para reconstruir con minuciosidad unos muy elaborados discursos, ajenos en apariencia a la realidad que circundaba al sofista, provoca en el lector moderno una sensación de sorpresa e incluso de cierto escándalo7. Sin embargo, el éxito que tenían las declamaciones y la atención que le prestaban los sofistas prueban que en torno a ellas había un conjunto de elementos que les otorgaban notoriedad y atractivo. Algunas de las melétai hubieron de pronunciarse en medio de celebraciones cívicas por sofistas que además de gozar de prestigio solían ser auténticos patronos de las ciudades en las que vivían y que, por ello, contaban con un público fervoroso8. También con frecuencia las pugnas y pujas entre los sofistas hubieron de contribuir al aumento del interés del auditorio ante el espectáculo de las rivalidades incruentas, pero feroces de estos hábiles artesanos de la palabra9. A todo ello se sumaba, cuando se pronunciaban las declamaciones, una puesta en escena y un «directo», que sin duda aumentaban el colorido y la capacidad de convocatoria del espectáculo. Estas circunstancias, que por desgracia con frecuencia se desconocen, contribuyen a explicar algo mejor el atractivo de estas composiciones para el público y los autores de los siglos I, II y III d. C.

Discursos III

Подняться наверх