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Introducción

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En 2030 la población mundial rondará los 8.000 millones de personas, de los cuáles el 20% serán viajeros, Naciones Unidas estima que se alcanzarán los 9.600 millones en 2050, mientras que Boeing calcula que el tráfico aéreo se habrá duplicado (Future Foundation, 2015). Se trata de grandes cifras que auguran una continua evolución de la actividad turística, en la que, sin duda, un pequeño segmento como el turismo rural deberá estar preparado para competir en un entorno en el que habrá que compatibilizar el incremento de la competitividad, de la demanda y la necesidad de proteger el entorno medioambiental.

No obstante, existen factores de incertidumbre que podrían hacer variar esta tendencia en lo que a escenarios de crecimiento se refiere, ya que subyace en la actualidad la posibilidad de que se produzca una crisis energética y económica generada por el incremento del dióxido de carbono y la resistencia a la reconversión de tecnologías fósiles por tecnologías limpias (Osorio, Ramírez de la O & Viesca, 2017) que podría influir en los precios del transporte, e incluso en el comportamiento del consumidor a la hora de la contratación del viaje, a medio o largo plazo.

Por otra parte, la revolución tecnológica en la que estamos inmersos va a influir en el desarrollo de la actividad turística en el espacio rural como ocurre y ocurrirá en otros ámbitos territoriales, por lo que este factor influirá notablemente tanto desde una perspectiva de demanda como de oferta. De demanda por cuanto que el tratamiento de grandes volúmenes de datos supondrá un mayor conocimiento del cliente y, por tanto, una mejor adecuación de las políticas promocionales y comerciales en general. Y de oferta, en la medida que los nuevos paradigmas de la gestión territorial (como es el caso de las ciudades inteligentes o Smart City, concepto llevado al mundo rural bajo la denominación de Smart Village) deberán favorecer una nueva concepción de la gestión del espacio rural de un modo más participativo, democrático, conectado y tecnológico.

Por último, indicar que este planteamiento y las tendencias que se apuntan son, en general, de carácter global, y en cualquier caso son las que se perfilan de un modo más definido tanto en el entorno europeo, latinoamericano, como en otras regiones del globo.

Del fracaso al éxito

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