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5. LA NOCIÓN DE «ESTHÉTIQUE»
EN LA ENCYCLOPÉDIE
ОглавлениеLa Estética es la filosofía de las bellas artes o la ciencia de deducir de la naturaleza del gusto la teoría general y las reglas fundamentales de aquéllas.
JOHANN GEORG SULZER
Allgemeine Theorie der Schönen Künste (1771)
En el desarrollo de la modernidad, la historia de la Estética corre en paralelo con la historia de la subjetividad. De hecho, la conciencia de una cierta ruptura con la antigüedad no deja de evidenciarse en los fundadores de la Estética como moderna disciplina filosófica. De ahí que uno de los problemas fundamentales de la Estética –desde los inicios del siglo XVII hasta finales del xix– resida precisamente en cómo conciliar la creciente e imparable subjetivización de lo bello con la exigencia de criterios que respalden, de algún modo, las relaciones con una compartida objetivización, es decir, con el mundo de la norma, de las reglas o de los principios.
Piénsese que si la estética moderna es ciertamente subjetivista (toda vez que funda lo bello sobre las facultades humanas, bien sean éstas la razón, el gusto, el sentimiento o la imaginación) no por ello deja de auspiciar aún la vieja idea de que la obra de arte es, de algún modo, inseparable de ciertas formas de objetividad.8 Está ahí ante nosotros. ¿Por qué no postular las reglas fundamentales que la rigen? ¿Por qué no relacionar el genio y el gusto, la obra y la naturaleza, el modelo y el caso, la norma y la novedad?
El último término que, por nuestra parte, aquí hemos incluido es «Esthétique». Un término que nace histórica y paralelamente a la gestación y desarrollo de la propia Encyclopédie, y que es puntualmente recogido en el volumen II de los Suppléments (1776). Sin embargo, curiosamente, no es tomado/estractado, por los colaboradores de la Enciclopedia, como podría suponerse históricamente, del libro clásico de A. G. Baumgarten Aesthetica (1750), que es considerado documentalmente como la partida de bautismo oficial de la nueva disciplina, sino del ya citado trabajo de J. G. Sulzer Allgemeine Theorie des Schönen Künste (1771-1774), por otra parte, casi coetáneo de los Suppléments.
En realidad, este esteta, que pertenece a la segunda generación, siguiendo los sólidos pasos del precursor Baumgarten, plantea su obra articulando conjuntamente tanto una «estética» como una «teoría de las artes», es decir, combina la parte de teoría estética con la parte dedicada al estudio diferenciado de las distintas artes. Sin duda, esta estrategia metodológica era mucho más operativa y didáctica para ser retomada en una empresa editorial, tan ambiciosa como la de los enciclopedistas.
Es curioso que mientras Baumgarten entiende el término griego aisthesis, del cual etimológicamente tomó nombre la nueva disciplina, como sensación, como puerta y base del conocimiento sensible (cognitio sensitiva), Sulzer lo aborda restringidamente ya como sentimiento. Por lo que la Estética es planteada directamente como la disciplina que «estudia los sentimientos» y, a su vez, «la finalidad de las bellas artes es enfocada, en esta misma línea, de manera global, como la de excitar sentimientos vivos de lo verdadero y de lo bueno».
El viejo dictum del «movere, docere et delectare» no estaba muy lejos, pues, de los nuevos aires que pretendían al menos dedicar una nueva disciplina a esa área –ambigua e indefinida– donde se movían, a sus anchas, categorías filosóficas y artísticas complejas y dispares (lo bello, lo sublime, lo cómico, lo feo, lo maravilloso, lo trágico y el gusto como elemento aglutinador de sus experiencias) y que se planteaba a partir de un cierto paralelismo con la lógica como la disciplina, por antonomasia, propedéutica y reguladora del conocimiento intelectivo.9
Ese paso de la sensación al sentimiento, en el dominio de la Estética, de la mano entre otros de Sulzer, tampoco estaba lejano del deslizamiento producido entre imitación y expresión, en el dominio de las artes, tal como se apuntaba en el propio libro, ya comentado, de Charles Batteux, incluso paradójicamente en contra de su título que pretendía aunar las artes bajo la égida única (réduits a un même principe) de la mimesis idealizadora. Entre otras muchas cosas, algo se estaba apuntando sutilmente, en este sentido concreto, tras la Ilustración, pues, de hecho, ya vigilaba o apuntaba de cerca al proto-romanticismo. Pero esa es otra historia que aquí sólo conviene sugerir y a la que, como estamos viendo, la Encyclopédie dio cierta cancha colateralmente y quizás à son insu, divulgando textos de autores de la época, con el ejercicio de sus recensiones, resúmenes y amplios préstamos.
En cualquier caso, consideramos que para una mirada histórica, en torno al desarrollo de la reflexión estética en el contexto del siglo XVIII, curiosamente es imprescindible acudir al bagaje que la propia Encyclopédie aportó como palanca difusora, en cada uno de sus capítulos temáticos. Algo que a menudo las propias historias de la estética no han tenido tan en cuenta como precisamente hubieran debido plantearse y asumir.
Por ese preciso motivo, entre otros, nos ha parecido oportuno y de interés aportar nuestro grano de arena informativo a la tarea efectiva de reflexionar en torno a la teorización enciclopedista sobre el arte y la estética, precisamente dando a conocer, en castellano, incluso en algún caso por primera vez, los artículos que hemos seleccionado de esta obra realmente paradigmática, depósito inagotable de sorpresas, fruto de una ingente empresa común, a su vez fundamental y destacada en la compleja historia del pensamiento occidental.
En realidad, esa teorización estética y artística no sólo hay que buscarla en los artículos que tratan de manera específica sobre términos propiamente artísticos o estéticos, ya que también se halla diseminada arborescentemente en otros muchos temas y artículos que, a primera vista, pueden parecer incluso extraestéticos o extraartísticos, y lejanos o dispares, por ello, de tales cuestiones.
Sospechosos, muy a menudo, frente a todo lo que represente esprit de système, es evidente que los enciclopedistas no pretendieron redactar simplemente una suma de tratados, sino más bien un repertorio programado de consulta y de orientación estructurada de los saberes humanos. Y entre ellos, sin duda, las reflexiones sobre las artes y en torno a la nueva disciplina de la Estética adquirieron su reivindicado y legítimo espacio, siempre al socaire histórico de los dictados de la razón, sin olvidar las huellas del sentimiento.