Читать книгу Arte, gusto y estética en la Encyclopédie - Autores Varios - Страница 8
3. LA NOCIÓN DE «BELLE NATURE»
EN LA ENCYCLOPÉDIE
ОглавлениеLas artes no crean en absoluto sus reglas. Éstas son independientes de su capricho y están invariablemente trazadas en el ejemplo de la naturaleza. Entonces, ¿cuál es la función de las artes? Recoger los rasgos que existen en la naturaleza y presentarlos en objetos que en sí mismos no resultan naturales.
CHARLES BATTEUX
Les Beaux-Arts réduits à un même principe
(1746), cap. 2
El artículo «La Belle Nature» se debe directamente a la tarea recopilatoria de Louis, Chevalier de Jaucourt (1704-1779), uno de los máximos colaboradores del proyecto enciclopédico, de quien dependió la redacción de nada menos que unos 17.400 términos. Tras la tensa y radical dimisión de D’Alembert, se convirtió, de hecho, en el auténtico codirector de la Encyclopédie, invirtiendo incluso, llevado por su entusiasmo, parte de su fortuna personal en la empresa redactora, que él estructuró estratégicamente con un equipo de trabajo, creado totalmente a sus expensas.
En concreto, el término que nos ocupa está tomado también libremente y recensionado de la obra de Charles Batteux Les Beaux-Arts réduits à un même principe (1746), que luego se revisó, en una especie de segunda edición, bajo el título de Principes de Littérature. Jaucourt entresacó el texto, sin ocultar su origen y citándolo incluso, y lo vació didácticamente en el artículo «La Belle Nature», recogido en el volumen XI de la Encyclopédie (1765).
Esa «naturaleza embellecida», siguiendo una estrategia metodológica aceptada en la época, es presentada como modelo que imitar, distinto claramente al modelo de la naturaleza empírica que nos rodea. Al igual que en la obra citada de Ch. Batteux, la imitación supondrá para Jaucourt una intervención agudamente idealizadora y selectiva, que prepara el tránsito hacia el papel del genio, pero manteniendo la exigencia clásica del siglo XVII de que el auténtico arte suponga el perfeccionamiento progresivo de la naturaleza, nunca su copia literal y servil, pues no se busca la verdad, sino que más bien se apunta a la verosimilitud, a la idealidad.
Las artes no son más que imitaciones, semejanzas que no son en absoluto la naturaleza, aunque parezcan serlo; así la materia de las bellas artes no es lo verdadero, sino lo verosímil (Batteux i, 2).
La mirada hacia el mundo clásico de los griegos es, a su vez, otra estrategia fundamental que hay que tener muy en cuenta, tanto para Batteux como para Jaucourd. Fueron ellos, los griegos, quienes supieron precisamente descubrir esa especie de segunda naturaleza, idealizadora y perfecta –«la Belle nature»– a partir de la minuciosa observación de la realidad natural y de la selección paulatina de sus rasgos. Por eso se aconseja, como atajo didáctico para quienes quieran lograr esa capacidad creadora de idealidad, la imitación directa de los griegos, ya que ellos supieron elaborar, mediante una mimesis sublimadora, el resultado de la belleza ideal.
Insistimos, nunca se tratará, en este contexto histórico, de elogiar, sin más, la mimesis empírica, de lograr el mero retrato de la naturaleza. Más bien al contrario, el programa que se nos propone desde esta voz de la Encyclopédie, haciendo un guiño al mundo clásico griego, consistirá en aplicar su propia fórmula, sumando perfecciones concretas, descubiertas en la observación de la realidad, para elaborar, con su selectiva y estudiada conjunción, el modelo embellecido que sólo la bella naturaleza encarna y representa comme il faut.
Dado que Ch. Batteux, en su célebre libro, tal como se formula elocuentemente en el título, lo que desea es acercarse al tema básico de sistematizar las bellas artes, frente a las ciencias y a las artes mecánicas, recurre precisamente –en dicho texto– a la explicación del origen de las artes liberales a partir del principio único y común de la imitación de la naturaleza, según medios distintos y propios. Asimismo las bellas artes serán estudiadas y clasificadas según obedezcan al placer o a la utilidad e incluso a ambos supuestos a la vez. Sólo la presencia eficaz del placer, a través del arte, justificará su máxima jerarquía.6
Las artes se pueden dividir en tres especies de acuerdo con los fines que ellas mismas se proponen. Unas tienen por objeto las necesidades de la persona (...). De ahí han surgido las artes mecánicas. Otras tienen por objeto el placer (...); son las llamadas bellas artes por excelencia: la música, la poesía, la pintura, la escultura y el arte del gesto o la danza. La tercera especie incluye las artes que tienen por objeto la utilidad y el recreo a la vez; tales son la elocuencia y la arquitectura; lo que las hace salir a la luz es la necesidad y el gusto las ha perfeccionado; son una suerte de término medio entre las otras dos especies, pues comparte el recreo y la utilidad.7
También las teorías del gusto y del genio se vincularán estratégicamente a ese mismo principio mimético idealizante. No en vano, por ejemplo, se nos formularán claramente las leyes del gusto «Primera ley general del gusto: imitar la bella naturaleza» (Batteux, i, 4) y «Segunda ley general del gusto: que la bella naturaleza sea bien imitada» (Batteux, i, 5). Y el corolario es rotundo: «Hay reglas particulares para cada obra y el gusto no las encuentra sino en la naturaleza» (Batteux, i, 6).
La «belle nature» es así un modelo representado en el espíritu con entusiasmo, un programa, un resultado en el que activamente participa el sujeto autor de la obra, para dar paso paulatinamente de la categoría «imitación» a la categoría «expresión». De esta manera, la Encyclopédie dio a conocer muy eficazmente, por su difusión, a través de sus artículos, numerosos planteamientos estéticos, existentes ya en las publicaciones y en el ambiente intelectual especializados de la época. Ese relevante papel difusor será asimismo fundamental y evidente en la historia de las ideas («de las luces») del siglo XVIII.