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Una breve mirada sobre la Encyclopédie,

a manera de pre-texto

Romà de la Calle

En los conocimientos humanos, un filósofo demuestra lo que puede, cree lo que se le demuestra, rechaza lo que le repugna y suspende su juicio en todo lo demás.

Jean F. Marmontel

«Critique» en Encyclopédie, IV

Siempre he considerado personalmente –quizás en buena medida también por deformación profesional– que continúa teniendo su interés y manteniendo su sentido el hecho de poder dirigir, de forma periódica, una monográfica y sosegada mirada hacia el ámbito histórico de la Ilustración, precisamente desde la charnela de la actual situación, transversalmente interdisciplinar, que nos conforma y cobija, lejana heredera –singular y también polémica– de aquel determinante y activo espíritu ilustrado.

Con ese fin, después de intercambiar algunas propuestas y determinadas reflexiones con el equipo del MuVIM, entidad museística valenciana con el que hemos colaborado asiduamente, se decidió, de manera estratégica, incrementar nuestra colección –centrada básicamente en la traducción de autores clásicos, próximos históricamente a la reflexión estética y al moderno ejercicio de la crítica–, elaborando una selección meditada y útil de determinados textos fundamentales, dotados por sí mismos de indudable valor histórico y de justificadas resonancias estéticas; una selección que hiciera hincapié, a su vez, a través de sus planteamientos, en el permanente atractivo que indudablemente la Encyclopédie de Diderot y D’Alembert comporta para todo investigador y estudioso de la historia de la estética y de las teorías del arte que se aproximen en sus trabajos a la filosofía moderna y muy concretamente al irrenunciable Siglo de las Luces.

Ya son muchos, por cierto, los títulos que en nuestra colección se mueven en este contexto y con esas finalidades. Sin embargo, se ha preparado, para esta ocasión, la edición castellana de una serie de artículos, cuidadosamente seleccionados, de la Encyclopédie, precisamente entre aquellas entradas que convergen, por su temática, en torno a la cultura artística y/o la reflexión estética de aquella fecunda época.

No en vano, ya en el título de esa emblemática obra –Encyclopédie ou Dictionnaire raisonneé des Sciences, des Arts et des Métiers, par une Société de gens de lettres– quedaba bien patente el nexo interdisciplinar establecido entre los saberes, que se postulaba como objetivo patente, saberes todos ellos proyectados en la existencia humana, propiciando con ello un abierto y radical diálogo entre la técnica, la ciencia, las artes y el contexto de la sociedad.

La presente edición, bajo el título de Arte, Gusto y Estética en la Encyclopédie, quiere facilitar al lector, con carácter de antología, unos materiales sin duda alguna históricamente relevantes y con un hilo conductor común, que subraya el nuevo enfoque que decididamente el siglo XVIII concedió a las cuestiones abarcables bajo el ámbito de una nueva disciplina ilustrada, «la Estética», que desde sus inicios oficiales (Baumgarten, 1750) intentó sistematizar, entre el arco de la teoría y de la práctica, términos a primera vista dispares, tales como «arte», «técnica», «belleza», «gusto», «crítica», «juicio», «poética», «imitación», «expresión», «bellas artes» o belle nature, por citar sólo algunos de los artículos que la Encyclopédie hizo elocuentemente suyos a lo largo de sus diferentes volúmenes.

Por nuestra parte nos hemos limitado, por múltiples motivos, entre ellos el de las exigencias impuestas por la prudencia, a preparar la traducción de los artículos recopilados bajo la entrada «Art» (cuyas autorías son debidas respectivamente a Denis Diderot, volumen I de la Encyclopédie; a Jean François Marmontel y a Johann Georg Sulzer, volumen I de los Suppléments), y el término «Goût» (con escritos de Voltaire, de Montesquieu y de D’Alembert, volumen VII de la Encyclopédie), así como los artículos «La Belle Nature» (redactado por Louis Jaucourt, volumen XI de la Encyclopédie), «Critique» (a cargo de Jean Francois Marmontel, volumen IV de la Encyclopédie) y «Esthétique» (tomado de las investigaciones de Johann Georg Sulzer, volumen II de los Suppléments).

Estos conocidos autores –a veces, como puede constatarse, más de uno por término/artículo estudiado, tal como se recoge en el desarrollo del índice– fueron todos ellos destacados philosophes y consagrados polígrafos, comprometidos plenamente con el complejo proyecto enciclopédico y con la difusión de la Filosofía de las Luces. De hecho, el progreso y la razón se convertirían en sus fundamentales resortes y motivaciones.

Como es bien sabido, la idea inicial que aglutinó voluntades en torno al editor Le Breton, ya en el año 1745, fue la posibilidad de traducir al francés la obra de Ephraim Chambers Cyclopaedia or an Universal Dictionary of Arts and Sciences, que se había publicado con éxito en 1728, gozando crecientemente de gran predicamento y admiración en aquella efervescente y comprometida época.

Pero aquel compromiso inicial, centrado en la citada traducción y que llegó a recibir incluso el correspondiente permiso real para su realización, en cuyo equipo de trabajo ya figuraban D’Alembert y Diderot, fue demostrándose inadecuado, conforme las ambiciones y las miras del proyecto se fueron ampliando y apuntando hacia nuevas metas, cada vez más extensas y ambiciosas.

Por ello se impuso abiertamente una idea sustitutoria: abordarían la elaboración de una Encyclopédie y dejarían aparcada definitivamente la traducción/adecuación de la obra de E. Chambers. Fue así cómo ya en el año 1747 Denis Diderot y Jean le Rond d’Alembert figuran explícitamente como codirectores de aquella ambiciosa empresa cultural, que iba a marcar básicamente la actividad intelectual y política del contexto francés, en aquella histórica coyuntura, e influir con una intensidad sin precedentes en el panorama histórico europeo y también americano.

El Prospectus, con sus ocho mil ejemplares editados como folletos de propaganda, sale a la calle concretamente en noviembre de 1750, anunciando la ingente obra colectiva que pretendía sumar y recoger los saberes y conocimientos humanos de la época, enlazando de este modo con otros esfuerzos existentes en esa misma línea, que entre los siglos XVII y XVIII habían avanzado ya distintas aportaciones, bajo las fórmulas comunes de «diccionarios», «memorias» o «historias» (de autores como Pierre Bayle, L. Moreri, Jacob Brucker, Thomas Corneille o el ya citado Ephraim Chambers), aunque nunca tuvieron cualesquiera de ellas el alcance y la resonancia que lograría la empresa colectiva que ahora se planificaba; sin embargo, a esos mismos trabajos precedentes los propios «enciclopedistas», una vez puestos manos a la obra, no dudaron, llegado el caso, en acudir y en utilizarlos como fuentes inmediatas de referencia e información, como era costumbre, y activar así una especie de comunidad de saberes y de repertorio compartido de conocimientos disponibles.

El proyecto ilustrado de la Encyclopédie fue realmente complejo y prolijo, viéndose frenado intermitentemente por múltiples incidentes sociopolíticos e ideológicos. Envuelta a menudo de clandestinidades, entusiasmos, conspiraciones y polémicas, varias veces estuvo a punto la empresa definitivamente de naufragar y por muy distintos motivos, como pudieron ser el Arrêt del Consejo Real formulado en 1752, la Guerra de los Siete Años (1756), el atentado contra Luis XV (1757), la ruptura interna del frente de los enciclopedistas por el cruzado affaire D’Alembert/Rousseau y Rousseau/Diderot (1757), el Arrêt del Parlamento de París prohibiendo la obra, la condena del Papa Clemente XIII, e incluso la dimisión del mismo D’Alembert (1759). Toda una cadena, pues, de vicisitudes inseparables históricamente de la propia aventura, de sus ambiciones y sus riesgos.

Sin embargo, les philosophes, contra viento y marea, acabaron coronando felizmente, paso a paso, su programa de edición, que fue reiteradamente creciendo en sus planteamientos y objetivos –y también en suscriptores– a través de los años siguientes, y llegó a reunir, en su balance, 75.000 artículos y a usar más de 2.500 planchas en la estampación de sus volúmenes.

De esta manera, de las prudentes previsiones iniciales que sólo contemplaban la edición de dos volúmenes de textos y otro de láminas, se pasaría paulatinamente, constatado el éxito y el grado de recepción tenido, a un crecimiento insospechado e inimaginable en un principio, aunque, eso sí, los directores y el editor siempre tuvieron muy claro un principio fundamental: que textos e imágenes debían constituir un diálogo fundamental en la realización de toda la obra. Y así es como se alternaron operativamente los volúmenes de texto y los volúmenes de planchas/láminas.

En realidad, los ilustrados y los ilustradores tuvieron mucho que intercambiar en sus tareas pedagógicas y comunicativas. Y el resultado fue, sin duda alguna, espléndido, aunque lógicamente también desigual, sometido siempre a los avatares, tensiones y polémicas de la propia historia, tal como hemos apuntado.

Por nuestra parte, propedéuticamente, desde el principio de nuestras informaciones, quizás convenga diferenciar, para evitar posibles equívocos, entre los 28 volúmenes, estrictamente hablando, que constituyen la Encyclopédie –17 tomos de texto y 11 de láminas– y los 7 volúmenes que integran los Suppléments –en este caso, 4 de texto, un volumen de láminas y 2 tomos de útiles tablas alfabéticas–. Todo un monumento globalizador. Así pues, el total de la aventura intelectual y editorial entre la Encyclopédie y los Suppléments está constituido históricamente por 35 volúmenes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se trata claramente de obras distintas, aunque relacionadas por los lazos de su propia historia.

Además, por una parte, los volúmenes de la Encyclopédie fueron publicados por el editor Le Breton entre los años 1751 y 1772, siendo codirigida esta tarea colectiva primero por el tándem formado por Diderot y D’Alembert, concretamente hasta el volumen séptimo (1759), y luego, ya en solitario –tras la dimisión irrevocable de D’Alembert, una vez producido su duro enfrentamiento con Rousseau–, actuó como cabeza responsable del proyecto el propio Denis Diderot, hasta quedar cumplimentada la totalidad de los 28 volúmenes (1772).

Por otra parte, el editor Charles-Joseph Panckoucke, aprovechando el fuerte tirón y el éxito de la obra, decidió publicar, por su cuenta, los Suppléments à l’Encyclopédie, aparecidos entre 1776 y 1777, con un total de 7 volúmenes más, entre textos, láminas e índices generales, como ya se ha indicado anteriormente. Conviene dejar sentado informativamente que, como es lógico, esta parte del proyecto fue totalmente ajena a Diderot, al editor Le Breton e incluso a la mayoría de los colaboradores anteriores de la obra, aunque bien es cierto que algunos polígrafos como el activo Jean François Marmontel se entregaron con asiduidad también a la nueva iniciativa de Panckoucke, funcionando como enlaces de redacción entre ambas etapas.

El hecho de que, no por casualidad, el formato y la línea editora de la presentación de los Suppléments coincidieran de pleno, formal y materialmente, así como compositiva y gráficamente, con la planificación original de la Encyclopédie, hizo que luego fácilmente se asimilara la obra como una totalidad en su conjunto. Incluso en algunas reediciones llevadas a cabo unitariamente, con posteridad, aparecerá ya, de manera planificada, la obra en sí, como si hubiera sido un proyecto global. De ahí la diversidad de opiniones que los especialistas e investigadores mantienen a veces sobre este tema a la hora de valorar su historia y su trascendencia, así como los criterios analíticos de sus respectivas aportaciones.


La Encyclopédie y los Suppléments son indiscutiblemente, por la propia estructura y objetivos del proyecto ilustrado que los sustentó, dos inmensos repertorios de materiales y fuentes fundamentales para comprender la historia intelectual y los saberes de la época. De ahí el interés que para tantas áreas de conocimiento suponen sus aportaciones, siendo, por cierto, tentador tener acceso a dichos materiales para entender la impronta y los efectos que tal empresa supuso para el pensamiento del siglo XVIII y su dilatado contexto europeo y americano. Y sin duda una de las áreas interdisciplinares que con amplitud ocuparon a estos pensadores es precisamente el campo configurado por las ideas estéticas, que cruza y emerge intermitentemente del conjunto de la obra, convertida, de hecho, en auténtico depósito de la historia de las ideas.

Hay que apuntar asimismo que no se trata de que los autores de los diferentes artículos fueran necesariamente «especialistas» en tales temas. Sin duda alguna no lo eran. Pero les philosophes enmarcan su trabajo y sus plurales colaboraciones de la Encyclopédie bajo la égida del triunfo global de la raison, y desde ella sometieron a estudio el ámbito global de los conocimientos de la época. De ahí esa especie de fundamento y de hilo conductor común que, de alguna manera, podemos decir que recorre el proyecto.

Acudir, por lo tanto, a tal repertorio de términos supone recomponer el mapa histórico de las relaciones interdisciplinares, de las estructuras epistemológicas globales y de sus contenidos amplios y plurales hasta la saciedad. Así queda patentemente expuesto, como programa de trabajo, sobre todo en tres escritos recogidos en la propia Encyclopédie y que son, de hecho, como otros tantos textos programáticos respecto al proyecto global, motivo por el cual comportan un interés metodológico añadido, aunque aquí lógicamente no vamos a incidir de manera puntual en tales extremos. Dichos textos son: el Discours Préliminaire des Editeurs, que aparece en el volumen I de la obra, redactado por D’Alembert; el artículo Art, del que es autor Diderot (volumen I); y el artículo Encyclopédie, también redactado por Diderot y aparecido en el volumen V.

En el trasfondo de todo ello late el relevante tema de la revisión del «árbol de los conocimientos humanos», así como el replanteamiento de las relaciones entre la memoria, la razón y la imaginación, lo que a su vez repercute directamente en las conexiones entre las ciencias y las artes. También se abren los enlaces y diferencias entre los ámbitos de las bellas artes y de las artesanías. Estos cambios supondrán ciertamente nuevos reajustes y replanteamientos ante el nacimiento de la «estética» como nueva disciplina característicamente ilustrada. No en vano, el pensamiento estético enciclopedista –al que quisiéramos acercarnos someramente en esta publicación– se movió abiertamente, como es sabido, entre la herencia y el compromiso mantenido con la «estética» (avant la lettre) fuertemente normativa propia del clasicismo precedente y la llegada abrumadora de las tesis renovadoras de cuño subjetivista, que al filtrarse intensamente, de hecho, marcarán primero el atisbo y luego el despliegue de la modernidad triunfante.

Propiamente es en el XVIII cuando se encuentran frente a frente los epígonos de las opciones objetivistas de la «gran teoría de la belleza» (Tatarkiewicz) con las teorías subjetivistas de raigambre empirista, que llegan abiertamente a la Encyclopédie, y con los aportes idealistas que afloran en el contexto alemán, los cuales, por su parte, penetran en los Suppléments de la mano de los trabajos de Sulzer.

Por nuestro lado, como editores coyunturales, en la presente selección de artículos, nos hemos decantado estratégicamente por cinco ejes, que por supuesto podrían haberse completado con otras voces, no menos relevantes, extraídas igualmente de la propia Encyclopédie –tales como «le beau», «jugement», «imitation», «génie», «invention», «sublime», etc.–, pero, incluso dejando a un lado, quizás para otra ocasión, las posibles opciones de «peinture», «architecture», «sculpture», «gravure» o «dessein», hemos preferido centrarnos, como hemos indicado, en cinco diferentes aspectos, ya contrastados, en algunos casos desde perspectivas dispares y/o complementarias, por sus distintos autores.

Arte, gusto y estética en la Encyclopédie

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