Читать книгу ¡Ganar! - Brad Gilbert - Страница 20
Cada jugador es único
¡Pero Connors es el más único!
ОглавлениеAnte Jimmy Connors, mi “autovisualización” o mi análisis previo al partido y mis conclusiones fueron completamente diferentes, porque su juego y su personalidad diferían mucho de los de Becker. Primero y principal, me recordé a mí mismo que debía bloquearme ante los elementos externos. En este caso, no eran el viento ni el sol, sino el caos que él podía crear con el público y las autoridades. Jimmy trataba al público como si él fuera el conductor y ellos, la banda. Conseguía que hicieran lo que él que se proponía.
En un punto importante, Jimmy conseguía de pronto que 14 000 personas se enloquecieran, hincharan por él y en contra de su oponente (a saber, yo) con un gran alboroto. Me recordé que era de esperar, así que debía ignorarlo. Era parte de su plan de juego. Pero como ya verán, ante Connors todo esto era más fácil decirlo que hacerlo.
(Si Jimmy hubiese estado en el lugar de Becker en el partido del US Open que acabo de describir, habría hecho algo perturbador con el público cuando empecé mi levantada en el tercer set. Y cuando me puse arriba en el tie-break, doy por hecho que habría sacado parte de su “inventario” para sacudir mi ímpetu: una discusión con un juez de línea, un insulto, algo por el estilo. Nunca me habría dejado encaminarme tan fácilmente hacia el triunfo).
Para jugar contra Jimmy, también planeaba jugarle tiros con slice a su drive (la llamaba mi máquina de cortar fiambre). Nada fuerte. Que la pelota solo le picara un poco menos. Sabía que cuando pegaba desde la línea de saque, Connors tenía tendencia a bloquear con su revés. Si lo hacía, era lo que estaba esperando. Quería estar listo para adelantarme, pegarle e ir detrás de ella.
La devolución de saque de Connors también requería una consideración especial antes del partido. Tenía una de las mejores devoluciones de saque de la historia. Su especialidad era empardar un gran servicio. Se las ingeniaba para que la raqueta aguantara la bola y la mantuviera en juego. Lo que debía ser un ace o un winner, te llegaba de vuelta y Jimmy se mantenía en el punto. No necesariamente mataba la pelota. Conseguía devoluciones fantásticas y después era capaz de pegarle a la bola con dirección (ubicarla donde no pudieras aplicar tu mejor tiro).
De inmediato tomaba tu ventaja y la convertía en una desventaja. Y lo hacía porque era un gran adivinador. Cuando acertaba, incluso el mejor servicio tenía respuesta.
Pero el aspecto importante era que él no mataba con esa devolución de saque. Eso me permitiría ir por un winner o algo que produjera una devolución más débil. En caso de que él adivinara, me vendría de vuelta. Si no adivinaba, yo ganaría el punto. Y en caso de fallar el primer saque, sabía que él no me haría tragar el segundo, como hacía Becker.
Esto cambiaba por completo mi estrategia de saque. Al sacarle presión a mi segundo saque, Jimmy me permitía jugar el primero con mayor margen. Sabía que un servicio que ante cualquier otro jugador sería un ace, con Jimmy me vendría de vuelta. No dejaría que me sorprendiera. Ese era el elemento que Connors siempre llevaba a la fiesta. Si dejabas que te molestara, te hacía aflojar el primer saque o te llevaba a que intentaras pegarle cada vez más fuerte. Mi abordaje era hacer grandes saques y esperarlos de vuelta. No me preocupaba sacar el segundo si fallaba el primero.
La verdad es que mi segundo saque le molestaba (como pronto verán). Jimmy amaba el ritmo. Se alimentaba con él. Mi segundo saque era una masita. De verdad pensaba que le molestaría un poco, porque no tenía ritmo. Entonces no me preocupaba tener que sacar segundos servicios porque Connors (al contrario de Becker) no me los haría pagar caro.
Mi repaso mental y plan de juego para Connors
1 Esperar que Jimmy manipule al público en momentos clave. Estar preparado para la interrupción y mantener la concentración.
2 Jugar fuerte el primer saque. Si lo erro, no me atacará en el segundo.
3 Jugar con slice a su drive.
4 No le gustan las bolas flojas. Pegarle sin fuerza.