Читать книгу ¡Ganar! - Brad Gilbert - Страница 31
Calzado de repuesto
ОглавлениеTurf toe suena como un caballo que sale octavo en el Derby de Kentucky. No lo es. Es el término en inglés que se usa para referirse a cuando la uña del dedo pulgar del pie empieza a desintegrarse por chocar constantemente contra la zapatilla de tenis. Primero se desintegra y después se infecta. Les ahorraré mayores detalles, pero el dolor es increíble. Es como tratar de comer palomitas de maíz con un diente roto, insoportable. Sufrí el problema y lo solucioné eliminando la uña en una cirugía. Decidí que no quería que me molestara nunca más. Pero en los días en que era un problema, cambiaba de calzado si me empezaba a molestar. Me ponía una zapatilla un punto o un punto y medio más grande, para que el pulgar no se chocara con el tope.
Las zapatillas nuevas también pueden causar ampollas y otros dolores. Nunca se sabe cuándo un par de zapatillas ejercerá una fricción incorrecta en tus pies. Si vas a correr una buena cantidad de minutos durante un partido, un par de zapatillas nuevo que no se amolde a tus pies se convierte en un problema doloroso. Me ocurrió en la final del torneo de Stratton Mountain en 1987, ante Jim Pugh. Cualquiera haya sido el motivo, el dedo meñique de mi pie derecho empezó a latir en cuanto frenaba de repente. Era como un dolor de dientes. Y se ponía cada vez peor. Mi rival estaba un quiebre arriba y 5-2 en el primer set.
En ese momento me di cuenta de que si se mantenía la situación, tendría problemas (de hecho, ya los tenía). Incluso si podía jugar a pesar del dolor, este se convertía en una distracción mayúscula. Tomé de mi bolso una vieja zapatilla derecha de repuesto y me la puse durante un cambio de lado. Me ayudó. No perdí otro game durante el resto del partido y gané 7-5, 6-0. Recibí el cheque de u$s 114 000 con el calzado izquierdo impecable y el derecho maltrecho. Después de eso, empecé a pensar en esa zapatilla derecha como la zapatilla de la suerte, que me serviría para repuntar si necesitaba un empujón mental. Todavía la tengo en casa, mi vieja zapatilla de u$s 114 000.
Por lo general, estrenaba un par de zapatillas nuevo caminando por mi casa un par de semanas antes de llevarlo a la cancha de tenis. Cuando tienes un problema de pies como el mío, debes ser cauteloso con lo que te pones. Me había olvidado de hacerlo en Stratton Mountain. Por suerte, tenía un bolso bien equipado.