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3. Historiografía y novela con decorado histórico

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No vamos a entrar aquí en la cuestión harto debatida de los orígenes de la novela. Basta señalar que, como epígono de una larga tradición literaria, ha sido influenciada por los grandes géneros precedentes: por la epopeya, por el drama (sobre todo por la Comedia Nueva) y por la historiografía; y que, por otra parte, su aparición responde a las necesidades de su público y su época, como señaló Perry en su crtíica contra Rohde y el enfoque historicista tradicional.

Las primeras novelas de amor —es decir, las más antiguas de las conservadas— evocan una escenografía histórica, enmarcando su ficción romántica en un pasado prestigioso y en una geografía que evoca ciertos recuerdos historiográficos. Como señala K. Kerényi, todo ese marco viene «menos definido por la exactitud de los datos históricos que por la pretensión de una atmósfera histórica». Lavagnini exagera un tanto al decir que es «un carácter común de todas las novelas griegas el ser novelas históricas, en tanto que la acción se proyecta en un pasado no bien caracterizado, pero ideal y lejano», por no matizar la historicidad del escenario novelesco. Bien distinto es, a este respecto, el marco idílico de Dafnis y Cloe , el ambiente de las Efesíacas , y el de la obra de Caritón. Por otra parte, convendría distinguir entre un tipo de novelas donde el héroe es un famoso personaje histórico, cuya historia juvenil está romantizada al uso de lectores ingenuos, y aquellas en que la conexión de los protagonistas con el gran mundo histórico es sólo tangencial. En el primer grupo, colocaríamos las «novelas» de Nino, de Nectanebo y de Sesoncosis (conocidas fragmentariamente por restos papiráceos); en el segundo, podría figurar Quéreas y Calírroe , y más aún las novelas de Jenofonte y de Aquiles Tacio, que se despegan, aburguesadas, de ese trasfondo «histórico», al que regresa la trama de Heliodoro.

Evidentemente, por su forma de larga narración en prosa, referida a un pasado distante, la novela tiene relación con la historiografía, de la que se distingue porque no busca la verdad (alḗtheia) de los hechos, sino tan sólo una ficción (plásma) de cierta verosimilitud. El emperador Juliano (carta 89 B Bidez-Cumont, escrita hacia el año 365 d. C.) habla de las novelas como «ficciones» compuestas en «forma de historia» o «en el género histórico» (en historías eídei) . Estrabón distingue sólo dos géneros en la prosa: «la dicción histórica» y «la oratoria» (I 2, 6). Los novelistas griegos son los primeros en definir su tema como una historía érōtos (Longo); los bizantinos hablarán de la novela como un drama historikón , y como un mythistórēma . (Todavía en nuestro siglo XX el término «Historia» figura en el título de numerosas novelas románticas.)

Caritón ha buscado además un ambiente muy definido, en cuanto a reminiscencias históricas, para su relato: la Sicilia de comienzos del siglo IV a. C., donde vive Calírroe, hija de Hermócrates, el estratego que derrotó a los atenienses de Nicias en la guerra del Peloponeso, y una comarca oriental bien descrita por los historiadores clásicos: la zona de Mileto y la Persia de Artajerjes II. Por otra parte, incluso la primera frase de su obra, a modo de proemio mínimo, evoca la historiografía clásica: «Yo, Caritón de Afrodisias, secretario del orador Atenágoras, voy a contar un suceso amoroso que acaeció en Siracusa» y puede compararse con famosos comienzos, como el de la Historia de Tucídides: «Tucídides de Atenas refirió por escrito la guerra de los peloponesios y los atenienses.» Pero, frente a la presentación objetiva del historiador, el novelista usa sintomáticamente la primera persona y el verbo futuro (egṓ … diēgḗsomai) . Por lo demás, el tema, un páthos erōtikón , no es propio de un relato historiográfico; sino que, más bien, evoca un contexto dramático o una posible versión lírica. Es muy curiosa la manera en que Caritón recuerda, en varios pasajes, la victoria de los siracusanos sobre los atenienses, para decirnos, con apasionada ingenuidad, que el pueblo de Siracusa se regocija más con el relato de las románticas aventuras de Quéreas y Calírroe que con el recuerdo de la famosa victoria.

El novelista quiere también ser visto como un epígono de la épica. A tal fin intercala, a lo largo de sus ocho libros, algunos versos homéricos, en no menos de veintisiete pasajes. Con estas citas —a veces expresamente introducidas bajo el nombre de Homero, otras sencillamente mediante la inclusión de los versos en medio de su prosa— Caritón trata de suscitar un eco prestigioso, no sólo de la épica en general, sino de un determinado pasaje de la Ilíada o de la Odisea , como un contraste de fondo a tal o cual escena de su obra. Así demuestra su cultura poética y resalta la grandeza heroica de sus personajes, parangonables, al respecto, con los de Homero.

La mezcla de prosa y verso, característica de algunos textos helenísticos, generalmente supone cierto carácter popular, en oposición a la estricta separación de estilos en las obras clásicas. Este tipo de composición, denominado prosimetrum , no aparece en ningún otro novelista griego. Pero una variante del mismo se encuentra en la Vida de Alejandro del Ps. Calístenes, en cuya recensión A aparecen versificadas, en trímetros coliámbicos, las escenas de mayor intensidad paética o retórica. También en la versión latina de Historia Apollonii regis Tyri quedan restos de «prosímetro», que tal vez remonta a su posible prototipo griego. Y, con una intención paródica peculiar, en dependencia con la tradición satírica, la mezcla de verso y prosa tiene otro exponente en el Satiricón de Petronio 15 .

Quéreas y Calírroe. Efesíacas. Fragmentos novelescos.

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