Читать книгу Quéreas y Calírroe. Efesíacas. Fragmentos novelescos. - Caritón de Afrodisias - Страница 9

4. Estructura dramática y técnica narrativa

Оглавление

La novela está divivida en ocho libros. (El mismo número de libros que tiene, p. e., la Historia de Tucídides; si bien la extensión de los libros es mucho más breve en el novelista que en el historiador.) Tal división ha de remontar al propio Caritón (cf. Hägg, o. c. , p. 252), pues las separaciones entre libros coinciden con momentos interesantes de la acción, y da la sensación que el novelista aprovecha un momento de «suspense» para clausurar un libro, dejando al lector expectante del desarrollo de los nuevos sucesos. (Al modo como el folletín por entregas interrumpe su marcha en un momento álgido con el típico «Continuará en el próximo capítulo».)

La narración se presta a un claro análisis en cinco partes, a la manera de los cinco actos de una pieza teatral, según mostró R. Reitzenstein:

I. Encuentro de los amantes. Boda, separación y aventuras de Calírroe.

II. Aventuras de Quéreas en busca de su esposa.

III. Reencuentro en la corte de Artajerjes en Babilonia.

IV. Aventuras militares de Quéreas.

V. Reencuentro final de los amantes y regreso a Siracusa.

Esta división esquemática ofrece una idea bastante sencilla de la trama y ha sido aceptada por muchos estudiosos, como, p. e., por Perry (o. c. , p. 141). (B. P. Reardon, en cambio —o. c. , p. 347— prefiere otra: 1) Sucesos en Siracusa (boda, rapto, persecución), 2) Calírroe en Jonia (Dionisio, Mitrídates: desarrollo de la intriga), 3) Debate en Babilonia (= agón) , 4) Guerra y resolución un tanto fortuita). Existen en la novela tres escenarios fundamentales: Siracusa, Jonia y Babilonia (y el mundo de la corte persa), cada uno de los cuales confiere una atmósfera propia de la acción.

Recientemente C. W. Müller (o. c. , pp. 118-121) ha discutido este análisis en actos por influencia del símil teatral, subrayando que las divisiones más claras de la obra, aparte las marcadas por los libros, se encuentran destacadas por dos recapitulaciones: la de comienzos del libro V, que resume los episodios anteriores, y la del principio del VIII, que anuncia el próximo final feliz. Y se siente atraído por la hipótesis de una primera edición del texto en dos rollos de papiro, cada uno con cuatro libros, con lo que estas cesuras adquieren su pleno valor. Por otra parte, tales recapitulaciones (como, en forma más breve las quejas de los protagonistas, al recordar el ritmo progresivo de sus desgracias) tenían otro papel: el de recordar al lector o auditor los datos de las principales peripecias transcurridas, por si acaso, con lo amplio del relato, aquél necesitara rememorarlos. Sin duda, se leía la novela a retazos, en sesiones de lectura en alta voz, como por entregas. También en Jenofonte de Éfeso encontramos tales recapitulaciones, raras en autores más tardíos. (Como contraste, la complicada trama de Heliodoro requiere unos lectores muy atentos, para no perderse en los vericuetos narrativos.)

Al final de la novela (libro VIII, caps. 7-8), como colofón, encontramos una nueva recapitulación total, exigida a los protagonistas por el pueblo de Siracusa, ávido de conocer hasta el fin sus peripecias románticas. Ese pueblo emocionado, que grita «¡Cuéntalo todo!», para no perderse detalles, que se apretuja en el teatro como para oír una tragedia más viva y actual que las tradicionales, y que festeja más el éxito de la pareja de amantes que sus glorias bélicas, es un elemento sintomático del carácter «aburguesado» de la obra de Caritón. También en la novela de Jenofonte se alude, al final, a un relato de todas las aventuras pasadas, pero en esta son los esposos quienes se hacen mutuamente el relato en la soledad de la cámara nupcial, como en un eco de escena odiseica (Od. , XXIII), cuando Ulises y Penélope, se cuentan sus pasadas penas. El contraste en este punto entre Caritón y Jenofonte, que lo utiliza como modelo, es significativo. Caritón tiene una afición notoria por las escenas de masas, y por las escenas espectaculares. Su escena más lograda —y ante la que el propio novelista no se recata de mostrar un ingenuo entusiasmo— es la del encuentro de Quéreas y Calírroe (con Dionisio, Mitrídates, Artajerjes, etc.) en la corte persa en Babilonia. La aparición efectista de Quéreas, redivivo, tras los discursos tan retóricamente cuidados, con todos sus detalles sentimentales y patéticos, y tras las escenas del viaje de Calírroe hasta allí, ocupa el centro del relato.

Caritón sabe usar y dosificar el «suspense». El lector está prevenido para un desenlace que los protagonistas desconocen. La ignorancia del conjunto afecta a los personajes de la obra, tiñendo de un tono de ironía trágica sus acciones y sus palabras. ¡Cuántas veces lamentan como muerto a alguien vivo y próximo, y cuántas la Fortuna desbarata sus planes! La Fortuna que, como el Amor, es calificada por Caritón de «amante de novedades» (philókainos) 16 , es junto a Afrodita el principal motor de la acción, en cuyos irónicos contrastes se complace este autor helenístico.

La narración en prosa aventaja a la presentación escénica en su posible referencia a múltiples escenarios. Ya la épica y la historiografía contaban con esa facultad de evocar variados horizontes, escenas de muchedumbres o coloquios familiares. Pero la novela saca un nuevo partido de esas ventajas, a disposición de un público ávido de distracción sentimental. (La novela griega parece evocar un medio representativo moderno, el cine, como han indicado muchos estudiosos, como Dalmeyda, Haight, Perry, Reardon, etc.).

Caritón, que desea ser considerado epígono de la prestigiosa tradición épica e historiográfica, no pretende una originalidad en la técnica narrativa. La simultaneidad de aciones se resuelve mediante la técnica de relatar primero las andanzas de Calírroe, y luego las de Quéreas, enfocando ya a una, ya a otro, durante largos trechos. (Este es uno de los problemas de la novela griega, que generalmente tiene a los dos protagonistas viajando por separado. Jenofonte lo soluciona cambiando frecuentemente el enfoque de uno a otro, con un brusco zig-zag narrativo, en tanto que Caritón prefiere la narración seguida.) El estilo narrativo de Caritón, aunque no totalmente desprovisto de pretensiones, es sencillo y rápido. Una gran parte del texto está ocupada por el diálogo directo (la proporción exacta es de 44 por 100, según T. Hägg). Y no encontramos en él ni descripciones de objetos (las frecuentes ekphráseis de los novelistas retóricos) ni digresiones ni relatos menores intercalados. (Como ya tenemos en Jenofonte) 17 . No faltan en Caritón las escenas de sorprendente efecto, como la aludida del proceso babilónico; o de curiosa novedad, como, p. e., el parlamento de Calírroe dirigido a su hijo no nato; o de toques poéticos sueltos, como la crucifixión de Terón frente al mar, o de claro patetismo, como el ruego de Policarmo de morir junto a su amigo del alma.

Caritón maneja con cierto buen tino las alusiones mitológicas. Con una psicología sencilla y un fino sentimentalismo, con simpatía, el novelista sabe describir bien los caracteres, como destaca J. Helms. (Como rasgo curioso, advertimos que Caritón trata de caracterizar a los esclavos de la novela como personas de carácter más servil que las personas libres, como si la condición social imprimiera un cierto carácter, y que, paralelamente, los personajes de la nobleza —como Dionisio o Artajerjes— se comportan con notoria nobleza moral. Hay una cierta nota filantrópica en el trato, que se ve en la cortesía con que Dionisio se acerca a su esclava recién comprada, o en la manera de acoger a Calírroe la reina Estatira y la bella Rodoguna, y, recíprocamente, en la generosidad con que el victorioso Quéreas y Calírroe tratarán a la reina cautiva, al devolverla con todos los honores a su marido, el soberano persa.

Si Helms ha analizado la pintura de caracteres, T. Hägg ha estudiado minuciosamente la textura narrativa de la novela, contrastándola luego con la de Jenofonte y la de Aquiles Tacio. En comparación con el estilo seco y la exposición apresurada de las Efesíacas , la prosa de Caritón resalta por su agilidad y su acentuado dramatismo (muy diferente del amontonamiento de peripecias curiosas a que recurre Jenofonte de Éfeso). En comparación con el relato de Aquiles Tacio, Caritón se nos muestra como un narrador amable, sencillo y sentimentalmente ingenuo, sin excesiva malicia y exento de artificios, con una sencillez elegante y precisa.

CARLOS GARCÍA GUAL


1 Como estudios de conjunto, véanse los de: B. E. PERRY , The Ancient Romances. A Literary-historical Account of their Origins , Berkeley, 1967; B. P. REARDON , Courants littéraires grecs des II et III siècles après J. C . (pp. 309-405), París, 1971; C. GARCÍA GUAL , Los orígenes de la novela , Madrid, 1972. Del interés que suscita entre los filólogos actuales el tema da una idea el volumen colectivo que recoge en resumen las conferencias del coloquio internacional de Bangor, 1976, sobre las novelas antiguas, ed. por REARDON con el título de Erotica Antiqua , Bangor, 1977. El resumen más reciente sobre los estudios actuales, con anotaciones críticas claras, es el de T. HÄGG , publicado (en sueco) como apéndice a la traducción danesa de Heliodoro, hecha por E. HARSBERG (Copenhague, 1978, pp. 271-304).

2 La primera Sátira de PERSIO acaba con el verso: «His mane edictum, post prandia Callirhoen do» (I, 134)

«A éstos (a la gente ineducada) les doy por la mañana un edicto, y para después de la comida a Calírroe» , dice el pedante poeta romano. Es decir, traducido al lenguaje actual, algo así como: «por la mañana, el periódico y por la tarde, a la hora de la siesta, la novela rosa de moda». No es seguro, sin embargo, que Calírroe sea el nombre de una obra literaria, y no el de una persona, p. e., una joven esclava. La probabilidad de que Persio, en esta sátira escrita hacia el año 59 d. C., pudiera aludir a nuestra novela ha vuelto a ser defendida por K. PLEPELITS (Cf. Chariton von Aphrodisias, Kallirhoe , Stuttgart, 1976, pp. 29-30 de la Introducción.)

La alusión de FILÓSTRATO fue destacada por Perry, para acentuar el menosprecio que un escritor de prestigio, como este autor de la Segunda Sofística, mostraba respecto de un novelista. Dice así, en su carta 66, fingiendo dirigirse a él:

«A Caritón. ¿Crees que los Griegos van a guardar memoria de tus relatos, una vez que hayas muerto? Los que no son nadie mientras viven, ¿quiénes serán cuando ya no existan?»

Como no conocemos ningún otro literato de ese nombre, es probable que Filóstrato apostrofe al Caritón novelista. De hecho, en otros casos Filóstrato se dirige a personajes ya desaparecidos en el momento en que escribe, a comienzos del s. III . Sin embargo, no deja de ser curioso que esta alusión despectiva testimonie que dos siglos y medio después de componerla, la novela de Caritón aún era recordada por los Griegos, probando lo contrario de lo que dice.

En cuanto a la fecha de composición de la novela, A. P. PAPANIKOLAOU en su Chariton-Studien , Gotinga, 1973, propone la fecha más temprana, subrayando que Caritón sería así anterior al movimiento aticista del siglo I a. C. (en su segunda mitad). Como ya he dicho, la mayoría de los estudiosos siguen prefiriendo fecharlo en el siglo I d. C. Tan sólo R. MERKELBACH , y su discípulo R. PETRI (en Ueber den Roman des Chariton , Meinsenheim am Glan, 1963) han defendido recientemente una fecha posterior, la del siglo II , a fin de situarlo después de Jenofonte de Éfeso. Se proponen así defender la prioridad de la novela de tono mistérico, con su propaganda isíaca, representada por éste (véase la Introducción a las Efesíacas) sobre la de tipo «histórico» profano, como la de Caritón. Pero son poco convincentes en eso.

Un terminus ante quem para la datación de la novela lo ve PLEPELITS , o. c. , pp. 8 y 9, en la prohibición de condenar a algún esclavo a muerte publicada por el emperador Adriano (117-138), que se desconoce en dos pasajes de la obra (II 7, IV 2). Con todo, aunque la Caria en esa época era provincia romana, hay que recordar que la acción de la novela transcurre en un pasado lejano.

3 E. ROHDE , Der griechische Roman und seine Vorläufer , Leipzig, 1876. (3.a ed. por W. SCHMID en Leipzig, 1914, reimp. en Hildesheim, 1960).

4 Véase el excelente estudio de T. HÄGG , Narrative Technique in Ancient Greek Romances , Estocolmo, 1971.

5 Sobre la función de la novela como literatura de uso privado y de su indeterminado público remito a mi libro, ya citado, y a mi art. «Idea de la novela entre los griegos y romanos», en Est. Clás. , 74-76, 1975, pp. 111-144. El carácter popular de la novela había sido ya destacado por PERRY (en 1930), por LAVAGNINI (en 1921) y por ALTHEIM (en 1942), y de nuevo por PERRY y REARDON en sus libros ya citados.

6 C. W. MÜLLER ha insistido, brillantemente, en el hecho de que Caritón pretende resaltar no sólo su vinculación con la historiografía helenística, sino también la conexión con la épica, en un reciente artículo: «Chariton von Aphrodisias und die Theorie des Romans in der Antike» (en Antike und Abendland , XXII, 2, 1976, pp. 115-136).

7 Sobre la relación entre la estructura narrativa de las novelas griegas y la del cuento maravilloso, puede verse el interesante artículo de I. NOLTING -HAUFF , «Märchenromane mit leidendem Helden», en la revista alemana Poetica , 1974, pp. 417-455. (La autora analiza la novela de Heliodoro en sus secuencias narrativas, según el método propuesto por V. PROPP para el análisis de los cuentos.)

8 Es cierto que se ha abusado un tanto al advertir la monotonía de las novelas griegas. Los estudios actuales subrayan más bien la estructura peculiar de cada una y las características individuales de sus autores, muy diferentes en su estilo y su personalidad. En este sentido remito a los estudios, ya citados, de T. HÄGG , de B. P. REARDON , C. GARCÍA GUAL , y, en su perspectiva evolucionista, de E. CIZEK , Evolutia romanului antic , Bucarest, 1970.

9 K. KERÉNYI , Die griechisch-orientalische Romanliteratur in religionsgeschichtlicher Beleuchtung , Tubinga, 1927 (reimpr., Darmstadt, 1962); R. MERKELBACH , Roman und Mysterium , Munich-Berlín, 1962. K. KERÉNYI es mucho más reservado en cuanto al tema, y atiende a la variedad de las novelas en su estudio posterior, Der antike Roman , Darmstadt, 1971.

10 «Chariton and His Romance from a Literary-Historial Point of View», American Journal of Philology , 51, 1930, pp. 93-134, reelaborado luego en su ya citado libro de 1967.

11 Sobre la amplitud del público de las novelas. Cf. O. WEINREICH , Der griechische Roman , Zurich, 1962 (texto ya publicado en 1950), y C. GARCÍA GUAL , LOS orígenes de la novela , Madrid, 1972. cap. II.

12 Cf. Bonheur et civilisation , París, 1966, p. 110.

13 Así dice la última línea de Caritón: «Tal es la historia de Calírroe que he escrito». (Tosáde perí Kallirróēs synégrapsa.)

14 En cierto modo, como señala J. BOMPAIRE (en su Lucien écrivain , París, 1958, p. 674), se trata de «una simple cuestión de vocabulario». También podría adaptarse un contenido más amplio para el género «novela», y dividir ésta entre una especie de «novela de viajes y aventuras» y otra «novela romántica».

15 Sobre esto puede verse el claro libro de P. C. WALSH , The Roman Novel , Cambridge, 1970, y el más reciente de M. COFFEY , Roman Satire , Londres, 1976. (Especialmente en su parte III.)

16 La Fortuna es philókainos , «amante de lo nuevo» (IV 4, 2) y sabe «encontrar la trama de nuevos acontecimientos» (VI 8, 1). También es philókainos Eros (IV 7, 7). Este afán por lo nuevo e inesperado es típico de la novela, que pretende intrigar y mantener alerta al lector. El novelista, con la colaboración del Amor y la Fortuna, se ingenia para buscar episodios sorprendentes para compensar la monotonía del esquema argumental del mito romántico, tan convencional en su base última. De ahí esa búsqueda de lo maravilloso, «Suche nach dem Wunder», propia del género, y cada vez más extremada en escritores posteriores. Al afán de novedades (tó philókainon) como atractivo de la narración alude Luciano (Calumnia non tem. cred . 21), y también Estrabón (I 2, 8); ambos señalan que lo novedoso excita la atención de todo el mundo. De ahí la boga en la época de las colecciones de «maravillas» (parádoxa).

17 Creo posible que en algunas novelas breves, intercaladas en la trama de otras novelas griegas, haya influencias del género mímico, que no existen aún en Caritón, cuyo efectismo es de otro tipo. Cf. C. GARCÍA GUAL , «Apuntes sobre el mimo y la novela griega», en Anuario de Filología , I, Barcelona, 1975, pp. 33-41.

Quéreas y Calírroe. Efesíacas. Fragmentos novelescos.

Подняться наверх