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La experiencia de la vida
ОглавлениеEl tango es, sin duda, uno de los géneros musicales más anclados en el sentimiento. Entre sus poetas, nadie como Discépolo lo ha sabido describir en toda su pureza. Es la suya una lírica que bien puede caracterizarse como la hipérbole de la subjetividad.
Estas palabras parecerán cargadas de inquietudes filosóficas. Lo son, y con toda legitimidad, pues, tal como recuerda Gobelo (2012: 9), se dice que Discépolo es “un filósofo del tango”. De ese modo fue recibido por el público, por sus colegas y por los historiadores del género. Así, los poetas lunfardos Dante A. Linyera y Carlos de la Púa lo definieron como un autor “con filosofía”, y Julián Centeya se refirió a una de sus películas como si contuviera “filosofía en moneditas” (véase Galasso, 2004). Algo así como la fenomenología en la expresión de Husserl, según la cual ella opera con “moneda pequeña”.1 Asimismo, diversos estudios han sido pródigos en valoraciones filosóficas de la poética de Discépolo (Galasso, 2004; March, 2002; Dei, 2012; Lencina, 2004). Entre ellos, resulta destacable el trabajo de Cordero, quien considera que su obra es “un verdadero sistema filosófico” (Cordero, 2011: 38; énfasis en el original) por la coherencia de sus ideas. Asimismo, observa que el tango “Yira, yira” está estructurado “como si fuese un verdadero curso de filosofía” (45).