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El Cabecilla

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Me encontraba a un lado de la cancha de baloncesto que se encuentra en la unidad Habitacional donde vivo; sentado en una de las bancas donde me reunía con mis amigos y amigas, poco a poco empezaron a llegar mas amigos hasta ocupar varias bancas que estaban a un lado de la cancha. Un amigo tenia problemas en la secundaria donde estudiaba y ese era el tema de la reunión. El estudiaba en otra colonia, cerca de donde vivíamos. Había un grupo de muchachos dirigidos por uno mayor que todos, apodado "el cabecilla", que molestaban seguido a mi amigo. El se defendía pero ellos eran varios. Hubo ocaciones que le llegaron a pegar. Al final de la reunión por votación unánime decidimos presentarnos el Viernes a la hora de la salida para enfrentar a estos chavos. Llegamos unos 15 minutos antes que salieran los estudiantes, nosotros sabíamos que ellos no eran muchos pero el "cabecilla" ya era una persona adulta, nosotros todavía éramos unos adolescentes. Aunque en mayoría los superábamos pero no queríamos sorpresas. No sabíamos si otros estudiantes los apoyarían. La pelea duro poco éramos el triple de ellos. La única persona que realmente nos interesaba era el cabecilla de la banda. El como todo un cobarde fue el primero de abandonar el barco, salió corriendo, varios de mis amigos fueron tras de el así como yo. En ese tiempo tenia muy buena condición física, todos los días salía a correr mis 6 kilómetros a excepción del domingo que me la pasaba en casa todo el día. A la vez cumplía una rutina de ejercicios. En pocos minutos rebase a mis amigos, el cabecilla nos llevaba ventaja pero poco a poco fui cortándola.

Me di cuenta que yo era el único que podía darle alcance. Llegamos a una rampa de piedras y el cabecilla tomo ese camino, en ese momento me di cuenta que era cuestión de minutos, el jadeaba, sacaba aire por la boca, estaba ya cansado; pensé que era mejor si lo agarraba de la camisa y jalarlo para que cayera o meterle el pie. Era cuestión de segundos, sentía su respiración, como inhalaba aire con desesperación, el sabia que lo tenia, sabia que estaba perdido. Mi mano derecha se empezó alargar para poder tomarlo de su camisa, nunca llegue alzar totalmente mi brazo, mi oido escucho algo, si era mi voz, solamente la oí dos veces, fue suficiente para mi - déjalo ir - fue lo que dijo. Esa voz que me regreso a este mundo cuando estaba en el asfalto tirado ya sin vida. Esta voz que no ha parado de guiarme, esta voz que en ocaciones desaparece por días pero momentos como este aparece de la nada. Llega a mi telepáticamente. Regrese mi brazo a la posición que lo tenia cuando corría, mis piernas empezaron a perder fuerza hasta detenerme bruscamente. El cabecilla siguió corriendo, alcance ver una sonrisa en sus labios. Me sentía agotado por el esfuerzo que había echo, me senté sobre las piedras de esta rampa. Mis amigos llegaron y me rodearon, buscaban una explicación de porque lo había dejado ir - lo tenias en tus manos - un amigo me reclamo. Ellos seguían con sus preguntas, yo miraba al piso, estaba confundido, realmente no los escuchaba. Me pare y empece a caminar a casa de regreso, Mis amigos se sorprendieron, voltee y dije - alguien quiere regresar conmigo - ya no hay nada que hacer aquí - algunos me siguieron otros esperaban todavía una respuesta que no había, ya que no entendían porque había parado en seco, porque había dejado ir al cabecilla. Solamente lo sabia mi voz, ya que yo todavía estaba confundido.

Al llegar a casa me fui directo a mi cuarto como en otras ocaciones me recostaba y cerraba los ojos para recordar lo que había pasado. Todo el fin de semana me desaparecí de mis amigos y especialmente de mi novia, no tenia ganas de verlos; no era porque yo me sintiera mal por lo que había pasado, sabia que la voz había tenido una razón pero en ese momento yo no lo sabia. El Martes salí temprano de la escuela así que decidí pasar a ver a mis amigos antes de llegar a casa. Encontré a varios en las bancas que están a un lado de la cancha de baloncesto. Les dio alegría verme y a la vez estaban sorprendidos. La novia salió de su casa para verme y hacerme varias preguntas de donde me había metido el fin de semana. - todo lo que tengo que pasar - me dije a mi mismo. Mis amigos me platicaron que el cabecilla lo había atrapado la policia. - ¿Como fue? - pregunte. El cabecilla llego al final de la rampa de piedras y dio una vuelta donde había varios negocios y se metió en un de ellos para esconderse de nosotros pensando que lo íbamos a seguir. Pero no fue así. Ya estando adentro del local uno de los empleados lo reconoció, unas semanas antes, el había robado algunos artículos del negocio, le comentaron al dueño y entre varios empleados lo agarraron y llamaron a la policia. Me quede pensativo, no podía creerlo. Me excuse de mis amigos y de la novia que empezó a reclamarme otra vez porque me iba - necesito llegar a casa - fue lo que le dije. Aunque ya había avanzado unos metros seguía escuchando sus reclamos. No le hice caso y seguí caminando. Llegué a la calzada Acoxpa y tome rumbo a la zona de Cuemanco. Una zona ecológica, rodeada de arboles, a un costado pasa el rio cuemanco. Al final del trayecto se encuentra la Pista Olímpica de Remo y Canotaje Virgilio Uribe. Esta es la zona que 6 días a la semana vengo a correr. Subí por una cuesta y me senté en el pasto, recargué mi espalda en un árbol.

Quería estar solo pero no en mi casa, todavía tenia tiempo para que mi mama no se preocupara por mi. Cerré los ojos, empece a pensar en todo otra vez, en el momento que oí a mi voz cuando me dijo "déjalo ir". En pocos minutos comprendí todo, comprendí porque mi voz había dicho eso, siempre al paso de los días lo entiendo, nunca me lo dice, solamente me dice que tengo que hacer o a donde tengo que ir. Llegué a la conclusión que mi voz me cuidaba, fuera quien fuera, ya que no sabia de que lugar me hablaba. Volví a reconstruir en mi mente lo que paso ese día; si le hubiera metido el pie o lo hubiera agarrado de la camisa y tirarlo bruscamente, a lo mejor lo mataba, corríamos sobre piedras a gran velocidad, la caída iba a ser mortal. A lo mejor lo lesionaba gravemente. La voz sabia que iba a pasar después con este individuo. Por eso me dijo que lo dejara ir. Si no le hubiera echo caso no se que hubiera pasado pero nada bueno de eso estoy seguro.

Era ya tiempo de regresar a casa aunque las preguntas seguían en mi cabeza sonando de lado a lado.

¿Esta voz definira mi destino?

¿Seré alguien especial?

¿Por eso me cuida?

No lo sabia, no tenia respuestas para cientos de preguntas que tenia en mi cabeza. Pero cada día entendía mas estas experiencias. Aunque siempre me que daba una gran duda.

La Voz

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