Читать книгу Identidad robada - Carmen María Montiel - Страница 7

Introducción

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El matrimonio puede ser la relación más segura o la más peligrosa. Hacia el final del mío, supe que mi unión era del segundo tipo, pero ¿cómo podía decir algo al respecto?

La violencia de género es una asesina silenciosa, ya que ocurre a puerta cerrada. De hecho, cada nueve segundos una mujer es víctima de este tipo de delito.

En el caso de la agresión sistemática que sufrí, matarme habría sido demasiado obvio. La siguiente mejor opción era enterrarme viva enviándome a prisión.

Como la mayoría de las mujeres, yo ignoraba que era víctima de violencia de género. El agresor comienza por infligir maltrato psicológico para destruir primero la autoestima y la confianza de las víctimas. Luego, la agresión pasa a ser física.

Mi marido logró disminuirme durante años de maltrato psicológico y físico e incluso mediante el uso de drogas. Pensó que finalmente me tenía fuera del camino para poder disfrutar de la vida como quisiera, gastando nuestro dinero y disfrutando de su adicción al sexo.

Sin embargo, pese a estar casi destruida, logré conservar mi dignidad aun viéndome obligada a permitirle mantener una doble vida: la de un respetado hombre de familia con una consulta médica exitosa, y también la de un marido que engañaba a su esposa con prostitutas, a menudo en su propia casa.

Amaba a mi esposo y luché con todas mis fuerzas para construir nuestra familia y nuestro negocio. Nunca imaginé que podría lastimarme o que terminaría tratando de destruirme. Nunca pensé, cuando me lastimó, que aquello pudiera ser intencional, ya que todos los agresores culpabilizan a sus víctimas. Y hasta tal punto lo había logrado en mi caso que, después de cada agresión, yo recreaba el incidente para ver qué era lo que había hecho para que él reaccionara de esa forma.

Identidad robada va más allá de la violencia de género y contempla además la nueva agresión virtual a través de internet, de la que sigo siendo víctima. Expone también lo difícil que es, incluso para las autoridades, reconocer a los agresores.

Esta es mi historia, la de una mujer inmigrante y maltratada que no encontraba forma de escapar o de esconderse. Una católica que cree en la familia y que luchó por mantenerla por el bien de sus hijos. Sin embargo al final, y precisamente por sus hijos, tuvo que salir de ese matrimonio vicioso para salvarse y salvarlos.

Identidad robada

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