Читать книгу La Chica Y El Elefante De Hannibal - Charley Brindley - Страница 13
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ОглавлениеMe despertaron briznas de heno cayendo sobre mi cara. Por la palidez de la luz sabía que pronto amanecería, pero no me di cuenta de dónde estaba. Al principio pensé que en el bosque, entre dos árboles. Grandes postes grises se alzaban a cada lado y se juntaban sobre mi cabeza en un enorme cielo gris y arrugado. Incliné la cabeza hacia atrás y vi una gran boca masticando un montón de heno.
—Obolus —susurré—. ¿Cuándo te has levantado?
La gran trompa se balanceó hacia mí y me rozó un lado de la cabeza. La agarré y sentí cómo entraba el aire cuando me olfateó la mano. Me agarré para levantarme y vi que sus patas estaban tan cerca de mí, que casi parecía que me resguardaba. No sabía cómo se las había arreglado para levantarse sin que me diera cuenta, y se había quedado encima de mí mientras dormía.
Pasé la mano a lo largo del gran colmillo curvo que se alargaba hacia afuera. Si me tumbara sobre él, mi cabeza aún no llegaría a la punta. Tenía dos grandes colmillos, uno a cada lado de la trompa. Me recordaban a unos hermosos dientes, con tacto suave.
—Veo que ya estás desayunando, amigo mío.
Hizo un sonido estruendoso en lo profundo de su pecho, y enseguida oí un sonido casi idéntico desde el otro lado del camino, seguido de un fuerte golpe. Obolus levantó su pata y lo dejó caer, dando un golpe aún más fuerte. Otro golpe de respuesta desde más lejos en el camino. No sé lo que decían, pero estos grandes animales estaban teniendo una conversación. Estaba segura.
—¿Te has fijado en mi pulsera? —Levanté la muñeca para que la viera. Parpadeó y buscó más heno—. ¿Ves ese melón de ahí?
Señalé un gran melón verde que estaba al otro lado del sendero, a los pies del heno de otro elefante. No estaba segura de si miraba hacia donde yo apuntaba, pero su trompa se enroscó alrededor de mi antebrazo.
—Voy a buscarlo para ti, pero luego me tengo que ir. Yzebel y yo tenemos mucho trabajo esta mañana, y debo volver a la tienda antes de que se despierte.
Miré a ambos lados de Elephant Row para asegurarme de que ninguno de los hombres estaba cerca, luego corrí por el sendero, agarré el melón y corrí de regreso a Obolus. Inmediatamente, levantó la trompa y abrió la boca. No estaba segura, pero una gran sonrisa parecía dibujarse en su cara cuando le metí el melón en la boca. Cuando inclinó la cabeza hacia atrás y lo aplastó, hizo un ruido extraño a través de la trompa levantada. Esto provocó un barrito bajo del anterior dueño del melón, seguido de un golpe de pata de cada uno. Esperaba no haber empezado una discusión entre esos dos gigantes.
Un destello lila teñía el oriente cuando recogí la capa de Tendao y me sacudí el heno.
—Adiós, Obolus. Debo regresar rápido a la tienda de Yzebel. Pero volveré pronto, lo prometo.