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El trabajo con los obstáculos
ОглавлениеComo ya hemos dicho, antes de afrontar los obstáculos, el perro debe tener una educación básica previa. Lógicamente no debemos buscar una obediencia coercitiva que desemboque en la sumisión, sino desarrollar un trabajo orientado al desarrollo y el refuerzo de la relación perro-dueño, aumentando siempre la confianza mutua. Los perros bien educados asimilan rápidamente las técnicas indispensables para aprender a superar los obstáculos de agility. Y, por el contrario, los perros que han tenido una educación descuidada o errónea, y que escapan del control de su dueño, adquieren fácilmente malas costumbres, aprenden más lentamente y corren el riesgo de hacerse daño.
Reglas generales
• Para empezar el trabajo de agility en perfectas condiciones, es indispensable tener una buena relación con el perro, relación que debe trabajarse continuamente a través del juego.
• El objetivo principal del entendimiento entre perro y conductor es condicionar al perro a una relación alegre y competitiva con su pareja; este condicionamiento se reflejará positivamente también en la vida cotidiana.
• Para el perro, realizar un recorrido de agility conjuntamente con su conductor debe ser algo muy agradable, deseable como un premio; para obtener este resultado es indispensable añadir al deseo de progresar la paciencia necesaria para superar los problemas que inevitablemente surgirán; se debe tener en cuenta que al principio las mayores dificultades estarán causadas más por la inexperiencia del conductor que por problemas del perro.
• En el terreno de agility es muy importante mantener una actitud alegre y tranquila: el conductor nunca debe transmitir al perro ansiedad, insatisfacción o, peor aún, ira.
• Hay que tener en cuenta que muchas veces las progresiones de los dos componentes del equipo no se corresponden (normalmente el perro aprende mucho antes que el dueño), pero, antes o después, llega el momento en que el ritmo coincide, y entonces nace el deseo de empezar a competir con el compañero para intentar superar un reto conjuntamente.
• El agility tiene la virtud de crear una comunicación especial entre el perro y el conductor: cualquier gesto es captado al instante e interpretado debidamente (lo cual hace pensar erróneamente que el perro «nos lee el pensamiento»).
• El trabajo a realizar es largo, pero no mucho, y los resultados son tan satisfactorios que difícilmente quien empieza a practicar esta disciplina luego la abandona.
• El trabajo en agility aprovecha solamente las motivaciones positivas. No se usan órdenes rígidas, como en obediencia; es más, la «convicción» con la que se da la orden es determinante. Gritar no sirve de nada, y, además, perjudica. En el campo de agility es importante reconstruir la misma atmosfera de complicidad que se crea en casa cuando se juega con el animal; para conseguirlo el tono de voz debe ser igual en esos momentos.
• Para que el perro considere desde el principio el trabajo en el trazado como una agradable diversión, habrá que procurar mantenerlo en máxima «apertura»: se prepararán ejercicios y recorridos muy simples, que no le causen decepción, ni a él ni al dueño, evitando así el estrés que provocarían recuerdos desagradables relacionados con el agility, muy negativos en el proceso de aprendizaje.
Caniche en la pasarela
Salto de longitud de un moloso
El instructor
La toma de contacto con los obstáculos de agility es determinante para el futuro.
El primer consejo que damos a quien quiera iniciarse en esta disciplina es contar con los servicios de un buen instructor, que lo pueda guiar con su experiencia, que le dé confianza y le impida cometer errores.
Este periodo de iniciación puede tener consecuencias importantes, porque determina el placer del perro por este tipo de trabajo. Los recuerdos traumatizantes son siempre difíciles de borrar, y merece la pena no correr riesgos debidos a la inexperiencia del conductor.
Siempre resulta muy positivo inscribirse en un club especializado, que, además de proporcionar la infraestructura y los instructores, representa un marco de comparación y socialización.
Si esto no fuera posible, es indispensable contar con un «asistente» que nos ayude en la iniciación a los obstáculos.
Familiarizar al perro con los obstáculos
El conocimiento y la adaptación a los obstáculos pueden causar cierta aprensión al animal, y por ello debe ser tranquilizado con caricias y voces de ánimo, indispensables en esta etapa del aprendizaje. Sin embargo, más adelante habrá que procurar no excederse en las felicitaciones, porque podría ocurrir que el perro tuviera ganas de ir hacia su dueño después de cada obstáculo, y ello provocaría una pérdida de concentración en el trazado. E igualmente, en caso de error, el nerviosismo y la violencia solamente servirán para bloquear al perro en una actitud negativa.
Nuestro nerviosismo se transmite inmediatamente al perro y disminuye el potencial de confianza, seguridad y placer en el trabajo. Generalmente la negativa de un perro a superar un obstáculo se debe a una enseñanza errónea. En efecto, o bien el perro no ha entendido lo que se espera de él, o bien no ha superado sus aprensiones. En el primer caso, significa que el conductor ha sido poco claro, y en el segundo, que no ha sido suficientemente convincente o tranquilizador.
Hay que prestar especial atención a la primera aproximación, que preferiblemente deberá transcurrir en presencia del instructor. Un error en este primer paso puede originar problemas importantes en el futuro.
Un labrador en el slalom
Las motivaciones positivas
La conducta positiva debe demostrar al perro que estamos contentos con su actuación. De hecho, una caricia o una felicitación realizadas con un tono de voz suave y persuasivo pueden servir para evitar angustias y prevenir aprensiones.
El juego y la comida son aliados muy valiosos: un perro al que le guste jugar será muy fácil de motivar y no dará problemas de velocidad al cubrir el trazado. Y, por el contrario, un perro sensible a la comida tendrá mucha facilidad para las llamadas rápidas y todas aquellas situaciones en las que se necesite prestar mucha atención al conductor.
Los refuerzos positivos que se usan en agility son:
• El juego. Pelotitas (del tamaño adecuado al perro), juguetes o cualquier otro objeto que atraiga la atención del perro son útiles para nuestro objetivo. En casa probaremos con diferentes objetos, hasta encontrar el mejor para nuestro perro. Por ejemplo, a los perros que poseen un fuerte instinto predatorio (molosoides, perros de pastor, etc.) les suele atraer el juego competitivo-combativo con el mordedor de cuero o un trapo. En cambio, los perros poco juguetones, pero con mucho interés por la comida, pueden adquirir progresivamente gusto por el juego: para ello se puede utilizar, por ejemplo, un calcetín lleno de comida, que poco a poco se irá vaciando hasta que se convierta en el objeto preferido. Muchos perros que al principio pueden parecer reacios al juego, si reciben el estímulo adecuado, desarrollan espontáneamente el instinto de jugar. El conductor debe saber incentivar con paciencia esta cualidad. El juego es la mejor motivación para la adquisición de velocidad y el envío, y, por tanto, debe ser utilizado para premiar al perro en todas las fases dinámicas del trabajo.
• La comida. Sirve para motivar inicialmente a los perros gandules y a los que no les atrae el juego. Es un recurso importante para utilizar con todos los perros como premio en las situaciones de inmovilidad que forman parte del trazado (mesa, zonas de contacto, salida), pero también para focalizar su atención directamente en el conductor (en los momentos de cambio de dirección), o con perros que se distraen o tienden a escaparse. Salvo que trabajemos con perros particularmente golosos, conviene utilizar trozos de comida muy apetitosa (hígado, queso, jamón, etc.) que no se dan al perro en ninguna otra situación. Esto garantizará una respuesta inmediata y ganas de colaborar por parte del animal. Lo ideal sería trocitos pequeños, pero apetitosos y olorosos.
• Las felicitaciones del dueño. Son una herramienta fundamental. En efecto, las manifestaciones de afecto del dueño, sobre todo cuando son explícitas y calurosas, son fuente de gran alegría para todos los perros. Para que esta herramienta no pierda eficacia, conviene no abusar, ya que a veces es el único medio posible para motivar suficientemente al perro y lograr que le guste el agility.
Los refuerzos positivos se utilizan de forma atenta y constante, con la idea final de crear un condicionamiento positivo para el trabajo.
Cuando el perro comete un error, salvo en casos extraordinarios, no debe ser castigado; simplemente hay que limitarse a no premiarlo, es decir, a no confirmar su comportamiento erróneo. Se reanudará el ejercicio desde el momento anterior al error, animándolo y premiándolo en cuanto haya superado correctamente el punto crucial.
Si durante el trabajo se registran problemas importantes de obediencia, estos deben resolverse en otro lugar, fuera del campo de entrenamiento. Habrá que volver al programa de obediencia básica y, al mismo tiempo, procurar mejorar la atención del perro hacia el conductor por medio de la motivación positiva.
Para poder realizar un buen trabajo en agility es fundamental lograr la atención incondicional del perro, que luego utilizaremos para controlarlo durante el recorrido, sin tener que recurrir a métodos que, aunque sean poco coercitivos, impliquen una cierta cerrazón.
El perro debe acostumbrarse por medio de este lenguaje a distinguir un comportamiento correcto de uno equivocado. Naturalmente, lograrlo implica mucha constancia por parte del conductor, que nunca puede dejarse vencer por los nervios ni descargar su frustración personal en el perro. En efecto, lo que más confunde a este es la inconstancia y la incoherencia del conductor. Para que el adiestramiento sea un éxito se necesita calma, objetividad, paciencia y comprensión.
En agility se adiestra al perro con un método dulce, basado en el juego, la comida y la confirmación por parte del dueño; de este modo el perro se inicia en los obstáculos sin ninguna coerción y con mucho entusiasmo
Importancia de un trabajo riguroso
A pesar de trabajar en positivo, en agility hace falta mucho rigor. No se deben aceptar divagaciones, porque el perro aprende muy rápidamente las malas costumbres. Desde que entra en el campo de entrenamiento, debe estar bajo el control del conductor (con o sin correa), hasta que se dé cuenta de que, aun tratándose de un juego, tiene que respetar unas normas y no está autorizado a tomar la iniciativa.
Las consecuencias de negligencias en este ámbito son difíciles de corregir y a veces, incluso, pueden ser peligrosas para el animal.
Iniciación progresiva a los obstáculos
Considerando que la iniciación a ciertos obstáculos sirve para afrontar otros en mejores condiciones, es imprescindible adoptar una progresión lógica de aprendizaje de los obstáculos.
Los primeros pasos se realizan siempre con la correa puesta, para tranquilizar y controlar al perro, al que no hay que soltar hasta que tenga confianza y capacidad suficientes. Y habrá que volvérsela a poner cada vez que se deba efectuar una corrección.
Es aconsejable alternar la posición del conductor con respecto al obstáculo para acostumbrar al perro desde el principio a no preocuparse por la posición de su conductor.
Respecto a los obstáculos que en un principio generan más temor al perro (túnel, pasarela y balancín), es conveniente contar con la ayuda de otra persona. En la medida de lo posible, deberá seguirse un criterio de progresividad en la altura de los obstáculos regulables.
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