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Conocer al perro

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El carácter

Antes de iniciar el adiestramiento propiamente dicho, del tipo que sea, debemos conocer perfectamente al perro, tanto anatómica y estructuralmente (el veterinario será de gran ayuda en esta valoración), como desde el punto de vista del carácter.

Este último aspecto permite una aplicación válida del método natural de adiestramiento, ya que el programa de trabajo cambiará significativamente según el carácter del perro.

Cada perro se comporta de modo distinto al resto de sus congéneres ante los problemas que debe afrontar todos los días, aunque las diferencias a veces sean realmente mínimas, hecho que demuestra la existencia de un carácter individual, determinado por la herencia y las experiencias acumuladas a lo largo de su vida.

Además de recomendar la lectura de un buen texto de psicología canina, a continuación daremos algunos conceptos fundamentales del comportamiento del perro que permitirán conocer mejor a nuestra pareja de agility. En primer lugar, resumiremos esquemáticamente las principales características psicológicas del perro.


Fox terrier en acción: el agility, practicado como afición a alto nivel, es una actividad que divierte al perro

El temple

Es la capacidad del perro de soportar estímulos externos desagradables, físicos y psíquicos, sin que se produzcan reflejos negativos en su comportamiento.

Un ejemplo: el perro que al saltar golpea el obstáculo, si tiene temple volverá a saltar con gran tranquilidad, pero si tiene un temple débil le costará volver a afrontar el obstáculo.

El temperamento

Se entiende por temperamento la rapidez de reacción ante estímulos externos agradables y desagradables. La rapidez de reacción es directamente proporcional al temperamento.

La posición de las orejas, del cuello, la tensión de los músculos, el interés por lo que ocurre a su alrededor son indicadores de un temperamento vivaz.

La docilidad

La docilidad es la capacidad del perro de aceptar de forma natural al hombre como su superior, sin la necesidad de tener que recurrir a métodos coercitivos.

El perro dócil está tan compenetrado con su conductor que a veces, incluso, se anticipa a sus órdenes, y tiene una relación de estimación con él que le hace estar siempre dispuesto a cumplir con entusiasmo cualquiera de sus deseos, aceptando como naturales las limitaciones impuestas por la convivencia diaria.

La vigilancia

Desde el punto de vista del agility, la vigilancia no debe entenderse solamente como la capacidad de avisar de la aproximación de peligros externos, sino también como el «tiempo de atención», es decir, la capacidad de permanecer concentrado más o menos tiempo en un acontecimiento concreto, en nuestro caso en la secuencia de obstáculos. Esta capacidad no es sólo una característica natural, ya que puede ser mejorada con la práctica y es directamente proporcional a la edad del perro.

La posesividad

Se entiende por posesividad el deseo por parte del perro de adueñarse de un objeto que despierta su interés.

Todos los cachorros juegan con la pelota, el trapo, el bastón, y pronto en el juego surge el elemento posesividad. A nosotros nos corresponde motivarlos en este sentido. Esta es quizá la característica psíquica fundamental para un perro de agility, junto con el temperamento, en contraposición con la apatía.

La apatía

Es la falta, en mayor o menor grado, de reacción a los estímulos externos, positivos o negativos. El perro apático no tiene motivaciones y es prácticamente inadiestrable.

La combatividad

Es la capacidad de reaccionar a un impulso desagradable con un comportamiento de lucha.

Puede ser una característica útil para estimular al perro, siempre que la posea en niveles bajos. Pero el exceso de combatividad puede desembocar en una pulsión agresiva hacia sus congéneres o, peor aún, hacia el hombre; por eso no se debe tolerar ya desde cachorro.

La sociabilidad

Es la capacidad natural del perro de integrarse en la sociedad. Esta cualidad debe valorarse siempre en paralelo a la socialización, que es el periodo de tiempo necesario para integrarse en la jerarquía social de su especie o grupo.

El perro de agility ideal

Examinando al perro a la luz de las características caracteriológicas que acabamos de definir, podemos obtener su perfil caracterial con bastante precisión. Si comparamos dicho perfil con el del ejemplar que describiremos a continuación, podremos formarnos una idea del potencial de nuestro perro.

El perro de agility ideal debe tener:


• un temperamento muy vivaz con tiempos de reacción muy rápidos a todo tipo de estímulos;

• un temple no muy alto, para poder ser maleable, pero suficiente para soportar el estrés inevitable de los entrenamientos, los viajes y los concursos;

• un alto grado de docilidad para estar siempre dispuesto a seguir con entusiasmo a su conductor;

• un tiempo de atención lo más largo posible, para mantener la concentración a lo largo del recorrido;

• un buen nivel de posesividad, sobre todo en lo que se refiere al perfil predador, para que tenga interés por estímulos positivos, como el mordedor, la pelotita, etc.;

• una perfecta socialización, con el hombre y con los demás perros, aunque, de hecho, el agility mejorará por sí mismo esta importante característica.


Por otro lado, es evidente que desde el punto de vista morfológico los perros de talla adecuada, ágiles, ligeros, explosivos y veloces tendrán ventaja con respecto a los perros muy robustos, pesados, lentos y poco dinámicos.


Agilidad, velocidad y entusiasmo son las principales cualidades que se necesitan para triunfar en agility

La elección del cachorro

Muchas de las personas que quieren iniciarse en esta disciplina deportiva canina tienen ya un perro y quieren practicarla con él, con la esperanza de divertirse los dos. Otras, por el contrario, todavía tienen que elegirlo y buscan un cachorro que llegue a ser competitivo. Para estas personas ofrecemos una guía exhaustiva que les ayudará a orientarse en una elección que no es fácil, porque nadie posee una bola de cristal que permita realizar una elección segura. De todos modos, se debe tener en cuenta varios aspectos, que pueden ayudar a descubrir un potencial campeón.

La raza

Todos los perros pueden practicar agility. A veces en los concursos participan perros de talla grande, como el dogo o el terranova. Sin embargo, estos perros, además de tener algunas dificultades para afrontar con soltura determinados obstáculos, corren el peligro de lesionarse debido a su propio peso en una caída accidental desde un obstáculo de contacto. Sea como fuere, en el agility están representadas todas las razas caninas. Las más competitivas son quizá las razas de pastor, aunque la experiencia nos dice que la raza no es lo que más cuenta, sino las características individuales.

Por lo tanto, podemos escoger libremente la raza que más nos guste, a condición de que tengamos en consideración las cualidades de carácter y morfológicas indispensables.

El perro de agility debe ser juguetón, atento, vivaz, posesivo, enérgico y reactivo, pero, al mismo tiempo, equilibrado, obediente, dócil, valiente e inteligente.

Desde el punto de vista morfológico, ha de tener una altura correcta en relación con su categoría, debe tener una buena preparación atlética y nunca debe tener sobrepeso, para abordar los obstáculos con soltura y agilidad. Por el momento, en la Categoría Mini existe un equilibrio de razas, y las preferencias están divididas entre shetland, caniche, beagle y jack russell. En la Categoría Estándar los border collie han monopolizado la categoría, quizá por encima de sus propias posibilidades, dado que otras razas varias, como pastores belgas o retriever, pueden hacerlo igual de bien. Además, quien compra un border collie debe saber que no todos los ejemplares de esta raza son futuros campeones, y pocos conductores tienen nivel suficiente para aprovechar plenamente el potencial y las características de esta raza.

Recordemos, no obstante, que en cada raza puede haber un individuo que excepcionalmente sea un campeón potencial; sólo se necesita tener la suerte de encontrarlo.


En Agility Mini, los beagle están logrando resultados excelentes, junto con los shetland y los cocker

El sexo

La elección del sexo es una cuestión totalmente personal. Los adiestradores profesionales tienen preferencias muy subjetivas: unos trabajan mejor con hembras, otros con machos. En líneas generales, las hembras son más fáciles de adiestrar y maduran mucho antes que los machos, pero estos suelen tener características más estables. Esto mismo es válido en referencia a las cualidades relacionadas con la velocidad: las hembras normalmente son más pequeñas y, por lo tanto, más rápidas en las partes estrechas. Los machos, por el contrario, suelen tener el paso más largo y cubren más espacio.

Al elegir el sexo, no podemos pasar por alto mencionar los periodos de celo de la hembra. A este respecto, los problemas son equivalentes. Es cierto que las hembras tienen cambios de humor antes y después del celo que pueden incidir de forma determinante en su rendimiento, pero también es cierto que los machos pueden ser muy distraídos. Sin embargo, normalmente los perros a los que les gusta el agility están tan concentrados que no hay estímulo externo que pueda distraerlos.

Test de valoración

Una vez establecidos la raza y el sexo del cachorro, la elección estará siempre ligada a un componente de suerte, porque es casi imposible valorar bien las cualidades futuras de un animal de un par de meses.

Es importante confiar en un buen criador que, a través de la selección de la raza, haya potenciado las características típicas. Una buena opción es informarse sobre qué criaderos producen los animales que más destacan en los concursos de agility. Siempre que sea posible, será conveniente ver a los padres del cachorro, para asegurarse de que no padezcan enfermedades hereditarias y valorar sus resultados en el mundo de la competición.

El cachorro se elige entre las siete y las diez semanas, no antes, para que haya pasado la fase de imprinting con la madre y los hermanos, pero tampoco después, para no retrasar la adaptación a nuestra «manada». Una que vez se ha encontrado la camada, la parte más difícil es elegir el cachorro; para hacerlo debemos dejarnos aconsejar por el criador. Hay una serie de pruebas que podemos realizar a título indicativo. Veamos a continuación las más interesantes.


• Comprobemos que el cachorro tiene interés en traer los objetos. La experiencia ha demostrado que un cachorro que a esta edad tiene predisposición para el cobro tendrá facilidad para trabajar con el hombre y será potencialmente un buen perro. Nos agachamos cerca del cachorro y llamamos su atención arrugando una hoja de papel, y, mientras nos mira, le lanzamos la bola de papel a un par de metros; el mejor resultado que podemos esperar es que la vaya a buscar y la traiga. En cualquier caso, descartaremos al cachorro que no muestre interés alguno por este juego.

• Valoremos la sensibilidad del cachorro: hacemos un ruido fuerte y seco (por ejemplo, golpeamos una cazuela con una cuchara). El cachorro debe escuchar y localizar el sonido; si no siente interés y curiosidad difícilmente responderá con prontitud a las órdenes que reciba durante el recorrido. Asimismo, el cachorro no debe asustarse y huir, porque en tal caso es probable que sea un animal demasiado sensible para poder soportar en un futuro el ruido y el estrés de una competición.

• Valoremos la inteligencia y la curiosidad: atamos un trapo a una cuerda y lo movemos; el buen cachorro se interesará e irá a ver qué es aquel extraño objeto, lo perseguirá e intentará atraparlo con la boca.

• Una última prueba muy importante es el test de dominancia del perro o, dicho de otro modo, su mayor o menor grado de sumisión. Nos agachamos, sujetamos al perro y lo ponemos boca arriba, con el lomo contra el suelo o levantándolo, por espacio de 30 segundos. El animal dominante se revolverá, luchará e intentará morder las manos que lo aferran; el sumiso no luchará y evitará la mirada; el animal equilibrado al principio luchará, pero al cabo de poco se calmará e intentará establecer un contacto con nosotros. El perro dominante puede ser el más válido desde el punto de vista de la competición, si bien es cierto que necesitará un buen adiestramiento, un trato firme y un control continuo. El perro equilibrado representa la vía del medio y por esta razón es, sin duda alguna, la opción mejor para un principiante.


Siempre que sea posible, realizaremos más de una visita al criadero, ya que muchas veces la primera impresión no es la correcta. No nos importe ir más de una vez, preguntar y visitar toda la instalación. Cuando hayamos elegido finalmente al cachorro, realizaremos los preparativos para trasladarlo, pensando ya en empezar la educación básica.

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