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El falso trabajo interior de la cavilación y la especulación

Con el tiempo, pareciera que nos volvemos muy buenos generando relaciones y correspondencias con nuestro conocimiento, llenando los huecos que nuestra visión corta y velada genera, así como aquellas brechas de conocimiento por falta estudio y profundización en lo que «sabemos y hacemos». Nos volvemos expertos en entender por encimita.

Puede que dudar y cuestionarnos sea el primer paso del trabajo interior. No es fácil llegar a ese camino, ya que muchas veces nos volvemos defensores de aquello que ni siquiera entendemos. En estos primeros avances vamos gateando.

Dudar de nosotros mismos y de nuestro proceso, de nuestro vacilante camino de aprendizaje, es un reto mayor y un acto de rebeldía racional y con sentido de humildad y de verdadero encuentro con lo que somos.

Esta habilidad que vamos desarrollando a lo largo de la vida, de rellenar los huecos no observados de realidad para dar sentido a nuestra experiencia, nos lleva a ser magos del autoengaño, genios y maestros de la suposición sin trabajo.

Cavilar, especular y reflexionar es parte del trabajo interior, pero solo es una fracción. Falta realizar verdadero trabajo praxeológico que nos exponga como seres conscientes a cuestionar nuestro entendimiento y lo que somos. Es necesario que busquemos en la medida de lo posible vaciar nuestro vaso con regularidad para que podamos seguir incorporando conocimiento y crecimiento. Se trata de pararnos, movernos y hacer. Se trata de investigar, trabajar, exponernos. No solo es pensar.

Si bien la intuición es importante y en gran medida viene dada por el desarrollo de nuestra capacidad para relacionar y generar correspondencias con el conocimiento y la experiencia que hemos desarrollado en el tiempo, se encuentra limitada por varios sesgos cognitivos, entre ellos el sesgo de confirmación, ese que nos hace buscar más de lo que sabemos y más de lo que tiene que ver con lo que pensamos y estamos de acuerdo. Nos volvemos el «más de lo mismo», que parece tener sentido porque todo se retroalimenta. Entramos en un bucle.

Una manera potente de trabajar interiormente es dudar de todo y en todo momento, generando ese silencio receptivo en nosotros, contraponiendo posturas y aceptando tesis con las que no estamos de acuerdo.

No solo se trata de exponerse, tolerar, dudar sin sentido y llegar a ser unos completos autómatas en la incredulidad, sino que se trata de hacer las preguntas necesarias y correctas sin miedo, tirar lo que tengamos que tirar, renovar lo que tengamos que renovar.

Nos construye más creernos idiotas e ignorantes que creernos inteligentes y sabios.

Muchas veces aquello que nos sirvió ya nos estorba y todavía no nos damos cuenta.

TransformArte: El viaje del Pez

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