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ОглавлениеCAPÍTULO I
La tierra, fuente de alimento para las plantas
Cómo se ha formado la tierra de nuestro huerto
Desde el punto de vista agronómico, la tierra cutlivable es la delgada capa de 20 a 30 cm. que trabajan y exploran las raíces (las raíces de ciertas plantas descienden mucho más profundamente, pero la mayor parte de la masa de la «cabellera radicular» se encuentra cerca de la superficie). Esta capa es semejante a la capa sobre la que reposa el subsuelo o «roca madre», y a la vez muy diferente de ella. Semejante porque es la «hija» de esta roca madre, de la cual ha nacido. Diferente porque contiene materia orgánica y es sede de una intensa actividad biótica, que no posee el subsuelo.
De la roca madre a la tierra
Existen muchas clases de roca madre, pero todas tienen una cosa en común: están compuestas exclusivamente por sustancias minerales y por lo tanto son inertes. Pueden estar constituidas por rocas en el sentido literal del término: granito, basalto, pórfido, arenisca, caliza, etc., pero también por arena, arcilla, limo o por mezclas diversas de estos elementos. Algunas de estas rocas son las constituyentes de la corteza terrestre —las rocas primarias—, otras han sufrido diferentes transformaciones a lo largo de los tiempos geológicos —las rocas metamórficas—, y por último otras son el resultado de la acumulación, durante millones de años, de depósitos o sedimentos de orígenes muy diversos —las rocas sedimentarias—
La transformación de la capa superficial de una roca en tierra se ha realizado a lo largo de milenios bajo la acción de agentes atmosféricos y seres vivos. A largo plazo, ninguna roca resiste la acción conjunta de los factores climáticos y de las bacterias, seguida a continuación por la de las plantas. Las bacterias son las primeras que «colonizan» una roca agrietada por el hielo o las variaciones de temperatura entre el día y la noche. Los líquenes se instalan a continuación, y a éstos les siguen las plantas superiores. Todos estos seres vivos extraen una parte de su alimento de los minerales contenidos en la roca y cuando mueren dejan residuos orgánicos que se acumulan durante milenios y forman el humus, clave de la fertilidad de la tierra. Paralelamente prosigue la acción mecánica de los agentes atmosféricos y de las raíces, las rocas continúan sufriendo transformaciones físico-químicas, los silicatos que éstas contienen dan nacimiento a la arcilla y poco a poco se forma, incluso a partir del más duro granito, una capa mullida y rica en humus: la tierra.
La tierra es más o menos fértil según la naturaleza de la roca madre de la cual proviene, y según la cantidad de humus que contiene.
Los constituyentes de la tierra
La tierra comprende dos grandes categorías de constituyentes: la materia mineral y la materia orgánica. La primera representa, con mucho, la parte más importante cuantitativamente —del 90 al 98%—, pero la fertilidad de la tierra depende principalmente de la segunda.
Los materiales minerales
La mayoría son insolubles y provienen de la descomposición de la roca madre. Los minerales no pueden ser utilizados directamente por las plantas. Se clasifican en función de sus dimensiones y de su naturaleza química.
Hay otro material mineral, la caliza, que se clasifica aparte a causa de su naturaleza química pues está formada por carbonato de calcio, mientras que los minerales antes citados —excepto las partículas gruesas de las tierras calizas— están formados a base de sílice.
Las propiedades y la fertilidad de una tierra dependen principalmente de dos factores: de su contenido en humus, como se verá más adelante, y de la proporción antre arena, limo y arcilla.
LAS PARTÍCULAS DE TIERRA, DE LAS MÁS GRANDES A LAS MÁS PEQUEÑAS
Nombre
Dimensiones en milímetros
Grava y piedras
más de 2 mm.
Arena gruesa
de 0,2 a 2 mm.
Arena fina
de 0,05 a 0,2 mm.
Limo
de 0,002 a 0,05 mm.
Arcilla
menos de 0,002 mm.
• La grava, la arena y el limo son relativamente inertes químicamente. Provienen de un desmenuzamiento mecánico de las rocas y juegan su papel principal en la circulación del aire y del agua a través de la tierra: la arena facilita esta circulación; el limo, por el contrario, se compacta cuando es comprimido y entonces el aire y el agua circulan difícilmente.
• La arcilla, al revés de las partículas precedentes, proviene de una disgregación química de las rocas. Las partículas de arcilla no son redondas como las de arena o limo, sino laminares, de tamaño microscópico y superpuestas entre sí. La arcilla es esencial para el almacenamiento del agua y de los elementos nutritivos que necesitan las plantas.
Las propiedades físicas de la tierra dependen principalmente de la proporción relativa de arena, limo y arcilla.
Cuanto más rica es una tierra en arena y pobre en arcilla, con mayor rapidez se calienta en primavera y se seca después de una lluvia, pero también más rápidamente se seca en verano.
Por el contrario, cuanto más rica en arcilla es una tierra, mayor es su capacidad para almacenar grandes cantidades de agua y de elementos nutritivos para las plantas; pero se calienta y se seca lentamente.
El contenido de caliza de una tierra, influye en sus propiedades físicas y sobre todo en su pH o medida del grado de acidez.
Como regla general, las tierras muy pobres en caliza son ácidas, es decir poseen un pH inferior a 7, mientras que las ricas son básicas, o sea un pH superior a 7. Si la tierra tiene un pH demasiado bajo, inferior a 6 ó 6,5, o demasiado elevado, superior a 7,5, algunas plantas crecen mal y asimilan con dificultad diversos elementos por hallarse bloqueados, atrapados entre las partículas minerales.
Los materiales orgánicos
Los materiales orgánicos son profundamente diferentes, tanto por su origen como por su composición, respecto a los materiales minerales. Como su nombre indica, provienen todos de organismos vivos. Contrariamente a los minerales, sus elementos principales, además del oxígeno y el hidrógeno, son el carbono y el nitrógeno, los dos elementos principales de todos los seres vivos.
La materia orgánica sólo forma del 2 al 20% del peso total de la tierra, alrededor del 5% en una buena tierra de huerto. Una tierra sin materia orgánica sería totalmente improductiva.
El componente principal de la materia orgánica de la tierra es el humus, formado por un conjunto de sustancias orgánicas complejas. El humus sirve de «despensa» para las plantas porque asociado a la arcilla (los agrónomos hablan del «complejo arcillo-húmico») almacena los elementos nutritivos que necesitan las plantas; y también sirve de «cemento» porque da a la tierra una estructura estable, permitiendo la libre circulación del aire y del agua y el almacenamiento de reservas de agua suficientes—el humus es capaz de acumular una cantidad de agua de hasta 15 veces su volumen.
El humus debe ser renovado constantemente, pues si se descuida hacerlo, como les ocurre a muchos agricultores modernos, desaparece progresivamente y la fertilidad de la tierra disminuye. Por ello es necesario aportar a la tierra constantemente materia orgánica fresca en forma de estiércol, compost, abonos verdes, residuos de cosechas, etc., que sirven para alimentar a las plantas a la vez que para enriquecer la tierra en humus.
Los principales tipos de tierras
Muy esquemáticamente se pueden distinguir cuatro grandes tipos de tierras, pero evidentemente también existe toda una gama de tierras intermedias.
LOS PRINCIPALES TIPOS DE TIERRAS
La tierra, una «fábrica» viva extraordinariamente compleja
En la tierra hay una intensa actividad biótica. La tierra está poblada por un número extremadamente elevado y diverso de seres vivos, en su mayor parte invisibles a simple vista.
• Las bacterias están presentes en cantidades de varios miles de millones de ejemplares por gramo de tierra fértil; su papel en la vida de la tierra es esencial: degradan los materiales, solubilizan los elementos contenidos en las rocas, fijan el nitrógeno atmosférico, segregan sustancias orgánicas complejas y forman simbiosis con las plantas superiores.
• Los hongos que no forman setas visibles a simple vista, se hallan presentes en proporciones de varios millares de ejemplares por gramo de tierra, aunque esto es aventurado decirlo por su estructura de filamentos interconectados, que pueden sobrepasar los cinco metros por gramo de tierra. Contribuyen a proporcionar estabilidad estructural a la tierra, a la degradar los materiales orgánicos y a formar el humus.
• Los actinomicetos, en proporciones de 100.000 a 10 millones por gramo de tierra, segregan antibióticos que inhiben a los gérmenes patógenos.
• Las algas microscópicas pueden alcanzar cantidades de varios millones por gramo de tierra.
• La fauna de la tierra comprende numerosas especies:
— los protozoos, 1.000 a 100.000 ejemplares por gramo de tierra;
— los nemátodos, hasta 20 millones por m2 en las praderas;
— los enquítridos, hasta 150.000 por m2 en las praderas;
— los tardígrados, hasta 300.000 por m2 en las praderas;
— los ácaros, hasta 150.000 por m2 en las praderas;
— los colémbolos, cerca de 40.000 por m2;
— las lombrices de tierra, de 100 a 250 ejemplares por m2 en las praderas, y hasta 100 por m2 en las tierras cultivadas que reciben un buen abonado orgánico.
Encontramos en la tierra gran número de otros artrópodos arácnidos, miriápodos y todo tipo de insectos. En las praderas hay cerca de mil millones de insectos por hectárea.
Esta biomasa o cantidad de seres vivos de una tierra alcanza alrededor de 2.500 g. por m2 cuando es fértil, repartiéndose como sigue:
Las funciones de estos innumerables seres vivos son múltiples y complejas. A continuación se resumen las más importantes:
Bacterias
1.000 g.
Actinomicetos
300 g.
Hongos
1.000 g.
Protozoos
10 a 20 g.
Lombrices
100 a 200 g.
Otros grupos
50 a 100 g.
• La transformación de la materia orgánica en humus y el suministro de elementos nutritivos para las plantas:
Todos los materiales orgánicos frescos presentes en la tierra, como residuos de cosechas, estiércol, compost, abonos verdes, etc., sirven de alimento a los seres vivos de la tierra y especialmente a los microorganismos, que, después de una larga cadena de reacciones bioquímicas, transforman una parte en humus —los llamados procesos de humificación— y otra parte en sustancias asimilables por las plantas —los llamados procesos de mineralización.
• La solubilización de los elementos contenidos en las rocas:
Las rocas contienen numerosos elementos nutritivos, como fósforo, potasio, magnesio y los oligoelementos, en forma no asimilable por las plantas. Ciertas bacterias son capaces de extraerlos y así pasarlos a formas utilizables por las plantas cultivadas.
• La fijación del nitrógeno atmosférico
Hay dos categorías de microorganismos capaces de fijar el nitrógeno del aire: unos viven en estado libre y otros en simbiosis con las plantas superiores.
Los fijadores libres son principalmente los Azotobacter.
Los fijadores simbióticos son los Rhizobium asociados a las leguminosas, que pueden fijar de 50 a 200 kg. de nitrógeno por hectárea y año.
• Los microorganismos de la rizosfera
La rizosfera es la zona de contacto entre la tierra y las raíces, es allí donde la planta absorbe los elementos nutritivos que necesita. En la zona próxima a las raicillas, es tal la densidad de microorganismos, que aquellas están rodeadas de un verdadero manguito microbiano.
Las interacciones entre los microorganismos de la rizosfera y las plantas son numerosas y benéficas. Las raíces excretan sustancias que favorecen el desarrollo de las bacterias, y las bacterias participan activamente en la nutrición de las plantas superiores y les proporcionan ciertos elementos que necesitan, como también les protegen de ciertos hongos y bacterias patógenos.
• El papel benéfico de las lombrices de tierra
Su acción mecánica se conoce bien: son verdaderas trabajadoras gratuitas. Por medio de sus galerías facilitan la penetración del aire y el agua bajo el suelo; ingieren restos vegetales que luego excretan después de haberlos reducido a finas partículas y mezclado con tierras; mezclan los diferentes constituyentes de la tierra y devuelven a la superficie los elementos que toman de las capas profundas.
Su acción bioquímica es importante aunque menos conocida: la tierra, durante su paso por el interior del cuerpo de las lombrices, se enriquece en elementos asimilables por las plantas, como nitrógeno, magnesio, potasio y fósforo.
Una lombriz de tierra activa ingiere diariamente un peso de tierra igual a su propio peso, esto es, alrededor de 300 g. por año. En una pradera, el peso de tierra que pasa a través del cuerpo de las lombrices puede alcanzar las 60 toneladas por año.
¿Cómo saber si una tierra es fértil?
Al agrónomo, cuando va a evaluar la fertilidad de una tierra, lo primero que se le ocurre es tomar una muestra de tierra y llevarla a un laboratorio para analizarla. Pero existen medios más simples, aun que no excluyen recurrir al análisis de tierra para descubrir ciertas carencias.
El comportamiento de las plantas cultivadas
La planta sigue siendo el mejor juez del estado de fertilidad de la tierra.
• Si las plantas son vigorosas, tienen pocas o ninguna enfermedad, los ataques de los parásitos son poco virulentos, las cosechas son abudantes y los productos de nuestro huerto son sabrosos y se conservan bien, entonces nuestra tierra se encuentra sana.
• Si nuestras hortalizas son de color verde claro tirando a amarillo, si les falta vigor y crecen con una lentitud anormal, existen bastantes posibilidades de que sufran una falta de nitrógeno. Esta coloración anormalmente clara se aprecia principalmente en las hortalizas de hoja exigentes en nitrógeno, especialmente las espinacas, las acelgas, los puerros y también en el maíz. Este síntoma puede indicar que no hay suficiente nitrógeno en la tierra o está en forma poco asimilable.
• Si por el contrario las hojas son de color verde muy oscuro y si al mismo tiempo las plantas crecen muy rápidamente, es que tiene suficiente nitrógeno y tal vez hasta demasiado. Nos arriesgamos a ver llegar todo un regimiento de pulgones, muy golosos del nitrógeno del cual están ahítas las hojas de nuestras hortalizas, así como algunos otros parásitos indeseables. Nuestras hortalizas también corren el riesgo de ser demasiado ricas en nitratos y de conservarse mal.
• Para elementos diferentes al nitrógeno, como el fósforo, el potasio, el magnesio y los oligoelementos, es más difícil diagnosticar una carencia según el aspecto de la vegetación, pues a menudo las carencias son múltiples y síntomas semejantes pueden corresponder a carencias diferentes.
La flora espontánea
El poder juzgar las carencias de la tierra observando la flora espontánea es el sueño de todos los agrónomos «ecológicos», pero todavía está lejos este sueño de la realidad. La flora espontánea es el reflejo de las condiciones de la tierra y del clima; deberemos por lo tanto poder deducir no solamente la naturaleza de la tierra, sino también sus desequilibrios eventuales. Pero la fitosociología, que estudia las asociaciones de las plantas espontáneas, es una ciencia muy joven que se ha desarrollado independientemente de la agronomía. Es también una ciencia muy compleja y todavía es necesaria mucha investigación para precisar las relaciones entre la tierra y la flora espontánea. De todas formas, se sabe que ciertas plantas son características de tierras ácidas y otras lo son de las calizas, como también las hay típicas de tierras pobres en nitrógeno y viceversa, de ricas en este elemento.
El examen visual de la tierra
Cuando se tiene práctica, puede obtenerse mucha información examinando la tierra a simple vista.
• El color de la tierra nos informa principalmente de su contenido en materia orgánica: cuanto más oscuro sea, más elevado será tal contenido. Si nuestra tierra es negra como el mantillo del bosque, entonces ciertamente no le falta humus. Si por el contrario tiene el color de un ladrillo de arcilla, o el de la arena de playa, entonces ya podemos hacer grandes montones de compost, porque nuestra tierra los necesitará.
• La estructura de la tierra. Tomemos un terrón, partámoslo en dos y si observamos que está principalmente constituido por numerosos agregados redondeados de tamaño variable y atravesado por cabelleras de pequeñas raíces, entonces tiene buena estructura. Si por el contrario se rompe en trozos compactos y angulosos y está poco penetrado por las raíces, o si se desmenuza en partículas tan finas o más que la arena, entonces tiene una mala estructura: le falta humus y su actividad biótica es insuficiente.
El análisis de la tierra
Un análisis completo proporciona numerosas indicaciones sobre la fertilidad.
A) El análisis físico comprende:
— El análisis granulométrico, es decir la proporción de piedras, arena, limo y arcilla.
— La determinación del pH, que mide el grado de acidez o de alcalinidad de la tierra. El pH, o «potencial Hidrógeno», mide la concentración de los iones hidrógeno en la solución acuosa presente en la tierra. Teóricamente puede variar de 0 a 14. De 0 a 7 es ácido, en 7 es neutro y de 7 a 14 es alcalino o básico. En la práctica, el pH de las tierras oscila entre 4,5 y 8,5. El pH óptimo es teóricamente 7, pero en la práctica, según el tipo de tierra, puede variar entre 6,2 y 7,4. Como regla general, cuanto más arcillosa sea una tierra, más elevado debe ser su pH. Para una tierra arenosa, el pH óptimo está alrededor de 6,5, mientras que para una tierra muy arcillosa está comprendido entre 7 y 7,4.
— El contenido en caliza o carbonato cálcico (CaCO3) juega un papel muy importante en la tierra, pues libera calcio a medida que se va descomponiendo. Si se añade un ácido al carbonato cálcico, éste se descompone y libera dióxido de carbono gaseoso y calcio. De esta forma cualquiera puede saber si posee una tierra caliza: se vierte un poco de ácido, como vinagre, sobre una muestra de tierra seca; si se produce una efervescencia es decir una formación de burbujas a causa de la liberación de CO2, ello significa que la tierra es caliza en mayor o menor grado. Esta reacción explica por qué la adición de una enmienda caliza aumenta el pH: el pH es tanto más bajo cuanto más elevada es la concentración de iones hidrógeno y al entrar en contacto con la tierra ácida, el calcio de la enmienda sustituirá a una parte del hidrógeno. También por esto todas las tierras que tienen caliza en grandes cantidades son neutras o básicas.
La caliza tiene también una acción importante sobre la estructura de la tierra: en presencia de calcio la arcilla se flocula, es decir sus partículas se agrupan en agregados estables. E inversamente, en ausencia de calcio la arcilla tiene tendencia a «dispersarse», sus finas partículas entorpecen la circulación del aire y del agua y la tierra se compacta. Las tierras muy ricas en caliza tienen generalmente el pH muy elevado, lo que es difícil de corregir.
— El contenido en materia orgánica y en humus
La mayoría de los análisis de tierras dan el contenido de materia orgánica total presente en la tierra. La mayor parte de la materia orgánica, cerca del 85%, está en forma de humus o materia orgánica estable; el 15% por ciento restante son las raíces de las plantas, otros seres vivos y los materiales orģanicos en curso de descomposición, también llamados sustancias transitorias.
Una buena tierra de huerta debe contener al menos un 5% de materia orgánica. En una tierra arcillosa el contenido puede ser un poco menor, pero en una tierra arenosa es preferible que sea superior.
B) El análisis químico
Tiene por finalidad determinar las cantidades de elementos nutritivos presentes en la tierra y que son utilizados por las plantas. Los métodos de análisis químico de tierras son numerosos y complejos, por lo que sólo nos limitaremos a proporcionar algunas indicaciones prácticas que permitan al agricultor interpretar, desde una óptica biológica, los análisis que recibe del laboratorio. No daremos las normas, ya que éstas varían según los métodos de análisis utilizados y según la naturaleza de la tierra. Normalmente los laboratorios proporcionan la interpretación de los resultados de sus análisis.
— El nitrógeno. Ciertos laboratorios dan los contenidos de nitrógeno amoniacal y nítrico. Estos datos, aunque teóricamente parecen muy útiles, pues se trata de formas de nitrógeno asimilables por las plantas, son en realidad difíciles de interpretar, ya que varían enromemente de un día a otro en función de la humedad y la tempatura de la tierra. Sin embargo, estos datos pueden indicar una mala nitrificación o, por el contrario, un exceso de nitrógeno a causa de un abonado demasiado generoso.
— El fósforo es el segundo elemento de la trilogía N-P-K (nitrógeno-fósforo-potasio) que constituye la base de la fertilización en la agricultura convencional. Este elemento está presente en la tierra bajo formas muy diversas, algunas totalmente inutilizables por las plantas, otras inmediatamente disponibles, otras no disponibles pero pudiendo serlo rápidamente. Según los reactivos utilizados, los laboratorios se esfuerzan en medir una o varias de estas diferentes formas.
Ciertos análisis dan varios valores para el contenido de fósforo, que corresponden a formas más o menos asimilables. Esto permite saber si la carencia de fósforo, cuando se tiene, proviene realmente de una escasez de fósforo o más bien del hecho de que el fósforo presente no es asimilable. En el segundo caso se sabrá que el remedio a largo plazo no es el de aportar más fósforo, sino de volver asimilable el que ya se tiene, especialmente mediante una mejora de la actividad biótica de la tierra.
— El potasio, tercer elemento de la trilogía, falta raramente en los huertos. La mayoría de las tierras son ricas de forma natural en este elemento, el cual es un constituyente de numerosas rocas y arcillas. Pero este potasio se solubiliza muy lentamente y pueden aparecer carencias cuando la actividad de la tierra es insuficiente o cuando entran con excesiva frecuencia en la rotación cultivos muy exigentes en potasio. La mayoría de los laboratorios miden el potasio «intercambiable», es decir, el que está fijado sobre la arcilla y el humus y puede pasar rápidamente al agua de la tierra y a las plantas.
— El calcio (o la cal). Ciertos laboratorios dan, además de los contenidos de caliza total y de caliza activa1, el contenido de calcio (Ca) o de cal (CaO) intercambiables. En prácticamente todos los casos, las tierras ricas en caliza (CaCO3) están bien provistas de calcio y viceversa.
— El magnesio. Se mide, al igual que en el caso del potasio y el calcio, como la cantidad de magnesio intercambiable. El magnesio es un elemento muy importante que falta a menudo en las tierras que han sido fertilizadas durante muchos años con abonos químicos. Ciertas tierras son naturalmente ricas en magnesio, pero como ocurría en el caso del potasio, su solubilidad está ligada a la actividad biótica de la tierra.
— Los oligoelementos. Las carencias en oligoelementos son raras en los huertos que reciben un abonado orgánico abundante. Por el contrario, estas carencias son muy frecuentes en las tierras que han recibido durante mucho tiempo abonos químicos sin aportes orgánicos suficientes. En el caso de que queramos establecer un huerto en una tierra de este tipo, es indispensable que nos dirijamos a un laboratorio que también analice los principales oligoelementos, como cobre, zinc, boro y manganeso.