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II.7.2 Segunda analítica de lo sensible

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La lógica de la “intersección” y de la red conduce a determinar cada forema aceptado por cada una de las cuatro categorías aspectuales, y, puesto que involucra siempre una sub-dimensión, a considerar el producto de esa rección como una sub-valencia. Dado que, por una parte, las denominaciones funcionan como detenciones y como “amarras”, y por otra, como un medio de intercambio entre los sujetos, conviene dar nombre a ese universo de sentido variable, inestable y provisional. Las denominaciones que proponemos son provisionales y por tanto perfectibles, y son tal vez tributarias de una pancronía que, según Hölderlin, Brøndal y algunos otros, aunque por razones diferentes, alteraría la exactitud del equilibrio entre la expresión de la intensidad y la de la extensidad, y, en consecuencia, llevaría a las lenguas hacia una abstracción simbólica descarnada. No es nuestra intención abordar aquí ese tema.

El entrecruzamiento mental de los tres foremas con las cuatro categorías aspectuales elementales produce mecánicamente doce sub-valencias en cada dimensión. Las presentamos a continuación sin más preámbulos:

El tempo:


La tonicidad:


La temporalidad:


La espacialidad:


¿Cómo validar el contenido semiótico de esas magnitudes que, por tener el doble estatuto de lexemas y de figuras, se encuentran a medio camino entre la lingüística y la retórica? Jakobson mostró que la función metalingüística no era exclusiva de los doctos, sino que era inmanente a la práctica inmediata de la lengua, que los sujetos recurrían a la definición, a la restricción o a la extensión, a la precisión o a la suspensión; pero no mostró, al parecer, la condición objetal de esa actividad metalingüística recurrente. Desde nuestro punto de vista, esa condición se apoya en el hecho de que los lexemas pueden ser definidos en la medida en que son analizables, y son analizables porque son todo lo que pueden ser, es decir, porque no son más que… análisis a cargo de un significante en sí mismo no-conforme; de esa manera, el significado del pronombre personal /tú/ comprende tres magnitudes de contenido: una indicación de número, una indicación de persona y una indicación de nominativo, aunque las dos magnitudes de la expresión [t-u] no remiten “analíticamente” a las tres magnitudes del contenido. Los lexemas no funcionan de otro modo, y las definiciones de los diccionarios, a las que la cantidad de magnitudes ponen en apuros, analizan intuitivamente —y con pertinencia— los lexemas en términos de sub-valencias, pero caso por caso, si así se puede decir. Solo daremos un ejemplo, que corresponde a la segunda sub-valencia de la primera red: el “rezago” [francés: traîner], cuya denominación es cuestionable, puesto que carecemos [en francés] del sustantivo correspondiente, ya sea que esa laguna se deba a incompetencia nuestra o que haya que atribuirla a lo que Mallarmé llamaba la imperfección de las lenguas. El Micro-Robert propone además —quisiéramos decir: poéticamente— “traînasser” y “traînailler”, formas de las que hablaremos más adelante.

De acuerdo con el Micro-Robert, el sentido intransitivo de “traîner” admite las cuatro direcciones tensivas previstas. En cuanto a la intensidad: (i) una indicación de tempo, en este caso de aminoración de la velocidad: “6o Ir muy lentamente, retrasarse. Ne traîne pas en rentrant de l’école [No te retrases al volver de la escuela]. —Actuar muy lentamente. Le travail presse. Il ne s´agit pas de traîner— [El trabajo urge. No hay que retrasarse]”; (ii) una indicación de tonicidad decadente, de la que no sabríamos decir si se trata de una atenuación o de una aminoración. “7o Peyorativo: Ir sin rumbo o permanecer mucho tiempo (en un lugar poco recomendable o poco interesante). V. Errar, vagabundear. Traîner dans les rues [Andar por las calles, andar callejeando]”. En cuanto a la extensidad: (i) una indicación temporal de duración bajo el signo del redoblamiento: “3o Encontrarse, subsistir. Les vieilles notions qui traînent dans les livres scolaires [Las viejas nociones que subsisten en los libros escolares]. Durar demasiado, no acabar nunca. Cela traîne en longueur [Esto no tiene cuándo acabar]. V. Eternizar”; (ii) una indicación espacial de reposo: “1o (Suj. Cosa). Estar tirado en el suelo. Vos lacets traînent par terre [Tus cordones se arrastran por el suelo. 2o Estar colocado o dejado sin orden. Des vêtements qui traînent sur une chaise. [Vestidos dejados sobre una silla]”. La coherencia y la flexibilidad de la red resuelven la divergencia de las “variedades”.

Con estas indicaciones previas es posible comprender que Valéry haya podido escribir: “Todo está dicho en el diccionario”,39 sin que sepamos si se alegraba de ello o lo lamentaba. Dentro de los límites de nuestro propósito, nos hemos esforzado en mostrar que el modelo de las valencias estaba justamente ahí, y que era inmanente, eficaz y sugerente; pero queda claro que las definiciones aportadas conllevan otras magnitudes de contenido: unas actanciales y actoriales, otras axiológicas, como sucede con la oposición entre “la calle” y “la escuela”… Los dos derivados peyorativos “traînasser” y “traînailler” no se encuentran fuera del sistema, sino más bien en su centro mismo, ya que remiten a la sub-valencia de tempo y manifiestan, mediante el adverbio “muy”, tanto un sub-contrario como un super-contrario. Hay que señalar que, puesto que el modelo de las valencias pone el acento sobre una doble sobre-determinación —la de la temporalidad por medio del tempo y la de la espacialidad por medio de la tonicidad—, nos encontramos, desde el punto de vista tensivo, frente a un inventario. El Micro-Robert efectúa tácitamente esa doble operación al asociar “ir muy lentamente” con “retrasarse”, como si eso fuera evidente, como si el contenido de lentitud excesiva tuviera por plano de la expresión el retraso,40 lo que confirmaría que la semiosis es ininterrumpida.

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