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2.1.3 El anclaje
ОглавлениеNadie duda ni un solo instante de que el sujeto sea un ser sensible, por catálisis: un ser «sensible a», pero el lugar de la sensibilidad en la economía de la significación crea problemas: el sentido ¿es la respuesta a las preguntas?9, o ¿a las subitaneidades de las que da testimonio la sensibilidad? ¿O es a la inversa: la sensibilidad es ella misma el conjunto de respuestas posibles a las preguntas que el sentido, en razón de sus transgresiones, de sus propias incertidumbres le dirige [al sujeto sensible]?
En cierta medida, el hecho de tomar en cuenta lo sensible obliga a tomar la narratividad al revés: si la narratividad ve en el sujeto un sujeto de hacer, un sujeto activo, la admisión de lo sensible conduce a dar lugar a un sujeto del padecer: un sujeto pasivo [o pasivizado]. La vivencia íntima del sujeto de estado en esa circunstancia se impone a las «miras» del sujeto operador.
La hipótesis tensiva10 admite como punto de anclaje, puesto que alguno hace falta, la distinción entre los estados del alma y los estados de cosas. Sin embargo, esta dualidad en cuanto tal pertenece al plano de la expresión: proporciona la escena, pero no la pieza por representar. Desde nuestro punto de vista, lo que importa es el tipo de relación que conviene postular. A los ojos de Hjelmslev, la relación más “interesante” es la «determinación»11, la rección, en la terminología tradicional, la cual coloca en presencia una de otra una «constante» y su «variable». Según la formulación conservada por Hjelmslev: la «variable» determina la «constante», o más sencillamente: la constante en posición de regente rige la variable en posición de regida. Con estas precisiones, proponemos lo sensible como regente, y lo inteligible, en cuanto regido, y aceptamos el déficit modal de este último respecto del primero como uno de los secretos del afecto: «Lo propio del mundo intelectual consiste en ser trastornado siempre por el mundo sensible»12. Lo sensible, según la morfología y la sintaxis que le son propias, tal vez no sea más que esa acentuación, esa desigualdad creadora, ese control unas veces despótico, otras liberal, que ejerce sobre lo inteligible.