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2.3 LA MANIFESTACIÓN
ОглавлениеEl isomorfismo adelantado a propósito de la estructura de las dimensiones y de las sub-dimensiones tiene sin embargo sus límites. La primera singularidad concierne a la manifestación, es decir, al hecho de que la aprehensión de la intensidad por el sujeto y la de la extensidad difieren notablemente una de otra: las sub-dimensiones del tempo y de la tonicidad demandan mediaciones, relevos tangibles; así la rapidez no se conoce sino como tal distancia recorrida en tal duración; lo cual es más cierto aun de la tonalidad. De manera general, la calidad, que participa de lo indecible, espera la cantidad justa que la expresará:
En efecto, hay que comprender desde ahora que existe más y no menos en una organización cuantitativa de lo real que en una descripción cualitativa de la experiencia. (…) Estudiando las fluctuaciones de la cantidad, tendremos medios para definir el carácter indefinible de las cualidades particulares30.
La noción hjelmsleviana de «manifestación», no sin semejanza con la noción de «esquematismo» en Kant, asegura la transición entre el «esquema» y el «uso»31. En ese sentido, podemos decir que la intensidad está en posición de manifestada, y la extensidad, en posición de manifestante.
Si Hjelmslev establece una solución de continuidad entre la manifestada y la manifestante, nuestra problemática es diferente; nosotros suponemos entre los dos órdenes de magnitudes una diferencia solamente relativa que se debe a la divergencia de los objetos: (i) en el caso de la intensidad, el objeto es una medida propioceptiva descriptible en términos de sub-valencias de tempo y de tonicidad; (ii) en el caso de la extensidad, el objeto es un número exteroceptivo descriptible en términos de sub-valencias de espacialidad y de temporalidad. Por eso hemos afirmado que, a fin de cuentas, el sentido como praxis se identificaba con el comercio, con el ajuste «siempre recomenzado» de una medida intensiva y de un número extensivo. Esta divergencia subjetal singulariza el espacio tensivo.