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Claudio Naranjo Vila
Todos íbamos a ser rockeros y otros cuentos
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A mis padres
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Todos íbamos a ser rockeros Al llegar para instalar los instrumentos, no sabíamos que esa noche, a raíz de un acuerdo del cual no fuimos parte, después de nosotros tocaba una banda llamada Los Fiskales. Mientras cargaba algunas cajas de cerveza, uno de los empleados nos advirtió de su música punk-rock algo violenta y, al percatarse de que seríamos sus teloneros, dijo que de seguro habría problemas.
Si hablamos de la noche memorable de nuestra presentación en el ambiente musical, no es posible hacerlo sin mencionar al Guatón Vargas. Cristián no lo tragaba, pero no todos pensábamos lo mismo. Con el Guatón no había punto medio: o era considerado un visionario o un completo charlatán. Recuerdo la noche sentados en Las Lanzas, un bar de la plaza Ñuñoa que vivía del esplendor de tiempos pasados, cuando dijo que se le había ocurrido primero la idea de anteponer canciones de otros grupos como citas musicales a los temas propios. Se lo comentó a los Mal Corazón, a quienes les echaba una mano con los arreglos de su primer disco, y entonces apareció Fue de los Soda como introducción a uno de sus temas. La idea no tenía nada de novedosa, sabíamos que Oasis empezaba sus conciertos con I am the walrus, y que Jim Morrison recitaba sus poemas antes de cantar. Nos reímos un poco, pero a Cristián no le causó gracia y se levantó de su asiento.
Los genios que escondió el rock latino Abandonan éxito profesional para dedicarse al rock
—Este huevón nos metió en el medio tete. Puede que también te haya cagado con algo de plata cuando fue a hablar con el administrador.
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad...
En la tierra seremos reinas y de verídico reinar, y siendo grandes nuestro reinos, llegaremos todas al mar.
LA NOCHE DE LAS REINAS
Fuegos artificiales No sé para qué mis tíos habrán mandado a mi primo Nacho en bus esta mañana desde Valparaíso, si mis papás están peleados y capaz ni tengamos celebración de Año Nuevo. De todos modos, mi mamá me obligó a venir a recogerlo con ella al terminal de buses.
Recién regresamos de hacer las compras y mi papá llega a almorzar. Al final, mi mamá también le compró una camisa al Nacho, para que no haga escándalos porque me regalaron algo y a él no; además, todavía tenía puesta la polera vomitada.
Mi papá vuelve temprano por la tarde, no como anoche, que se fue a tomar con sus compañeros de trabajo después de la celebración del año nuevo en su oficina. Metió harto ruido con la chapa y después tropezó con el sillón blanco al doblar por el pasillo hacia el dormitorio. Escuché el arrastre de las patas metálicas por el parquet y supe que había vuelto. Me dormí antes de que empezaran los gritos. Hoy por la mañana, cuando mi mamá me despertó para ir a buscar a mi primo, lo encontré durmiendo en el sillón sin siquiera haberse sacado los zapatos, dejando los cojines cochinos y ganándose el reto matutino. La mesa de centro tembló con los gritos de mi mamá. Sobre ella mi papá colecciona antiguos espejos de mano, los compra en el mercado persa ya viejos y opacos. Es raro tenerlos porque no reflejan, contrario a los que tiene la peluquería de mi mamá, nuevos, grandes y siempre limpios.
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