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JULIANA, EL AGUA Y LA CARICIA

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“Decidí tener a mi hija Juliana sin nada de anestesia y en agua. Entonces pude sentir todo, absolutamente todo, sentí cómo apareció la cabeza y cómo entendimos las dos que era el último esfuerzo. El dolor muy muy intenso me hizo sentir por unos segundos estar entre la vida y la muerte. Luego sentí cómo ella empujó la cabeza para salir, después acomodó el hombro de lado y salió disparada al agua con la última respiración, yo estaba agarrada de unos rebozos que colgaban para hacer contrapeso.

“El doctor la tomó y me la puso en los brazos, todavía con el cordón conectado.

“Fausto estaba conmigo ahí en el agua. Es muy curioso porque todos fuimos testigos de cómo Juliana me acarició la cara casi inmediatamente.

“Nos quedamos ahí un tiempo, abrazados los tres, hasta que llegó el momento de salir del agua y descansar juntas. Recuerdo las palabras dulces de Rayo, mi doula, que nos hizo fuertes a todos con su amor por el acompañamiento del nacimiento de July”.

Susana Romo. Guadalajara, Jalisco.

“Susana quiso que Juliana naciera en el agua, yo la veía sufrir las contracciones y el movimiento de su cuerpo semejaba una danza ancestral; ahí, en el agua, con la niña a punto de salir de su cuerpo, Susana se movía como si bailara. Los dolores eran muy fuertes, ella estaba a punto de rendirse cuando en un último esfuerzo nació la niña. Susana la tomó en sus brazos y lo primero que hizo Juliana fue acariciarle la cara. Yo lo vi, nunca lo voy a olvidar”.

Fausto Ramírez. Guadalajara, Jalisco.

La nostalgia de los sentidos

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