Читать книгу Al otro lado - Cristina G. - Страница 9
Оглавление* 4 * Mi amigo el alcohol
Después de lo sucedido en la dichosa fiesta, tan solo podía huir de la situación; y esa situación tenía nombre propio: Kyle. Para mi gran desgracia. Por culpa de un primo que, por lo visto, no me quería lo más mínimo, había terminado besándome con Kyle. ¡Con Kyle! Vale que había sido algo increíble, que sus labios eran suaves y excitantes, pero solo era un error. Ese chico era un engreído y yo no le soportaba.
Lo que había pasado tenía que quedarse en un simple juego porque eso es lo que era para él. Tan solo quería retarme para burlarse de mí. Olvidarlo y evitarle era lo único que podía hacer, ni siquiera era capaz de mirarle a los ojos.
Como la tensión se había instalado en la sala, decidieron dejar de jugar a esa tortura y yo aproveché la oportunidad para escabullirme al baño. Dentro, me lavé la cara y miré mi reflejo en el espejo. ¿Por qué me pasaban a mí estas cosas? ¿Y por qué no dejaba de pensar en el beso? Sacudí la cabeza como si así pudieran irse los pensamientos estúpidos de mi cabeza. Pero no funcionaba.
Alguien tocó a la puerta.
—Em. ¿Eres tú, no? ¡Sal ya que me estoy meando! —Era mi primo, cómo no.
Abrí la puerta de golpe haciendo que Daniel retrocediera un paso. Le fulminé con la mirada con toda la intensidad de la que fui capaz.
—Wow. Qué cara de mala leche. ¿Estás enfadada? —preguntó arrastrando las palabras.
Obviamente Daniel ya estaba borracho y eso solo hacía que me dieran ganas de empujarle con un dedo puesto que seguro caería al suelo. Entonces le patearía el culo y me reiría de él.
—Nooo. ¿Por qué iba a estar enfadada? ¿Por qué me has hecho besar a Kyle quizás? —escupí con sarcasmo. Mi primo puso sus dos manos en la entrepierna para aguantar inútilmente las ganas de ir al baño.
—Lo has hecho porque has querido. Ahora no me eches la culpa.
—¡Eso es mentira! —Daniel sonrió.
—Te ha gustado.
Dibujé una mueca de asco.
—No —mentí.
—Vamos, lo siento. Solo es un juego. Tómatelo a broma, como él. Ahora déjame entrar que se me sale.
Me dio un pequeño empujón y entró al baño cerrando la puerta. Y yo me quedé allí plantada como una imbécil. Que me lo tomara a broma. Claro. Como él; Kyle se lo había tomado a broma por lo tanto yo estaba en lo cierto. Le vi a la otra punta del salón mirándome de soslayo. Por lo visto yo era la única idiota que había sentido algo. Tenía que dejarlo pasar, pero no sabía si sería capaz sin una ayuda.
Después de no sé cuántas copas de no sé qué bebida, el asunto del beso empezaba a tener gracia. Todo empezaba a tener gracia. El regusto del alcohol en mi garganta no era muy agradable, pero la sensación de estar en otra dimensión donde no había tensión sí lo era. Al menos por ahora.
Los chicos estaban como cubas. Bueno, casi todos. Por lo visto jugar a la wii borracho era mejor que sobrio, eso sí, no acertaban ni una. Luke, que aún conservaba sus motrices básicas, se acercó a mí.
—¿Todo eso te lo has bebido tú? —preguntó. Seguí su mirada a los vasos de plástico vacíos en la mesa. Eh… Sí, había sido yo.
—Eso creo —respondí. Vaya, mi voz sonaba horrible. Luke pareció pensativo cuando se formó una pequeña arruga en su frente de muñeca.
—¿Intentando olvidar algo?
Mierda, ¿me había pillado?
—No. —Estuve a punto de eructar después de ese no—. Solo quería divertirme.
—Yo no te veo muy alegre.
Hice una mueca. El maldito chico/chica tenía razón. No me estaba divirtiendo una mierda. Pero si mis neuronas estaban lo suficientemente mareadas como para no pensar, no tendría que pensar en Kyle, ni en sus labios, ni en Liam, que había pasado toda la noche evitándome descaradamente. Tampoco le culpaba, no había tenido valor de decir si me acostaría con él, en cambio sí de besuquearme con Kyle delante de él.
Oh, joder, soy una persona horrible. Y ahora soy una persona borracha y horrible. Mejoro por momentos.
—Oye —le dije dispuesta a cambiar de tema—, siento lo de antes. Ya sabes, haberte confundido con una chica —pronuncié lo último en voz baja como si fuera secreto.
Luke miró a otro lado y ladeó la boca dejando un hoyuelo adorable en su mejilla. Vaya, le había vuelto a molestar. Cuando volvió a mirarme su expresión se había relajado.
—Olvídalo. Pero no sé cómo te equivocaste, soy muy masculino, ¿eh? —dijo y sonrió.
No pude evitar elevar una ceja. Seguro. Lo era, en otra vida. Sin embargo no pude contradecirle, ya le había ofendido bastante así que asentí con una sonrisa. Una sonrisa que se vería extraña debido a mi embriaguez.
—En este momento estás siendo más masculino y decente que los demás —dije, mirando cómo mis vecinos hacían el imbécil en el salón mientras jugaban a la consola.
Luke se rio y se recolocó el pelo que le caía sobre la frente con soberbia.
—Los chicos son idiotas… Entiendo cómo debes de sentirte rodeada por todos estos —masculló divertido. Miró su vaso y me lo acercó—. ¿Quieres? Está bueno.
Por poco dibujo un puchero ante la comprensión. Probé lo que contenía su vaso, sabía dulce, ni siquiera creo que llevara alcohol. Aunque llegados a ese punto tenía la lengua más seca que un gato de escayola, no era mucho lo que mis papilas gustativas captaban. Desafortunadamente, al momento de tragar algo desagradable subió a mi estómago y me sentí mareada.
—¿Estás bien? —me preguntó Luke cogiéndome del brazo.
—Eh… Sí. —Tenía que salir de allí—. Voy a tomar el aire.
Luke me miró con preocupación y finalmente asintió. Creo que mi cara lo decía todo. Quería estar sola. Ya estaba harta de esa fiesta. Ya estaba harta de ver a Kyle y Liam ignorarme. Mientras me acercaba a la puerta vi a Liam mirarme de reojo, no pareció gustarle mi aspecto porque frunció el ceño. Daniel levantó el brazo llamando mi atención cuando cogí el pomo de la puerta.
—Hey, ¿a dónde vas?
Le hice un gesto con la mano para hacerle entender que saldría, pero de todos modos él caminó hacia mí. Me miró fijamente a los ojos como si buscara algo.
—Estás borracha —afirmó.
—Tú también.
—Pero yo estoy acostumbrado, tú no. ¿Estás bien? —preguntó cogiendo mi cara.
—Que sí. —Le aparté la mano—. Solo quiero tomar el aire.
Daniel me observó con recelo.
—Bueno, no tardes.
Asentí y salí al rellano. El alivio que sentí al notar el aire fresco de la noche fue instantáneo. Inspiré fuerte y después lo solté todo. Me acerqué a la barandilla y apoyándome, observé el cielo nocturno. Era una sensación agradable después del ruido y el calor de la casa. Ya no me sentía tan mareada. Cerré los ojos, relajada, y entonces percibí una presencia que me envolvía. Al abrirlos vi una mano apoyada en la barandilla, me giré lentamente para encontrarme con Kyle. Estaba muy cerca de mí, atrapándome con su cuerpo. Mi mirada se encontró con la suya y me quedé paralizada. Sus ojos estaban algo vidriosos debido al alcohol, mas su expresión era tan intensa que deseé salir corriendo.
Di un paso atrás liberándome de su atracción.
—¿Qué quieres?
—¿Por qué estás aquí fuera?
—Quería despejarme. ¿Tienes algún problema? —No sé por qué me ponía a la defensiva.
—Estás borracha y seguramente has salido porque estabas mareada. No deberías estar sola.
¿Acaso ahora se preocupaba por mí?
—No me va a pasar nada, tranquilo —escupí con desprecio. Kyle me miró fijamente y mi corazón empezó a latir desbocado.
—Estás enfadada por el beso, ¿verdad?
Mierda. Dejé escapar una risa que sonó demasiado estridente. Parecía una borracha loca.
—¿Por qué iba a estarlo? Solo ha sido un juego, ¿no?
—Sí —dijo. Esa única palabra la sentí como una puñalada en el estómago. Incrementaron las náuseas e intenté controlarlas tragando saliva—. Aun así, estás molesta. Se ve a leguas.
—Qué observador. —Le desafié con la mirada. ¿Qué me pasaba con ese chico? No le soportaba, quería abofetearle, pero al mismo tiempo me atraía como un imán—. Pero sí, estoy cabreada porque me han obligado a besarte.
Kyle arqueó una de sus pobladas y oscuras cejas. Bueno, aunque era cierto que me habían obligado, no era la razón por la que estaba molesta. La razón era, muy a mi pesar, que él se lo había tomado a broma cuando yo no me lo quitaba de la cabeza. Me hacía sentir ridícula.
—Pues no parecía haberte disgustado —afirmó intentando no sonreír de medio lado.
Oh, era el colmo. La ira empezó a inundar mi cuerpo. ¿De qué iba ese imbécil? Le apunté al pecho con un dedo y le empujé, aunque no se movió nada del sitio.
—Eres un creído de mierda —escupí. Arrastré las palabras debido a mi embriaguez. Kyle entrecerró los ojos, observándome en silencio—. Ha sido divertido para ti, ¿verdad? Que todos tus amigos vean lo machote que eres, cómo puedes conseguir que la nueva caiga en tus redes. Pues para mí no. No ha sido nada divertido. Jamás hubiera besado a un tío como tú por gusto.
Dios, tenía diarrea verbal. No podía seguir con eso. Tenía que parar o diría algo de lo que me arrepentiría. Seguro. Me giré para marcharme, pero Kyle me cogió la muñeca. Con tan solo rozarme con sus dedos, sentí como una corriente eléctrica pasaba por nuestra piel. Me quedé paralizada, de espaldas a él.
—Ambos sabemos que eso no es verdad —dijo tajante.
Solté un bufido incrédulo. No sabía si reír o pegarle un puñetazo. Me di la vuelta bruscamente y me solté de su mano de un tirón.
—¿Y tú qué coño sabes? —espeté, irritada. Un músculo en su mandíbula palpitó. Di un paso hacia él, ni idea de dónde saqué el valor porque en realidad me temblaban las piernas—. ¿Te hace sentir mejor creer que quería besarte? ¿Así demostrarías lo irresistible que te piensas que eres? Vamos, solo querías reírte un poco de mí. Ya lo tienes. Ahora déjame en paz.
Cuando me iba a girar de nuevo, su voz me detuvo.
—Yo sí que quería besarte.
Parpadeé en su dirección, él me observó de manera penetrante y yo me estremecí. No iba en serio. Se estaba burlando de mí. Tenía que estar burlándose de mí. ¿Verdad?
En ese momento escuchamos la puerta abrirse. Ambos miramos a Liam con el pomo en la mano. Mi estómago se revolvió y un sabor amargo llegó a mi garganta.
—Vaya, perdón. Solo quería saber si estabas bien —me dijo Liam.
Rayos. ¿Podía ser la situación más incómoda? Me aclaré la garganta y tragué esa sensación extraña.
—Estoy bien. Ya volvía dentro —respondí.
Sin mirar de nuevo a Kyle, caminé pasando a Liam y entré en la casa. Mi cabeza daba vueltas y vueltas como una noria. Me llevé una mano al estómago, no aguantaría mucho. Noté la mano de Liam en mi espalda en el momento en que todo subió a mi boca. Mierda.
—¿Estás bien? —preguntó.
Yo levanté un dedo a modo de espera y salí corriendo al baño. Ni siquiera me preocupé de cerrar la puerta. Me precipité al váter y empecé a echar todo lo que había bebido y probablemente comido durante los últimos tres años. De pronto noté cómo alguien recogía mi pelo de la cara y lo sujetaba para que mi repentino vómito no lo manchara. Me giré para ver a Liam con semblante preocupado de cuclillas a mi lado, observando mi horrible aspecto de borracha vomitiva. Genial. Estupendo. No pude decirle nada antes de que las arcadas volvieran y metiera de nuevo mi cabeza en el váter para seguir con lo mío.
Dios mío, qué vergüenza.
Solo podía pensar eso. Me había peleado con Kyle por el beso como una idiota, hablando sin sentido y sin vocalizar. Liam nos había pillado, aunque no sabía qué coño había oído o qué había deducido que pasaba. Encima me había puesto a vomitar y el pobre había tenido que venir en mi ayuda. En otra vida fui una mala persona seguro.
Cuando terminé de echar todo fuera me senté en el suelo apoyando la espalda en la bañera. Qué lamentable era. No podía ni mirar a la cara a Liam. Él se sentó a mi lado.
—¿Mejor? —cuestionó.
—Más o menos.
—Has bebido demasiado, parece que tu cuerpo no está acostumbrado.
Su voz era tan dulce que me hacía sentir mal conmigo misma.
—Oh, no. No lo está. Pero soy idiota, qué se le va a hacer.
—No eres idiota.
Le miré. ¿Cómo podía ser tan bueno conmigo cuando me había comportado como una imbécil? No lo merecía.
—Oye… Lo siento —dije. Liam levantó ambas cejas.
—¿Lo sientes? ¿Por qué?
—Pues por esta noche. Por la noche pasada también. No te dejé entrar y hoy no sé… he actuado como una tonta. No he respondido a la pregunta porque me daba vergüenza y al final… Y encima has venido a ayudarme mientras mi dignidad se iba por el retrete.
Liam se rio y yo le atisbé sorprendida.
—No te preocupes. Yo también tenía vergüenza. Además, no es la primera vez que hago esto, te recuerdo que vivo con siete hombres a los que les gusta el alcohol.
No pude evitar sonreír como una tonta. Había conseguido hacerme sentir mejor. Y solo imaginarme a los chicos vomitando en el váter me daba ganas de reír. Liam alzó una mano y apartó el pelo de mi cara colocándolo detrás de mi oreja. Me quedé mirándole sin saber qué hacer. Sus ojos castaños eran más claros que los de Kyle, su mirada era distinta. Era diferente a lo que sentía con Kyle, pero Liam creaba en mí una calidez extraña. Me sentía a gusto y tranquila. ¿Qué se supone que significaba eso?
De pronto la puerta del baño se abrió y Daniel apareció en el umbral. Nos miró ladeando la cabeza como si nos hubiera pillado haciendo algo fuera de lugar. Aunque quizás en su estado lo era, ya que estábamos sentados en el suelo contra la bañera mirándonos como idiotas. Ah, y yo debía de tener un aspecto horrible.
—¿Qué estáis haciendo aquí tanto rato? —inquirió con un tono insinuante que conocía muy bien.
—Nada, solo vine a vomitar y Liam me sujetó el pelo.
—¿Has vomitado?
Daniel se agachó frente a mí y movió mi cara de un lado a otro, luego sacudió la cabeza.
—Ay, primita, no sabes beber.
—Yo mejor salgo —dijo Liam.
—Será mejor que se vayan todos —declaró Daniel. Liam asintió.
Y de ese modo, salí a despedirme de todos queriendo morirme porque Daniel contó que yo me había puesto mala de ser tan borracha. Recibí alguna que otra palmadita en la espalda y abrazos por parte de Luke y Charlie. Damon me explicó una peculiar receta contra la resaca, Tayler y Scott poco dijeron, se sujetaron uno al otro de camino a la puerta. Christian me guiñó un ojo antes de irse, aún convencido de que podía ligar conmigo. Liam parecía más nervioso que antes de la fiesta y me dijo adiós con una sonrisa.
Y Kyle, bueno, él simplemente me observó desde lejos y se despidió con un asentimiento de cabeza. Era evidente que estaba ofendido. Puede que me hubiera pasado un poco con él, mas no lo pude evitar. Me sentí acorralada, y odiaba esa sensación.
Solté un profundo suspiro cuando todos se marcharon. Daniel rodeó mis hombros con su brazo.
—Ya has tenido bastante por hoy, ¿eh? A dormir la mona.
Le miré con odio.
—No quiero más fiestas.
—Pero si lo has pasado fenomenal. —Se rio y caminó hasta su cuarto—. Buenas noches, enana.
Le fulminé con la mirada mientras lo veía entrar a la habitación y decidí hacer lo mismo. Ya nos encargaríamos al día siguiente de recoger todo y volver al mundo real. Me tiré en la cama tal cual estaba, con el vestido incluido. No tenía ánimos de moverme para cambiarme. Estaba agotada. Antes de quedarme dormida escuché una voz en mi cabeza: «Yo sí que quería besarte».
Maldito seas, Kyle, déjame dormir.