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Eufórica

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Tal vez debería apreciar el vacío verde

en el mapa donde se pierde la carretera por la que avanzo

y donde el triángulo del GPS que soy yo comienza

a girar como si no fuera yo el único confundido

y entonces me sigue en la extensión

que se abre ante el coche, frente al sol que declina

y que en unas cuatro horas brillará en las bombas extractoras

en un tono de petróleo oxidado, y espero no estar ya para

[entonces,

haber encontrado algún camino asfaltado que nunca antes

rozara pero agradecerlo y susurrar gracias

como cuando una rehén recién liberada y devuelta a su país

besa la pista ante las cámaras ante el cuello

de su esposa o la mejilla de su padre o el saludo

de algún oficial obligado a recibirla,

o quizá fuera mejor expresar hoy mi gratitud quitando

los seis cadáveres de coyote a lo largo de la valla de la finca

no debía haber entrado creyendo que era una nueva ruta de

[vuelta a casa,

tras el pozo de grava a donde los chicos de Ralls deben llegar

[a beber

o a follar quizá con sus primas mayores para eludir

[sus matrimonios

o a disparar a las latas o al cielo y alguno agarró tal borrachera

que se quitó ese par de vaqueros verdes tan perfectos

de la estantería de Sears y cada vez menos después, aquí

en una carretera sin nombre, un camino en realidad, y los dejó

[arrugados

sobre el suelo arrugado, el único verdor en este mar, este mar

[de tierra

roja en la que algunos aún creen que lo que hacen es cultivar

y por eso emplean su dinero y su tiempo

roturando de acá para allá las parcelas

como barcos de arrastre por el lago Salton o

un astronauta en Marte que hubiera perdido una herramienta

[especial

en lo que no llamaríamos parcela sino algo más

interestelar y espacial como terra vasta y esto

es Texas así que puede resultar

porque la tierra es vasta y siempre a punto

de soplar sobre el rostro y

yo no he matado a nada

con cuatro patas y pelaje en años

aunque ayer por la noche tropecé otra vez

y mi amiga la salamandra,

quien pegada a la pared junto a la cocina

me ha visto entrar cada día desde julio

dio un brinco, y se metió bajo un zapato y ahí quedó

besando el suelo, como eufórica,

liberada al fin de la pared,

y yo la enterré en el montón de basura que llamo composta

y tengo que retomar la dirección Este y encontrar esas carcasas

que se erizan en el viento vespertino y traerlas

hasta esa tierra eufórica que los adoraba

y les besaba cada pata al trotar.

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