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Proposiciones teóricas 1-4
ОглавлениеPara resumir la nueva teoría hasta este punto, presentamos cuatro proposiciones teóricas con respecto a la creación de trastornos. Las mismas se describen con mayor detalle en Mearns y Thorne (2000; 181-4) y Mearns (2000).
Proposición 1: la tendencia actualizante es la única fuerza de motivación. Esta idea de la tendencia actualizante como la única fuerza de motivación refleja la proposición número 4 de Rogers en su formulación original de la teoría. (Rogers, 1951: 487). No hay necesidad de cambiar esta proposición. Como sucede con toda buena teoría, refleja una elegante sencillez.
Proposición 2: los impulsos de la tendencia actualizante dan lugar a su propia resistencia dentro del ámbito de la vida social de la persona. Esta resistencia se denomina “mediación social”. Éste es un encuadre más sólido y enfático de la “capacidad pro social” de la tendencia actualizante. (Brodley, 1999). Pone al mundo social experienciado por la persona en un lugar más central de su procesamiento. La persona toma en cuenta a su contexto social y de relación. Cuando la tendencia actualizante impulsa una respuesta, parte de ésta da lugar a un vector de contrapeso que representa lo social además de los intereses de crecimiento puramente individuales. No se trata de la preocupación neurótica por complacer a otras personas que Rogers desafió en 1963; es una consideración razonada por los otros y una apreciación de la importancia que ellos tienen en el desarrollo personal como proceso continuo.
Proposición 3: entre el impulso de la tendencia actualizante y la restricción de la mediación social se desarrolla una homeostasis psicológica. La configuración y reconfiguración de esta homeostasis es el “proceso actualizante”. El proceso actualizante es el concepto clave en esta nueva teoría y surge exclusivamente de observaciones en la práctica clínica. La persona no está gobernada por un único impulso, como la tendencia actualizante. El funcionamiento de los seres humanos es mucho más sofisticado. Hablando metafóricamente, podríamos manejar un auto sólo con el acelerador, pero logramos un control más sofisticado cuando le agregamos un freno. De la misma manera que en el funcionamiento fisiológico, el control generalmente se mantiene por la secreción de hormonas con efectos opuestos, en el funcionamiento psicológico hay un sistema de control dual con un equilibrio preciso y delicado, establecido entre las fuerzas de la tendencia actualizante y la mediación social. Por otra parte, este balance puede variar considerablemente a lo largo del tiempo y en diferentes áreas de la vida de la persona. Es fascinante observar el proceso actualizante funcionando, ver cómo las personas negocian nuevos equilibrios apropiados a las dimensiones cambiantes de su vida. Estos ajustes no son meras acomodaciones a las presiones externas; son diálogos constructivos y sofisticados consigo mismo y en la relación con otros, diálogos que logran crecimiento para la persona y facilitan el crecimiento en los otros. Cuando el adulto joven desarrolla formas de equilibrio radicalmente cambiadas en numerosas áreas de su espacio vital para enfrentar los desafíos de la paternidad, son evidentes tanto el proceso actualizante como estos diálogos internos y externos. Es igualmente sorprendente observar el proceso actualizante en personas más jóvenes. El período de la adolescencia, y aun etapas anteriores, se caracterizan porque la persona configura y reconfigura el equilibrio al entrar en la lucha por la vida, no sólo para sobrevivir, sino también para hacerla más rica y variada.
Proposición 4: “el trastorno” se produce cuando la persona queda crónicamente atascada dentro de su propio proceso actualizante, de modo tal que el equilibrio homeostático no puede ser reconfigurado para responder a las circunstancias cambiantes. En el marco de la teoría centrada en la persona, es la pérdida de fluidez lo que genera perturbación en el sistema. La fluidez es reemplazada por rigidez, un término ampliamente usado por Rogers. “Los individuos… se mueven de la rigidez a la “mutabilidad”, de estructuras rígidas a la fluidez, de lo estático al proceso” (1961: 131). Mearns describe la génesis de esta rigidez en otra publicación.
La persona puede haber desarrollado sistemas autoprotectores que le permiten sobrevivir al estrés psicológico y a la angustia, las amenazas a su ser existencial o su identidad y todo tipo de desafíos que encuentra en su vida. En los sistemas humanos normales el proceso de actualización le permitirá seguir adelante: reconfigurar el equilibrio cuando los peligros van disminuyendo o aumentando a medida que cambian sus circunstancias sociales. Sin embargo, en aquellos aspectos en los que se conserva la rigidez, a la persona le resultará difícil seguir adelante con su vida, especialmente en el entorno social. Encontramos que esto es lo que les sucede a muchos de nuestros consultantes que están “sobreviviendo su supervivencia”. (2004: 24).
Por lo tanto, si reflexionamos acerca de nuestro joven adulto que está enfrentando los desafíos de la paternidad, podemos encontrarnos con que su proceso de actualización está anquilosado; no hay una fluida reconfiguración del equilibrio. Le resulta difícil abandonar ciertos puntos de equilibrio que fueron logrados con gran esfuerzo en el pasado. Siente que volver a equilibrarse significa abandonar libertades sin ningún contrapeso garantizado o experienciado. La adaptación se produce, pero no en forma proactiva, sino reactivamente en respuesta a otras personas. Aumenta la ansiedad, ya que sólo experiencia la dimensión de “pérdida” del cambio. La pareja de una persona que esté atravesando un proceso así también sentirá ansiedad.