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TESTIMONIOS *

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[9] Así pues, por lo testimoniado resulta evidente el total de la hacienda. Tres talentos son, en efecto, la estimación de quince talentos, y ésta es la contribución que creyeron justo ingresar. Pero todavía tendréis un conocimiento más exacto si escucháis la relación misma de la hacienda. Efectivamente, jueces, mi padre dejó dos talleres de industria no poco importante cada uno: treinta cuchilleros, dos o tres de cinco o seis minas y los restantes de un valor no inferior a tres minas, de los cuales obtenía un ingreso neto de treinta minas anuales, y fabricantes de literas en número de veinte, entregados como garantía de un préstamo de cuarenta minas, que le producían doce minas netas; y, por otra parte, dinero prestado a razón de una dracma por mina, hasta una suma de un talento, cuyo interés ascendía a más de siete minas cada año. Estos elementos productivos dejó [10] mi padre, como reconocerán esos mismos sujetos; de ellos el montante del principal son cuatro talentos y cinco mil dracmas, y su producción cincuenta minas en cada anualidad. Además de estos elementos, marfil y hierro, que trabajaban, madera para las camas, cuyo valor se elevaba hasta ochenta minas, aceite de nuez y bronce comprados por setenta minas, y también una casa de tres mil dracmas, muebles, copas, joyas y vestidos, el atavío de mi madre, todo esto por valor de unas diez mil dracmas, y ochenta minas de plata en casa. Todos los bienes citados dejó en casa, [11] pero además setenta minas prestadas a la gruesa, préstamo marítimo concedido a la empresa de Juto, dos mil cuatrocientas dracmas depositadas en el banco de Pasión, seiscientas en el de Pílades, en el de Demómeles, el hijo de Demón, mil seiscientas, y un talento prestado igualmente en sumas de doscientas y trescientas dracmas 7 . Pues bien, el montante de estos bienes sube a más de ocho talentos y cincuenta minas, y el de la totalidad, si echáis cuentas, descubriréis que asciende a unos catorce talentos.

Éste era, jueces, el caudal relicto de su hacienda. [12] Cuántos bienes de la misma, cuántos ha tomado cada uno en particular y cuántos tratan de defraudar todos en común, no es posible expresarlos con una misma agua 8 , sino que es preciso tratar cada cuestión por separado. Así pues, en cuanto a los bienes de mi propiedad cuya posesión detentan Demofonte o Terípides, bastará hablar de los mismos cuando hayamos presentado las acusaciones contra ellos, pero sí voy a hacer una relación de los bienes que aquéllos testimonian que este sujeto tiene y de los que yo sé que ha percibido. Así, en primer lugar demostraré que está en posesión de la dote, las ochenta minas, y a continuación hablaré de los demás con la mayor brevedad que pueda.

[13] En efecto, este sujeto, inmediatamente después de la muerte de mi padre, comenzó a habitar la casa, habiendo entrado en ella a tenor del testamento de aquél, y tomó posesión de las joyas de mi madre y de las copas dejadas en herencia. Estos bienes, cuyo valor ascendía a unas cincuenta minas, los tenía él, pero además recibía de Terípides y Demofonte el precio de los esclavos que eran vendidos hasta que hubo [14] alcanzado el valor de la dote, las ochenta minas. Cuando ya la tuvo, y estando a punto de zarpar hacia Corcira en calidad de trierarco 9 , firmó una declaración a Terípides diciendo que poseía dichos bienes y reconoció haber recibido la dote. Testigos de esto son, en primer lugar, Demofonte y Terípides, los colegas de tutoría de este sujeto, pero, además, Demócares de Leuconeo, el que está casado con mi tía, y otros muchos son también testigos de que él reconocía estar [15] en posesión de lo citado. En efecto, como no diese alimento a mi madre, pese a tener su dote, ni quisiera dar en arrendamiento el patrimonio, sino que pretendiera administrarlo junto con los otros tutores, Demócares entró en conversaciones con él sobre estos temas. Este tipo, después de haberle oído, ni negó que la poseyera ni tampoco llevó a mal el hecho como si no hubiese recibido nada, sino que lo reconoció y dijo, además, que tenía que hacer una pequeña observación a mi madre sobre unas joyas y que, cuando hubiese aclarado este asunto, obraría de tal modo que todo me quedara correctamente arreglado respecto de la alimentación y los demás puntos. En verdad, [16] si resulta evidente que ha reconocido estos hechos ante Demócares y las otras personas que se hallaban presentes; que ha recibido de Demofonte y Terípides el precio de los esclavos hasta completar la dote; que ha firmado a sus cotutores una declaración de estar en posesión de la dote, y que ha habitado la casa desde el mismo momento en que murió mi padre, ¿cómo no va a ser un hecho manifiesto, según todos los extremos de este reconocimiento, que ha recibido públicamente la dote, las ochenta minas, y que con harta desvergüenza niega haber entrado en posesión de la misma? Como prueba de que digo [17] verdad, toma los testimonios y lee.

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