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Capítulo 2
El contexto del caso
Una Francia en vías de estabilidad

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La Francia de la última década del siglo xix se encuentra en un estado de estabilidad moderada. La población, bastante constante —38.342.000 habitantes en 1891—, aún emigra poco del campo a la ciudad. La población rural es, por lo tanto, ampliamente mayoritaria. Los partidarios de Dreyfus, esencialmente urbanos, tienen dificultades para encontrar apoyo en el conjunto del pueblo francés; el medio rural sigue muy vinculado al ejército y a cierta imagen patriótica de la nación.

Por otro lado, la economía del país está peor de lo que se desearía. Francia pasa del liberalismo económico al proteccionismo del Estado. Es, por tanto, un país en vías de estabilidad, pero que cuenta con muchos movimientos de derecha e izquierda que hacen que esta estabilidad sea frágil. Desde 1890 los movimientos anarquistas llevan a cabo muchas acciones escandalosas (los atentados de Ravachol, el asesinato del presidente Sadi Carnot por parte del anarquista italiano Caserio…).

En cambio, desde 1889, el peligro de la ascensión del general Boulanger se aleja y, con él, el riesgo de la restauración de la monarquía y la caída de la República. Los «oportunistas» – es decir, la mayoría centrista del Parlamento— han ganado la batalla, pero los republicanos desconfían del ejército a raíz del caso Dreyfus.

En efecto, en esta época, los aristócratas son aún muy numerosos en el Parlamento. Sin embargo, poco a poco, profesores, médicos, acceden a los rangos más altos de la jerarquía política y social. La educación, aunque laica en los textos, sigue estando en manos de congregaciones religiosas; las relaciones entre Iglesia y Estado se envenenan, sobre todo porque el gobierno acaba disolviendo las asociaciones religiosas, cortándoles de cuajo la posibilidad de difundir la religión en las escuelas.

Aunque la República empieza a moverse en un medio anticatólico, las ideas democráticas siguen encontrando dificultades para imponerse. A pesar de todo, cada vez más hombres – las mujeres menos— se alejan de la religión cristiana. El anticlericalismo es una de las palabras clave de algunos defensores de Dreyfus.

Paralelamente, desde 1888, el movimiento obrero se liberaliza y amplía. La crisis social empieza a sentirse. La jornada laboral dura entre doce y catorce horas para los hombres, las enfermedades no se tienen en cuenta, el paro aumenta. Las huelgas, cada vez más numerosas, significan el renacimiento del socialismo.

Los sindicatos se convierten en potencias que los republicanos no pueden ignorar y el socialismo tiene cada vez más adeptos entre la clase obrera. Jean Jaurès sale elegido diputado en 1893.

A partir de esta fecha, la izquierda, aunque minoritaria, se hace políticamente fuerte en el Parlamento. Se consolida definitivamente en la vida política.

El caso Dreyfus

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