Читать книгу El almacén de los recuerdos - Denise Arredondo - Страница 17

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Puntos intermedios

Cuando la gente empieza a conocerte, cuando se empiezan a interesar en vos, se adaptan a esa imagen que hoy sos, se encariñan, se aferran a eso, te tienen ahí, te pausan, no se adaptan a un cambio. Y te dicen esas palabras que ellos sienten como halago:

“No cambies nunca, seguí así”, eso es porque se aferran a esa imagen, a ese “vos” que vieron una tarde de octubre y no comprenden que vos estás lleno de cambios, que podés no ser lo que fuiste ayer, lo que fuiste aquel octubre, o lo que serás mañana. Que podes cambiar, que no tenés que mirarte en sus ojos, en los de nadie, que si también querés no tenés que mirarte a vos mismo en ese espejo lleno de inseguridades.

“Inseguridades”. ¿Quién no las tuvo? ¿Quién no las tiene? Hoy, quizá, te despertaste un poco aturdido, nostálgico, y te paraste en aquel espejo que se encuentra en la esquina de tu cuarto, lo que viste ahí no te gustó, te sentiste mal, un poco extraño, un poco inseguro, lo comentaste con tu almohada, pero de nada sirvió.

Llegaron esas voces, esas voces que no paran ni un segundo, esas voces que decían que así de insegura nadie te iba a querer, que a los inseguros la vida se les escapa, que la suerte no los acompaña.

Pero quién no tuvo su noche, su tarde de domingo con lluvia en donde la melancolía venía acompañada de infinitas inseguridades.

Pero podés cambiar y eso no lo entienden.

Después de aquella pelea frente al espejo, después de resaltar miles de defectos y de estar triste, siempre hay otro día. Quizá te despiertes un lunes, te mires y no te encuentres ningún defecto, cantes y hables frente a ese espejo que recibió tantos gritos, tantos enojos y conoció tantas facetas tuyas, pero que nunca juzgó. En cambio el que te vio inseguro y después te vio queriéndote, no lo comprende, no entiende el paso tan corto de la tristeza a la felicidad o viceversa y no entienden que existen los puntos intermedios.

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El almacén de los recuerdos

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