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8. FINAL
ОглавлениеEl texto fílmico está constituido por múltiples códigos, que se ubican en distintos niveles de pertinencia. Los códigos que intervienen en la configuración del texto se interrelacionan unos con otros en un tejido inconsútil, determinándose mutuamente y generando efectos de sentido particulares en cada texto singular en el que intervienen. El código dominante en el texto impone sus condiciones a los demás códigos, los cuales, sin dejar de ser lo que son, sin perder su autonomía de códigos, se contagian de ciertos rasgos de la materia y de la forma significante del código dominante. En el texto fílmico los códigos no cinematográficos se tiñen de iconicidad y, más ampliamente, de “cinematograficidad”. Porque —ya lo hemos dicho— la forma de un código se modula de acuerdo con la materia en la que se inscribe.
Ésa es precisamente la razón de que “ver” una película no sea lo mismo que “leer” una novela. No son experiencias intercambiables, aunque ambos textos “relaten” la misma historia, ofrezcan los mismos comportamientos, presenten los mismos ambientes.
Los efectos de sentido producidos por ambos textos son en parte los mismos y en parte distintos. La comparación se puede hacer fácilmente con dos textos clásicos de un nivel de calidad similar, cada uno en su ámbito: La dama de las camelias, novela de Alejandro Dumas (1848) y Camille, película de George Cukor (1935). La historia de un amor imposible adquiere tales rasgos específicos en cada texto, que terminan por ser diferentes, siendo siempre el mismo melodrama. Ambos textos son obras clásicas, referencia obligada en su género. Uno de los textos no es ni mejor ni peor que el otro; simplemente son diferentes. Y la diferencia radica precisamente en la forma en que los distintos códigos que en ellos concurren se han entretejido, y en los rasgos de la materia significante que los soporta: rasgos icónicos-cinematográficos/rasgos lingüísticos-literarios.
Los múltiples códigos que hemos analizado hasta el momento, y otros más que puedan aparecer en el futuro, se trenzan bajo sus propias normas y con las reglas que los correlacionan entre sí, para constituir, en cada caso, el texto fílmico concreto que se ofrece a nuestra contemplación.