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CAPÍTULO 8

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Toño mandó el enésimo WhatsApp a su exnovio, a sabiendas de que no le iba a contestar. Si algo había aprendido Toño Leal de Caín Ezquerra era que, además de que el arte sale de las entrañas, nunca había que volver con un ex, que eso era de patéticos y arrastrados. Toño se había arrastrado siempre por los hombres, así que esta vez no iba a hacer una excepción. Las cloacas del amor eran un terreno familiar para él, ya ni siquiera se prometía que esa vez iba a ser la última. Le llamó de nuevo sin conseguir nada más que desesperarse al son de los pitidos.

Obsesivamente consultó el Twitter de Caín. Había tuiteado varias veces esa noche, la última vez hacia tan solo media hora. Por qué no contestaba. Por qué le hacía tanto daño. Era injusto. Después de todo lo que habían pasado juntos, del fiasco en sus negocios en Costa de Marfil, después de haber sido amantes, amigos, novios, compañeros de trabajo, de piso… ahora ni siquiera contestaba a sus llamadas.

Toño probó una combinación de pastillas, todas las que le habían recetado más unas que le había recomendado el farmacéutico. Bebió un poco de zumo y se tiró sobre la cama, entre catálogos, fotografías, libros y toda la parafernalia de su trabajo. El cansancio, la ansiedad y las drogas se aliaron para que finalmente pudiera dormir algo, aunque entre sus sueños se deslizó la imagen de un hombre en látex, encadenado como una perversa Andrómeda a la madera en vez de a la roca. En su sueño se acercaba a la figura, el olor le atraía como la miel a oso, el aroma, era penetrante, sexo, Popper, hormonas, deseo, pecado y libertad… Lamió el látex y aunque estaba soñando pudo sentir en la boca el plástico, pudo masticarlo, saborearlo y gozarlo, se excitaba tanto en el sueño como en la realidad, empalmado gimió y balbució llamando a Caín. Subió por las piernas del enmascarado, lamió cada centímetro, la lengua se deslizaba sin problema sobre el látex, nacarado y brillante, delicioso, pasó por encima de la polla y siguió hasta el cuello, con los dientes quitó la máscara al hombre y descubrió a Caín, su exnovio, ensangrentado, morboso y absolutamente irresistible. Toño notó un hormigueo en el estómago, convulsionó y se agitó violentamente.

Se había corrido. Y En el sueño también.

Todo se hizo niebla, bruma y oscuridad.

Despertó empapado en sudor, saliva, zumo y semen.

Los muertos no tuitean después de medianoche

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