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¿Cómo puede ser el dolor de cervicales?

El tipo de dolor puede ayudarnos a conocer la causa. En el caso de las cervicales, a veces, es un dolor concreto, de aparición puntual y con un origen claro. En otras ocasiones, ese dolor es mucho más difuso y no tan fácil de diagnosticar o de relacionar con ellas. Por esas vértebras pasan todas las principales conexiones nerviosas de la cabeza con el cuerpo, hasta la punta de los dedos de los pies. Es una conexión bidireccional, tanto hacia arriba como hacia abajo. Por eso, no tiene que extrañarnos que aquellos dolores que nunca pensaríamos que pudieran relacionarse con las cervicales tengan su origen en ellas. Estamos frente a lo que llamamos dolor diferido.

¿Dónde está el origen del dolor?

Para analizar el dolor cervical, en primer lugar, podemos dividir sus posibles causas en dos grandes grupos:

1 De origen local. Tenemos un problema que afecta a los músculos, a las articulaciones o a los nervios —puede dañar solo a los primeros, a los segundos o a los terceros e ir interrelacionados. Un problema de un disco vertebral puede afectar a un nervio y también puede causar un problema muscular. O una contractura, que es un problema únicamente muscular, puede ser el causante del dolor y que ni los nervios ni las articulaciones estén dañados.

2 Extrarraquídeas. Tienen su origen fuera del raquis (la columna vertebral) y también pueden provocar dolor cervical y de cabeza. Forman parte de este grupo la hipertensión arterial o la hiperglucemia, es decir, tener el azúcar muy elevado; los problemas digestivos, de vesícula biliar, de intestino o el estrés. No son problemas mecánicos, directamente relacionados con las cervicales, que, sin embargo, causan dolor en esa zona.

Cuando todos estos dolores no tienen una causa mecánica y son extrarraquídeos, el movimiento casi nunca se ve limitado. El hecho de que te duela el cuello y puedas moverlo bien te da pistas de cuál puede ser el origen último del problema, que casi seguro será extrarraquídeo. De la misma manera, si te quedas rígido por el dolor, puedes deducir que la causa está directamente en las cervicales o en los músculos que las rodean.

¿Qué nos puede indicar el dolor?

El dolor puede darnos información de acuerdo con los factores que explicaremos a continuación.

La intensidad

La duración y la intensidad son fundamentales para determinar el tipo de dolor y puede darnos pistas muy fiables sobre su posible causa. Es cierto que la sensación de dolor varía según las personas: hay quienes se quejan cuando sienten cualquier mínima molestia y quienes tienen una gran capacidad para aguantar el dolor. En este sentido, ya habíamos comentado que las mujeres suelen hacerle menos caso porque están más acostumbradas a sufrir dolores. De todas formas, el dolor cervical suele ser muy evidente y no da lugar a matizaciones y cuando aparece, nos quejamos. Según su duración e intensidad, el dolor puede ser:

1 Agudo. Se trata de un dolor intenso, de aparición reciente. Se inicia de repente y es muy limitante. Se siente al hacer cualquier movimiento con el cuello. Incluso si no recuerdas haberte golpeado previamente, haber hecho un mal gesto con la cabeza o un esfuerzo con el cuello o con los hombros, es probable que se trate de una contractura de los músculos de las cervicales, lo que los médicos referimos como mialgia cervical aguda y que popularmente se conoce simplemente como tortícolis.Este tipo de dolor tiene unas características ordinarias, entre las que destaca el hecho de que mejora si nos mantenemos en reposo. Si no nos movemos, sentimos alivio. Este tipo de dolor te lleva a buscar lo que los médicos denominamos postura antiálgica (antidolor); es decir, intentas mantener ese gesto con el que te encuentras más cómodo. Por eso, cuando una persona sufre tortícolis mantiene el cuello ligeramente torcido o los hombros recogidos para evitar, en lo posible, estirar más los músculos.

2 Crónico. Cuando el dolor se extiende durante períodos de tres o más meses se considera crónico. Este suele caracterizarse por una menor intensidad, aunque es mucho más persistente. No impide totalmente el movimiento del cuello, pero quien lo padece intenta evitarlo, porque le causa molestias. En este caso, el abanico de posibilidades se abre. Lo primero que debemos aclarar es que el hecho de que sea un dolor crónico no significa que sea incurable. Se puede tratar y acabará desapareciendo.Es necesario indagar por si se detecta algún hábito postural erróneo. De este modo, es muy probable que se deba a una sobrecarga por la repetición de movimientos diarios perjudiciales. De no ser así, varias pruebas exploratorias descartarán otras dolencias. Existen otros muchos motivos que pueden causar un dolor cervical crónico y hay que tenerlos todos en cuenta, pues a pesar de que la inmensa mayoría de las veces suele tratarse de un desgaste de las articulaciones, podría ser una patología más seria y muy limitante.

Las características

Hemos señalado que hay múltiples motivos por los que nos pueden doler las cervicales. Vamos a tratar algunos de ellos y las razones habituales por las que se producen. De todas formas, siempre se ha de tener en cuenta, sobre todo cuando el dolor se extiende durante muchos días, que hay que consultar con un médico. El doctor, como veremos, puede hacernos preguntas de aspectos que no habíamos relacionado con el dolor y que orientarán el diagnóstico en un sentido u otro. Estas son algunas de las causas más habituales de un dolor determinado, lo que no excluye otras. Te pueden dar pistas y, sobre todo, te pueden servir para analizar tu dolor y ayudar al doctor a encontrar su causa.

1 Dolor que se extiende al brazo y hasta los dedos. Lo más probable es que se trate de un pinzamiento en la columna vertebral debido a una hernia discal. Recordemos que la hernia es la salida del núcleo de uno de los discos amortiguadores de las vértebras, y que, al salirse, comprime un nervio. Otra posibilidad es que el dolor se produzca por una estenosis del conducto vertebral. Este nombre tan técnico se refiere al estrechamiento del espacio entre las vértebras por donde pasan los nervios radiales que salen de la médula espinal y se dirigen a los brazos. El motivo habitual de este estrechamiento es la aparición de pequeñas ramificaciones cálcicas en los huesos —una especie de pequeñas protuberancias—, por el envejecimiento de los ligamentos de las articulaciones laterales, llamadas osteofitos, que reducen el espacio por donde van esos nervios. Otra causa también puede ser una desviación de las vértebras producida por una caída o por un accidente.

2 Dolor al hacer ciertas posturas. Es un dolor de origen mecánico que aparece al mover el cuello de una determinada forma. Generalmente, el motivo también es un estrechamiento del conducto vertebral (estenosis). Al movernos de una determinada forma, como al levantar la cabeza o al ladearla, favorecemos que el nervio quede aprisionado y mande la señal de dolor.

3 Dolor persistente que cambia de intensidad. Si el dolor es, en general, leve, pero dura varias semanas y en ocasiones se recrudece o empeora con ciertas actividades o posturas, podría tratarse de un desgaste del disco que ejerce de almohadilla entre las vértebras.

4 Dolor que disminuye al avanzar el día. El hecho de sentir más dolor en las cervicales por la mañana y que, a medida que van pasando las horas, te encuentres mejor, suele ser indicativo de que padeces artrosis de las articulaciones facetarias. Los síntomas acostumbran a ser parecidos a los que tienen las personas que sufren esta misma dolencia en las articulaciones de las rodillas o de la cadera, quienes también suelen notar mejoría los días soleados frente a los días húmedos o con frío. En estos casos, las cervicales se convierten en un instrumento meteorológico bastante preciso.

5 Dolor que crece al avanzar el día. Cuando uno siente que el malestar cervical va creciendo según pasan las horas debe plantearse la posibilidad de que esté asociado al estrés. En ese caso, normalmente, es más intenso al final del día, pues conforme avanza la jornada laboral, va aumentando la tensión en el cuello y los músculos se acortan. En ocasiones, es posible que aparezca un cuadro de vértigos o mareos, ya sean con sudoración y náuseas o simplemente con la sensación de que todo da vueltas. Otra manifestación típica es la pérdida total de movilidad, con lo que el paciente debe mirar hacia los lados como si fuera un robot, ya que es incapaz de rotar el cuello. Si la contractura es realmente importante, es frecuente que haya sensación de calambres y de hormigueos hacia los brazos o las manos, lo que no significa necesariamente que haya una hernia discal, pues la propia contracción puede provocar ese cuadro.

6 Dolor al pellizcarte en la cara o al frotar el cuero cabelludo. A veces sientes dolor al pinzarte una ceja, mientras que en la otra no notas ninguna molestia, o te pasa algo parecido con el mentón (la piel del maxilar). También puede aparecer una sensación de molestia al friccionar el cuero cabelludo. Estos síntomas de dolor son de origen cervical y están causados por el reflejo de los nervios a zonas cutáneas de la cabeza y la cara. Como habíamos dicho antes, se trata de un dolor referido —que también puede denominarse dolor metamédico—. Los nervios de cada zona de las cervicales pueden transmitir dolor a esas otras áreas porque entre las distintas capas cutáneas hay numerosos nervios conectados con la columna vertebral. De esta forma, si me duele la piel del cuero cabelludo, es porque las primeras cervicales, las más altas, están afectadas. Si me duele el maxilar, el origen del dolor está en la zona media baja, y si me duele la ceja, es porque las vértebras cervicales centrales están afectadas.

7 Dolor de cabeza. Hay que diferenciar el dolor de cabeza y el dolor cervical. Pueden ir juntos o no. Lo cierto es que hasta un 30 % de las migrañas crónicas tienen su origen en las cervicales. Algunas veces ese dolor es la reacción a una irritación en los nervios y los músculos de esa zona que conectan con la cabeza. Este trastorno recibe varios nombres (cefalea cervical, neuralgia occipital, síndrome simpático cervical posterior) y el más extendido es la cefalea cervicogénica. En la inmensa mayoría de los casos detrás de ese dolor sencillamente hay una mala postura, como es la denominada cabeza adelantada: el peso del cráneo tira de las vértebras hacia abajo y puede originar dolor de cabeza. Otro motivo habitual es una pequeña distensión de los ligamentos que rodean las cervicales, de los tendones o de los músculos que van unidos a las cervicales.

Las pistas que explicaremos a continuación nos pueden indicar que la cefalea es cervical y diferenciarla de otras migrañas:

 El dolor aparece en un solo lado de la cabeza, pero si no se le pone remedio, puede extenderse a los dos lados y afectar la frente y el área alrededor del ojo.

 Se intensifica al toser o al estornudar.

 Empeora cuando se mueve el cuello.

 Hay tensión en la zona cervical y cuesta girar la cabeza.

 El trapecio (el músculo que cubre desde la nuca y los hombros hasta media espalda) puede doler y la zona está rígida y en tensión.

 En ocasiones la molestia se concentra en el ojo o en una zona muy concreta de la cabeza.

Hay formas sencillas para aliviar la cefalea y ayudar a evitar que reaparezca. Seguramente, una de las más eficaces, que funciona tanto en los casos de migrañas puntuales como crónicas, es darse duchas de agua caliente. Durante los dos primeros días de dolor intenso, realiza duchas de cinco minutos, dirigiendo el chorro de agua caliente hacia el cuello, tres o cuatro veces al día. El calor húmedo ayuda a reducir la contractura en la zona.

El dolor de cabeza, sobre todo cuando se percibe en los lados, también puede ser debido al pinzamiento de un nervio en la espina dorsal (la columna vertebral), es decir, por una hernia discal.

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