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Introducción

El dolor de cervicales es el más común después del lumbago y el principal motivo de consulta médica, lo que no es nada extraño puesto que las cervicales son la parte más frágil de la columna y la más vulnerable a las lesiones. Hay que tener en cuenta que los huesos que forman la zona cervical, las siete primeras vértebras de la columna, se encargan de soportar constantemente un peso importante: nuestra cabeza. La función de las cervicales es primordial, como vamos a ver. Por ellas pasan los centros nerviosos que se ramifican para conectar el cerebro con el resto del cuerpo. La columna cervical es el sistema articular más complejo y móvil del organismo. Tiene 32 articulaciones, coordinadas entre sí, y juntas llevan a cabo los movimientos de la cabeza en relación al tronco.

Se han hecho estudios del movimiento del cuerpo humano que aseguran que el cuello puede llegar a moverse hasta 600 veces en una hora de trabajo, algo que no ocurre con ninguna otra parte del cuerpo. Se mueve mucho más de lo que pensamos al caminar, al permanecer de pie, al acostarse o al levantarse. Si a esto le añadimos que la columna cervical está sujeta a situaciones de estrés o tensión, puede que no nos resulte tan sorprendente que pueda sufrir dolor y sobrecargas con enorme facilidad. Por todo esto es una de las principales partes de nuestro cuerpo en las que aparecen problemas articulares, musculares y óseos.

Los problemas cervicales son tan antiguos como nuestra propia historia. Fíjate en que ya aparecen referencias a ellos en inscripciones encontradas en tumbas egipcias que datan de tres siglos antes de Cristo: en una de las tablillas se describen los achaques de un joven jefe nubio, cuya relación con el mal estado de sus cervicales podría ser fácilmente deducida por un médico en la actualidad —casi con seguridad sus males estaban causados por no usar un reposacabezas en sus largas cabalgatas—. Los dolores cervicales pueden alterar de modo significativo nuestra calidad de vida. Por suerte, ahora sabemos mucho más sobre ellos que los antiguos sacerdotes egipcios. Sabemos cómo evitarlos o cómo hacerles frente. Mi objetivo es que tú también lo sepas.

La tensión nerviosa o la mala postura son las principales causas de las molestias cervicales. Además, puede haber otros múltiples desencadenantes concretos, como movimientos repetitivos relacionados con el trabajo, artrosis, protrusiones o hernias discales. Al margen de cuál sea su origen, las alteraciones que provocan van a ser nuestro objeto de estudio. Así pues, espero que al final del libro hayas podido conocer no solo cómo funciona esta maravillosa estructura, sino que sepas cómo prevenir los trastornos o las sobrecargas cervicales. Y que, si sufres algún dolor, tengas nociones sobre el motivo del mismo y su posible alcance: si es una alteración sencilla o algo más importante que hay que consultar con un médico.

Yo soy médico y masajista osteópata. He crecido profesionalmente junto con mi padre adoptivo, el doctor Vicente Lino Ferrándiz, que fue el creador del quiromasaje. Además, amplié mi formación sobre técnicas más específicas para manipular las vértebras cervicales con otros médicos. El conocimiento que me transmitieron y el que he podido desarrollar a lo largo de mi carrera profesional me han servido para comprobar que no hay que desesperarse con el dolor cervical, aunque pensemos que es crónico, ya que hay técnicas muy efectivas y poco invasivas para aliviarlo.

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