Читать книгу Una cosa sencilla - Eddie Stern - Страница 10
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
En la primavera del año 2010, un investigador y terapeuta corporal llamado Marshall Hagins vino a visitar mi escuela de yoga en el SoHo, Nueva York. Me preguntó si me interesaría diseñar un protocolo de yoga para un estudio científico que buscaba analizar la posibilidad de que el yoga tuviera un impacto positivo en la hipertensión de los afroamericanos. Veintidós años antes, yo había decidido no ir a la universidad para viajar a la India, y desde entonces había dedicado la mayor parte de mi vida a regresar allí para estudiar, practicar y leer todo lo referido al yoga. Me sentía muy a gusto con el yoga, pero no tenía ni la más pálida idea respecto a los principios básicos de la ciencia. Frente a mí había una persona muy inteligente, que pensaba que yo sabía algo y que necesitaba mi ayuda. Así que, con o sin conocimiento científico, por supuesto que dije “¡Sí!”. No me imaginaba que esta reunión cambiaría el curso de mi dedicación a estudiar y memorizar textos antiguos y me llevaría a investigar por qué el yoga funciona tan bien.
¿Cuál es la razón por la cual una persona con dolor de espalda, otra con hipertensión, otra con problemas de digestión y otras que buscan el sentido de sus vidas pueden entrar a la misma clase de yoga, hacer básicamente lo mismo y salir de allí no solo sintiéndose mejor sino también sintiendo que aquello que las angustiaba, o la condición que sufrían, está mejorando? ¿Cómo, al hacer una cosa sencilla –una práctica generalizada de yoga– la gente fue capaz de reducir su estrés, calmar sus dolores corporales, mejorar su función cardiovascular, reducir su medicación para la diabetes, sentirse más feliz, enojarse menos y mejorar su descanso y su digestión? De alguna manera, si tiene la posibilidad, el cuerpo sabe cómo corregir los desequilibrios. Y más interesante aun, era evidente que las posturas del yoga no tenían que ejecutarse “bien” o “correctamente” para que estos efectos positivos se manifestasen; tampoco era relevante que alguien fuese flexible o rígido, liviano o pesado, enfermo o saludable: el yoga parecía funcionar igual. Suponía que tenía algo que ver con el sistema nervioso, pero no estaba seguro con qué. Así que comencé a leer, a hablar con médicos y a investigar.
Este libro es, en gran parte, el resultado de esa investigación (de eso, y de treinta años de práctica). En mis conversaciones con los médicos, aprendí acerca de la presentación del sistema nervioso que hace la cultura occidental. Yo estaba familiarizado con lo que decían los antiguos textos yóguicos sobre el sistema nervioso, y podía buscar las correlaciones, hacer suposiciones y luego discutir estas similitudes con los médicos. Siempre intenté verificar si lo que ellos sentían respecto a lo que yo decía les sonaba válido, y lentamente, las ideas que presento en este libro comenzaron a pulirse. Recurrí a la maravillosa investigación llevada a cabo por el Dr. Stephen Porges, la Dra. Shirley Telles, la Dra. Bethany Kok y muchos otros. A lo largo de este libro, me referiré a sus trabajos para arrojar luz sobre cómo la ciencia entiende el yoga como una práctica efectiva para la autorregulación del sistema nervioso.
Mientras estudiaba, dos preguntas candentes se desplegaban en mi mente:
1. ¿En dónde se encuentran la consciencia y la biología? ¿Acaso la consciencia se refleja a través de nuestra constitución biológica, o es nuestra biología, en realidad, la consciencia manifestándose? Somos seres humanos, después de todo, y los yoguis usaban el cuerpo (que es biológico) para viajar hacia adentro, hacia niveles “más profundos” de consciencia. Por lo tanto, parecería que el cuerpo y la consciencia están entrelazados de alguna manera.
2. ¿Es la felicidad una experiencia psicológica? Es decir, al buscar descubrir quiénes somos profundamente a través de las prácticas yóguicas que involucran el cuerpo, la respiración y la mente, ¿podemos encontrar en nuestro interior la paz y la felicidad que existen en nuestra composición fisiológica, profundas y perennes? Me parecía que, dado que en el yoga usamos el cuerpo en todos sus posibles aspectos, la felicidad no podía ser simplemente una construcción mental, sino una parte integral de nuestra constitución física y que se puede hallar en los mecanismos internos de nuestros cuerpos. Quizás la trascendencia se encuentre más allá de los reinos del cuerpo, pero ¿qué sucede con la mera felicidad y la tranquilidad de saber quiénes somos? La felicidad como un constructo mental parece ser una imposibilidad. No podemos sostener un pensamiento en nuestras mentes por más de un segundo o dos. Entonces, ¿cómo podemos sostener mentalmente la felicidad? La felicidad quizás exista en algún lugar más profundo. En los sistemas de pensamiento hindúes, la felicidad no equivale al placer, sino al significado o el propósito. No es la felicidad lo que buscamos, sino la experiencia de nuestro propio ser esencial. Nos buscamos a nosotros mismos. ¿Es esto experimentado en nuestra fisiología? ¿O acaso la mente y el cuerpo forman un continuo, de manera que sentimos una experiencia integrada del ser porque no hay distinción entre cuerpo y mente?
Estas preguntas son, en gran parte, mi punto de partida. Y, en realidad, el sistema nervioso es una parte integral y un componente fundamental de mi exploración. Los antiguos yoguis enseñaban que la ciencia del yoga no se trata de la perfección de las posturas, sino de la perfección de la relación entre cuerpo-mente-espíritu, de manera que uno pueda comprender los profundos misterios del ser. Estas enseñanzas, sumadas a las de mi gurú del sur de la India, propulsaron mi camino y mi continua fascinación por estos temas. Lo que contiene este libro son exploraciones sobre las ideas yóguicas y la investigación científica acerca de los mecanismos neurobiológicos subyacentes que ayudan a explicar cómo y por qué el yoga tiene un impacto general positivo en nuestros cuerpos, nuestras mentes y en el mundo, y cómo podemos encontrar felicidad, significado y propósito en él.