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LA PRÁCTICA DE POSTURAS

Para empezar de manera práctica, cuando se trata de intentar descubrir quiénes somos y cuál es nuestro propósito, el cuerpo es un lugar obvio y sencillo para iniciar esta investigación. Decimos que es sencillo porque podemos ver nuestro cuerpo, podemos sentirlo, y podemos ubicarlo en diferentes posiciones. A veces, empezar por el cuerpo puede ser tan simple como sentarnos con las piernas cruzadas y no hacer nada más que respirar y escuchar. De niños, jugábamos con nuestro cuerpo con total libertad, moviéndonos intuitivamente, colocándonos en diferentes posiciones, como puede ser parados de cabeza o dando volteretas (recuerdo estar parado sobre mi cabeza y apoyado contra la pared cuando tenía cinco años, solo para experimentar el mundo al revés). Mi mejor amigo de la escuela primaria solía hacer extensiones hacia atrás (posturas de yoga avanzadas), y que, de alguna manera, le surgían espontáneamente. Los niños adoran hacer extensiones hacia atrás y dar vueltas en círculos. Nos expresamos a través de nuestros cuerpos y mediante el movimiento, y el movimiento cablea nuestro sistema nervioso (mediante las neuronas) y nuestro cerebro. Cuando nacemos, contamos con casi todas las neuronas que nuestros cerebros necesitan para funcionar, aunque es verdad que otras neuronas siguen creciendo a lo largo de nuestra vida. Nuestras neuronas comienzan a conectarse entre sí a medida que crecemos y nos desarrollamos. Cada nuevo movimiento que un niño aprende crea una nueva ruta en el cerebro, lo que también refleja la forma en que se procesa la información en el cerebro. (18) Nuestros primeros movimientos incluyen aprender a levantar nuestra cabeza y nuestro cuello, darnos vuelta, gatear y, con el tiempo, caminar. Muchos de estos movimientos también ocurren en el yoga y pueden ayudar a fortalecer la forma en que el cerebro procesa la información:

 De atrás hacia delante a través de la corteza motora, transformando pensamiento en acción.

 Hacia arriba y hacia abajo, desde la parte inferior hasta la parte superior del cerebro, para el procesamiento emocional.

 De lado a lado, a través del cuerpo calloso, para la comprensión.

En las prácticas de yoga encontramos los movimientos de arriba hacia abajo y hacia delante o hacia atrás cuando realizamos los saludos al sol; en las posturas de pie que incluyen movimientos de lado a lado; también vamos hacia arriba y hacia abajo en las posturas de sentado y en las extensiones hacia atrás. Cuando decidimos observar nuestra vida a través de una nueva lente, mover nuestros cuerpos en posturas nuevas nos ayudará a cambiar nuestra perspectiva acerca de nosotros mismos porque estamos usando nuestros cuerpos de manera directa para influir en la forma que procesamos la información entrante. Al practicar las diferentes posturas, nuestra visión del mundo puede ser modificada con mayor facilidad. Mediante la neuroplasticidad –o la habilidad de nuestros nervios para conectarse entre sí de una infinidad de formas para que aprendamos cosas nuevas– creamos rutas que nos llevan a nuevos discernimientos acerca de nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros patrones de pensamiento, nuestras relaciones y, lo más importante, nuestra autopercepción. Es más que probable que esto haya sido lo que intentaban los yoguis cuando comenzaron a experimentar con las posturas, y lo hicieron con inocencia, curiosidad y sinceridad.

La concentración no significa sujetar a la mente a un estado fijo de foco, y la práctica de posturas no significa forzar al cuerpo a realizar posturas complicadas: ambas actividades tratan de alcanzar la calma y facilitar a la mente un estado natural de bondad, al descubrir la cualidad natural e intrínseca que ha sido cubierta por demasiados pensamientos. Si realizamos las posturas con suavidad, nos ayudarán a llegar a esta meta, porque la mente y el cuerpo no son dos cosas separadas sino un proceso continuo. En el yoga, el cuerpo es una manifestación de la mente. Nuestros pensamientos, sentimientos y emociones se sienten, se sustentan y se expresan a través de nuestros cuerpos. Podemos ver si alguien se siente feliz o triste mediante la expresión de su rostro; podemos ver si alguien se siente abatido o seguro al contemplar su postura corporal. De la misma manera en que, hace miles de años, a los órganos o tejidos corporales se les asignaban ciertos estados mentales, nuestros sentimientos y sus características mentales que consideramos oriundos de la mente también viven en el cuerpo. Se le atribuye la teoría de los cuatro humores a Hipócrates, la cual, aunque es rechazada por la medicina moderna, a veces se usa para describir estados psicológicos: melancólico, flemático, colérico y sanguíneo. Tanto el ayurveda –la ciencia de la medicina india– como la medicina china tradicional sostienen teorías similares. Los órganos, las emociones, los patrones de pensamiento y el temperamento están interconectados. Al trabajar con nuestros cuerpos, trabajamos con la mente, el corazón y las emociones al mismo tiempo.

La práctica de posturas de yoga, en sánscrito llamadas asanas, se encuentra en antiguos textos yóguicos de dos mil años atrás. La palabra asana se compone de dos partes: as, “sentarse”, y ana, “respirar”. Hacer asana es, literalmente, sentarte con tu respiración, o sentarte de una manera específica y respirar. Cuando te sientas con tu respiración, te sientas con tu consciencia. Si el universo es un misterio, nuestros cuerpos también lo son, así que es natural que el cuerpo sea el punto de partida de nuestra investigación del enorme misterio de quiénes somos verdaderamente y dónde habita la consciencia en nuestro interior. Un famoso verso del libro del siglo XIV, la Hatha Pradipika, es una de las fuentes más tempranas que señala que las posturas son el primero y, quizás, el mejor lugar para que los principiantes inicien su viaje interior:

Hathasya prathamam gatvad asanam purvam uchyate

kuryat tadasanam sthairyam arogyam

changalaghavam. 1.19

||||||

Entre las prácticas del Hatha Yoga, se considera que el asana es la primera práctica, ya que brinda estabilidad, liberación de la enfermedad y ligereza corporal.

La estabilidad, la salud y la ligereza de los miembros: todo esto suena como un resultado muy deseable de una práctica de yoga, y demuestra que mucho de cómo conceptualizamos el yoga hoy tenía la misma validez en el siglo XIV. Mucha gente asocia el yoga con:

 Un cuerpo flexible y en forma, lo que representa la ligereza corporal.

 Relajación, una analogía de estabilidad.

 Reducción del estrés, que es esencialmente liberación de la enfermedad.

Estos tres resultados se correlacionan con los tres aspectos que constituyen el conjunto cuerpo-sistema nervioso-mente, con los cuales trabajamos al practicar yoga: la ligereza de los miembros ocurre en el cuerpo, la liberación de la enfermedad sucede cuando el sistema nervioso y el sistema inmune alcanzan resiliencia y equilibrio; y la estabilidad se manifiesta en nuestra mente. La práctica de posturas es una práctica holística que afecta muchos aspectos de nuestro ser, no solo nuestras capacidades físicas, y la influencia de los asanas claramente trasciende nuestros cuerpos.

Cada uno de los beneficios que mencionamos aquí tienen condiciones internas y externas, o indicadores. Los indicadores externos de la estabilidad, por ejemplo, son la fuerza corporal, la flexibilidad y un buen sentido de propiocepción, pero las condiciones internas para la estabilidad ocurren cuando el sistema nervioso está equilibrado y en buen funcionamiento. La liberación de la enfermedad se refiere a que nuestro cuerpo puede mantenerse en un estado de salud porque nuestro sistema inmune es resiliente, y nuestros sistemas fisiológicos –cardiovascular, respiratorio, digestivo, endocrino, etc.– funcionan adecuadamente. Un sistema inmunológico fuerte también se relaciona con una mente que es positiva, calma, tolerante, repleta de gratitud y, por lo tanto, capaz de tolerar el estrés. (19) La ligereza de los miembros es una cualidad tanto del cuerpo como de la mente, porque el cuerpo se torna más liviano, o adquiere más gracia con la práctica, y la mente se vuelve considerablemente más liviana también. Este verso también señala que no existe una distinción cuerpo-mente, o que el cuerpo-mente es una totalidad continua, porque practicar asanas brinda simultáneamente beneficios al cuerpo, el sistema nervioso y a la mente. Si puedes conservar en tu mente estos tres beneficios que aporta el asana, puede ayudarte a mantener el foco en tu propósito interno mientras realizas tu práctica. Es fácil ponerse a hacer asanas solo por el beneficio de hacerlas, porque el aspecto físico de nuestro ser es lo primero que podemos ver y sentir, y en donde abundan sensaciones. Sin embargo, Pattabhi Jois solía decir que el yoga es un ejercicio interno: en aquello que sucede por debajo de la superficie de las posturas es en donde ocurren los cambios duraderos de nuestra mente y nuestras emociones.

Respecto al sistema nervioso, muchas de las enfermedades que causan estragos en la sociedad civilizada son causadas por el estrés y son en gran parte evitables: enfermedad cardiovascular, presión arterial alta, diabetes, ciertos tipos de cáncer, síndrome de colon irritable y depresión. Discutiremos sobre esto con mayor profundidad en el capítulo 11, dedicado al sistema nervioso, que detalla el rol del estrés como mediador de las descargas del entorno (esencialmente, en lo que consiste el estrés)

LOS TRES GUNAS

Para entender por qué los asanas crean ligereza en el cuerpo, tenemos que discutir acerca de algunos términos sánscritos, comenzando por los tres gunas. Guna significa, literalmente, “un hilo”. Todas las cosas que experimentamos en este mundo, o en la naturaleza –lo que vemos, escuchamos, saboreamos, tocamos, olemos y sentimos– están hechas por los tres gunas, como lo está todo aquello en el mundo que puede ser nombrado, o que tiene una forma, aunque sea visible (como un cuerpo) o invisible (como un electrón). Para empezar, podemos definirlos de la siguiente manera:

1. Sattva: aquello que es armonioso, brillante, claro, liviano y reflexivo.

2. Rajas: aquello que nubla la percepción, es activo y apasionado, la chispa de la creatividad.

3. Tamas: todo aquello que es pesado, inerte, oscuro; la fuerza de gravedad, lo que forma la masa de los objetos. (20)

A menudo, los gunas son referidos como las tres cualidades del universo, y también son llamados prakrti, o naturaleza. En el yoga, la naturaleza se define de dos maneras:

1. Como permanecer en equilibrio.

2. Como salir del equilibrio.

Cuando la naturaleza está en equilibrio, todo está en pura potencia: es el potencial del universo para existir, el potencial de la existencia para tomar una forma a raíz de esa posibilidad informe. Esto se llama “potencial infinito”. Cuando la naturaleza sale del equilibrio, se crea la manifestación del universo y todo lo que vemos en él, llamada “creatividad infinita” o “manifestación infinita”; y comienzan a formarse diferentes patrones y ritmos que son, esencialmente, las funciones operativas del universo y de nuestro mundo. Los gunas en estado de reposo están en plena potencia, y los gunas en movimiento se manifiestan como creación. Son los ingredientes de los elementos que conforman nuestro mundo: la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio. Todas las creaciones materiales derivan de una combinación de estos elementos, incluyendo las cosas que son invisibles a simple vista, como los átomos y los fotones. Hablaremos sobre estos patrones en los capítulos siguientes. La miríada de elementos que observamos en el universo, la manifestación infinita, nacen del entrelazado complejo e incomprensible de los gunas. Como manifestación infinita, los gunas se combinan de maneras que producen no solo este mundo, sino los otros mundos y galaxias que no conocemos. En estado de reposo, están en plena potencia, y contienen infinitas posibilidades que comienzan a desplegarse cuando son activados suavemente por la ola de la consciencia.

Podemos identificar los gunas en cualquier objeto que vemos en el mundo. Como ejemplo típico, podemos observar una vela: la cera es tamas (inerte), la llama es rajas (quema) y la luz de la llama es sattva (ilumina). Estas tres cualidades no son mutuamente excluyentes. Para que cualquier objeto cumpla su propósito, la proporción de los gunas debe estar en equilibrio. Si hay un exceso de cera, y no hay una mecha, no podemos tener una llama. Si la mecha es muy larga y la llama muy grande, la cera se derretirá enseguida, y no se creará una llama duradera, además habrá mucho humo (rajas). Si la cera no se crea de una forma equilibrada, no se derretirá, lo que impedirá que la llama se encienda: la incapacidad de tamas de cumplir su función de soporte.

Los gunas también forjan nuestro cuerpo y nuestra mente. En el cuerpo los gunas se reflejan así:

 Sattva: asociado con la mente (reflexión).

 Rajas: asociado con el sistema nervioso y la digestión (impulsos eléctricos y el fuego digestivo).

 Tamas: asociados con los músculos y los huesos (estabilidad).

El yogui Brahmananda, en su comentario de la Hatha Pradipika, dice que la práctica de posturas sirve específicamente para reducir el exceso de actividad de rajas (o la excitación) que ocurre en el sistema nervioso, y de tamas (o la pesadez del cuerpo) que ocurre especialmente en el abdomen bajo y en las piernas. (21) Rajas se manifiesta en muchos de los problemas compulsivos que tenemos en el mundo hoy, primordialmente a través de nuestra adicción a la actividad, ya sea al estar siempre conectados, siempre ocupados o siempre con la necesidad de disponer de la atención para algo: el último noticiero, dramas políticos o los problemas de otras personas. Detrás del impulso de estar siempre ocupados, del impulso por la indulgencia sensorial, está rajas en estado de sobrealimentación. Aminorar la velocidad, practicar algunas posturas, respirar profundo, practicar meditación y relajación: estas actividades impiden que se alimente el fuego de rajas. Experimentar un gran estrés, por ejemplo, también es una condición de rajas. Las sensaciones físicas asociadas con el estrés (como una elevada temperatura corporal, el sudor en las palmas de las manos, hipertensión arterial y una frecuencia cardíaca acelerada) están asociadas con rajas, porque la actividad y la velocidad generan calor. Como dice el físico Lothar Schäfer en su libro Infinite Potential: “En física, el calor es movimiento. Los átomos en los objetos están constantemente en movimiento”. Cuando hervimos una olla con agua, lo que genera el calor es la aceleración de las moléculas. Si tomamos un trago de esa agua no decimos “¡Ay, qué rápido!”, decimos que está muy caliente. “La experiencia de calor y frío”, continúa Schäfer, “no es de rapidez o lentitud”, es un estímulo sensorial. (22) Los sentidos traducen un mecanismo de la naturaleza (en este caso, la velocidad percibida como calor), a una experiencia que nos brinda una idea falsa de la realidad; nuestros sentidos confunden la sensación con la realidad, y los gunas son propiedades de la naturaleza que pueden crear nuestras malinterpretaciones. Sin embargo, mientras aumentamos el poder de sattva, o la reflexión, empezamos a percibir el mundo más allá del velo que crean las ilusiones y nuestros sentidos. Específicamente, empezamos a ver que existe algo más profundo que nuestras percepciones: nuestra consciencia interior.

Tamas es, entre otras cosas, la cualidad que nubla la consciencia. Puede ser la pesadez que conllevan las actitudes mentales de complacencia o pereza, y también se relaciona con la obstrucción, el desorden y el deterioro. El académico y sacerdote hindú Rami Sivan dijo que tamas es la inercia tal como la define la física, como una fuerza en perpetuo movimiento, y es también la fuerza de la gravedad y aquello que otorga la masa de los objetos. (23) Tamas se manifiesta en la vida cotidiana, por ejemplo, al estar tirados todo el día mirando televisión o estar sentados ocho horas al día en una oficina, estados que crean pesadez en el abdomen inferior y debilidad en las piernas. Esta pesadez también puede acarrear dificultades en la digestión y la eliminación de los alimentos, y una mente confusa. También hay evidencia de que permanecer muchas horas sentados puede conducir a un mayor riesgo de ataques cardíacos. (24) Rajas y tamas no son los “gunas malos”, son simplemente propiedades de la naturaleza que pueden encubrir o estimular, y necesitamos ambas cualidades en diferentes momentos y en diferentes circunstancias. Solo se convierten en un problema cuando están fuera de equilibrio.

La reducción de tamas también se relaciona con el fortalecimiento del fuego digestivo, y una digestión fuerte se relaciona con una inmunidad mayor y una mejor salud. (25) Los asanas, los bandhas (contracciones del suelo pélvico combinadas con la respiración) y el pranayama pueden ayudar a reforzar el sistema digestivo (junto con una dieta saludable, aunque cuando tu fuego digestivo es fuerte, puedes comer todo lo que quieras). Así, Brahmananda señala específicamente que los asanas aportan los tres beneficios que mencionamos (estabilidad, salud y ligereza) porque reducen el desequilibrio de rajas y tamas: “la inestabilidad de la mente” de rajas y la pesadez del cuerpo de tamas. (26) Esta es la función primordial de las posturas.

Otra forma de ver esto es que rajas y tamas no se reducen, sino que se transforman.

 Cuando se purifica un rajas hiperactivo, se transforma en creatividad y vitalidad.

 Cuando se purifica un tamas hiperindulgente, se convierte en estabilidad y confianza.

Entonces, rajas y tamas son cualidades de la naturaleza que tienen una tarea a realizar, y esa tarea es mantener las cosas en movimiento y estables.

También podemos llegar a un exceso de sattva, que se manifiesta como un apego a nuestro intelecto, y que definitivamente puede ser problemático, llevándonos a creernos superiores moralmente, arrogantes intelectualmente y a ser incapaces de escuchar o dialogar con personas con puntos de vista distintos al nuestro (lo que ocurre cuando sattva es teñida por tamas).

Cuando los gunas comienzan a vibrar o a salir de su estado de equilibrio, comienzan a entrelazarse entre sí y a crear el escenario de toda la manifestación. A medida que estos lazos se van ajustando, se fijan, al igual que los gases y la gravedad que se juntan crean las estrellas y los dos billones de planetas. Los lazos adquieren una aparente solidez. Si recurrimos a nuestro interior, podemos ver que nuestra consciencia, nuestras narrativas y nuestras identidades toman la forma que tienen porque los gunas se han entrelazado de una manera particular. Estos lazos que forman los gunas se llaman granthis, y se dice que están localizados en nuestro sistema nervioso y en nuestro cuerpo energético sutil (tocaremos este tema en el capítulo 11). Sin embargo, tenemos una cierta libertad de acción. Si tenemos algunas cualidades que pulir –digamos que somos obstinados (tamas), nos irritamos con facilidad (rajas) o somos intelectualmente arrogantes (sattva)– podemos suavizar estas aristas con práctica y autorreflexión. Estos puntos duros de nuestras personalidades no están necesariamente fijos, podemos enmendarlos, suavizarlos y aflojarlos lo suficiente para que podamos ver que tenemos el potencial para el cambio y el crecimiento que deseemos. Como veremos en la próxima sección, la voluntad o el impulso inicial es gobernado por rajas. Usamos la energía de rajas para nuestra propia transformación.

LOS TRES GUNAS Y LA MENTE

¿Cómo se manifiestan los gunas en la constitución de nuestra mentes? En sus comentarios de los Yoga Sutras, Swami Hariharananda afirma:

 Sattva se manifiesta como el conocimiento, o el saber.

 Rajas se manifiesta como el impulso vital, o el esfuerzo.

 Tamas se manifiesta como la retención, o la memoria. (27)

El equilibrio de los gunas determina el efecto o la influencia que ejercen. Los gunas en estado de equilibrio se reflejan en la habilidad de saber, de pensar y de recordar; cualidades que no solo son necesarias, además son las funciones que asociamos con una mente equilibrada, saludable y eficaz. Y el yoga, en especial, es una actividad para la mente.

Sattva es nuestra habilidad para procesar la información entrante, así como aquello que nos permite comprender cosas acerca de nosotros mismos (nuestras emociones, sentimientos y pensamientos), y reflexionar sobre nuestro propósito en la vida y sobre el mundo que nos rodea. Rajas, o el impulso, es el esfuerzo que hacemos para entender las cosas, por ejemplo, una dificultad en nuestras vidas o las injusticias del mundo. Es la voluntad que ejercemos para comprender asuntos filosóficos, la energía detrás de la contemplación y el esfuerzo que se direcciona hacia fuera en la forma de acción. Tamas es la retención, la habilidad para mantener nuestras experiencias. Algunas de nuestras experiencias son conservadas por largos períodos de tiempo en la memoria a largo plazo; otras son guardadas solo por el lapso que la mente (o quizás el intelecto) considera necesario.

Los asanas utilizan rajas para crear vitalidad, y usan tamas para crear estabilidad. Nuestros cuerpos tienen memoria muscular, así que mediante la repetición, las posturas se vuelven más fáciles con el tiempo, hasta que las posturas más desafiantes se convierten en algo normal. La memoria muscular y la memoria vivencial son cualidades de tamas, y podemos usar tamas para maximizar o reforzar las formas positivas de movernos y de pensar. En su libro Hardwiring Happiness, el doctor Rick Hanson explica en profundidad una de mis prácticas favoritas, que realza este aspecto positivo de tamas en la forma de la memoria de retención. Él dice que el cerebro ha evolucionado para aprender más rápido de las experiencias negativas debido a la necesidad de supervivencia. Esto se llama sesgo de la negatividad. (28)

Nuestra supervivencia, a lo largo del tiempo, ha dependido de nuestra habilidad para discernir si nuestra vida está en peligro o no. Ignorar una amenaza potencial puede convertirnos en la comida de quien quisiéramos tener en nuestro plato (excepto, claro, si eres vegetariano, aunque tampoco querrías ser devorado). Debido a nuestro impulso natural por vivir y sobrevivir a toda costa, nuestro cerebro está cableado para instalar las experiencias negativas en nuestra memoria a largo plazo muy velozmente. Una experiencia positiva, incluso si es muy placentera, no nos ayuda a sobrevivir, de manera que le lleva más tiempo integrar esa experiencia en nuestra memoria a largo plazo. Aunque existen muchos tipos de memoria, y una variedad de formas en las que las vivencias son almacenadas y recuperadas (según la situación y la necesidad), aquí me refiero a la memoria en su sentido más general de cómo una experiencia perdura en nosotros, impacta en nuestras acciones futuras y moldea nuestra autopercepción. El Dr. Hanson enseña una práctica que se llama “Asimilando lo bueno”, en la que conscientemente te aferras a una experiencia positiva, sumergiéndola en tu memoria y en tu cuerpo por veinte o treinta minutos (puede ser una experiencia que hayas tenido, o un logro, como mantenerte cómodo en una postura de yoga, no perder los estribos o tener un pensamiento amoroso sobre alguien). Al conservarla intencionalmente en tu memoria a largo plazo, empiezas a cambiar el rasgo subyacente de tu personalidad en la mente, que se desarrolló al aprender de lo negativo. Inclinamos las escalas mentales a nuestro favor. Amo la idea de que podemos entrenar el trasfondo de nuestra mente subconsciente para que vibre positivamente. Los asanas también son una forma de “asimilar lo bueno”, pero para el cuerpo.

CÓMO PRACTICAR LAS POSTURAS

Como mencioné antes, la práctica de asanas en la India data de dos mil años atrás, por lo menos. Como otras prácticas contemplativas, los detalles de las prácticas cambian con el paso del tiempo, pero los principios básicos permanecen intactos. Aunque las posturas nuevas se pusieron de moda en los últimos mil años, más o menos, la idea de que el yoga es primordialmente una práctica para el control de la mente permanece constante. A pesar de que los asanas pueden no siempre haber lucido igual a como lo hacen ahora, todavía podemos llamarlos posturas de yoga porque, en esencia, actúan como un contenedor para que la experiencia interna del ser acontezca. Muchas de las posturas que describen los textos antiguos se siguen practicando hoy, pero también hay nuevas posturas que se añadieron al corpus mediante la experimentación y adaptación de los profesores a lo largo de los años. El agua que corre en un río no es siempre la misma, pero todavía podemos llamarlo Ganges, Hudson o Nilo. Un río es un contenedor de una corriente particular de agua; el yoga es un contenedor para la corriente del autoconocimiento. Así que incluso si ciertas posturas de yoga se realizan de forma diferente hoy que hace mil años atrás, eso no significa que no sean auténticamente yóguicas, si en verdad permanecen como mecanismos de autorreflexión. Los sabios han dicho que la corriente del autoconocimiento fluye desde el ser y la consciencia absolutos y puros, que son infinitos; no están atados por el tiempo, el espacio, la ubicación, el nombre o la forma. Los asanas son portales hacia ese estado del ser.

LAS DOS PARTES DE LA POSTURA

A fines de la década de 1920, Pattabhi Jois aprendió de Krishnamacharya un método particular de práctica de asanas que utiliza dos principios complementarios: vinyasa y asana sthithi. Ambos principios tienen la misma relevancia. En los antiguos Vedas, la palabra yoga se utilizaba para describir a un buey unido a un carro; en la astrología, yoga se empleaba para describir la conjunción de planetas o estrellas; en los Upanishads, yoga se usaba para expresar el control de la respiración y los órganos sensoriales. En la visión de Patanjali sobre el yoga que vimos en el capítulo 1, se utiliza yoga para describir un estado especial de concentración. La palabra tiene diferentes aplicaciones: ha sido relacionada con el ritual en los Mimamsa Sutras, como una forma específica de sentarse que se describe en el Mahabharata, como un enfoque completo de práctica de yoga según Krishnamacharya y como un sistema de respiración y movimiento de acuerdo a Pattabhi Jois. En este capítulo hablaré sobre el vinyasa según la perspectiva de Pattabhi Jois. Gran parte del yoga que se practica actualmente en Occidente se basa o se nutre de las enseñanzas de Krishnamacharya y Pattabhi Jois acerca del vinyasa.

Uno de los versos sobre asanas y vinyasa que Pattabhi Jois citaba con frecuencia es de un texto atribuido a Vamana Rishi, el Yoga Korunta: “Vinā vinyāsa yogena āsana adi na kārayet”, que se traduce aproximadamente así: “Cuando practicas yoga, no realices muchos tipos de asana sin vinyasa”. Vamana dice claramente que si practicas yoga –el cual, recuerda, busca la concentración de la mente– realizarás asanas como una parte integral de la práctica, y no debes olvidarte de incorporar los vinyasas.

Korunta significa “grupo”, y Pattabhi Jois decía que el Yoga Korunta contenía diferentes grupos de asanas y pranayamas. De acuerdo a Pattabhi Jois, Krishnamacharya aprendió este texto de forma oral de Rama Mohan Brahmachari, quien más tarde le dijo que podría encontrar una copia del texto en la biblioteca de la Universidad de Calcuta. Aparentemente lo encontró, pero el libro estaba muy deteriorado –como muchos textos escritos sobre hojas de palma en la India–, destruido por el tiempo, los insectos y el abandono. Aunque Pattabhi Jois nunca vio este escrito, aprendió parte de los versos de Krishnamacharya, y los asanas y las técnicas de vinyasa que estudió provienen del Yoga Korunta. (29) Quizás algún día un yogui o un investigador intrépidos rastrearán una copia de este libro, pero mientras tanto, el Yoga Korunta es uno de los muchos textos perdidos de la India.

Una de las contribuciones de Pattabhi Jois a las enseñanzas de Krishnamacharya fue la de organizar la “montaña de asanas” que su maestro le enseñó en secuencias de posturas que él categorizó como Terapia del Yoga, la Purificación de los Nervios y la Sección de la Fuerza (Yoga Cikitsa, Nadi Shodana y Sthira Bhaga). En el primer libro de Krishnamacharya, el Yoga Makaranda, no todos los asanas se presentan de una manera organizada. Por ejemplo, el primer asana es una flexión hacia delante sosteniendo los dedos de los pies, y el segundo asana es una intensa extensión hacia atrás, en la que nos estiramos hasta alcanzar las pantorrillas. Esto puede atribuirse a la instrucción que brinda el libro, que el yoga debe ser aprendido de un maestro; por lo tanto, los asanas están presentados meramente con propósitos ilustrativos. (30)

VINYASA

En el verso de Vamana citado antes, encontramos la palabra adi. Adi significa “etcétera”, o “muchos tipos diferentes”, de manera que cuando Vamana escribió este texto, debió estar al tanto de que existían muchos tipos de asanas diferentes que una persona podría practicar, pero todos ellos debían ser practicados usando la misma técnica. Esta es nuestra primera clave para el significado de vinyasa: es una técnica. ¿Pero una técnica para qué? Como con la mayoría de las palabras sánscritas, nunca hay un solo significado. Vinyasa puede ser:

 El enlace entre respiración y movimiento (esto también describe la manera en la que entramos y salimos de una postura).

 Una metodología completa o un enfoque para practicar asanas.

 Un ritual, o una aproximación metodológica, a una práctica devocional.

En el Ashtanga Yoga, la primera descripción del enlace entre la respiración y el movimiento es la que Pattabhi Jois utilizó, pero las otras dos son igualmente verdaderas. Por ejemplo, el enfoque completo de la práctica de asanas en la forma en la que están enlazadas entre sí fue llamado vinyasa krama por Krishnamacharya (krama significa “secuencia” o “camino”). Según dónde mires, puedes encontrar distintos usos de la palabra vinyasa. En la práctica de Pattabhi Jois, tuvimos que adoptar el sentido que él utilizaba, el enlace entre la respiración y el movimiento que se utiliza para cada posición, y que nos permite ingresar y salir de cada asana. No es el pasaje de una postura a la otra, es el movimiento de la respiración que ocurre en cada asana especifico o posición de transición.

Digo esto porque la palabra vinyasa en estos tiempos se ha convertido en sinónimo de “fluir”, como sucede en “Vinyasa Flow Yoga”, y el fluir al que se refiere esta denominación es el fluir de una postura hacia la otra, no siempre de forma coordinada con la respiración. En el vinyasa de Pattabhi Jois, la respiración sucede mientras el cuerpo entra o sale de una postura individual, pero no se relaciona con el fluir hacia la postura siguiente. Este es un detalle sutil, pero muy importante, porque cuando estás concentrado en saltar hacia la siguiente postura, tu mente está posicionada hacia el futuro. Cuando estás concentrado en la respiración dentro de una postura, tu mente está en el momento presente, donde el yoga quiere que estemos. El vinyasa, como una práctica de respiración y movimiento, significa un movimiento y una respiración al mismo tiempo. Hacer una cosa a la vez es la cualidad distintiva de la atención.

Vinyasa es un sistema de respiración y movimiento que enmarca la totalidad de la práctica de asana, de principio a fin. Sin embargo, esto es solo una parte de la historia. Los asanas estáticos, asana sthithi, son otra parte igualmente importante. Dentro de un sistema de respiración y movimiento, existen una enorme cantidad de detalles, sutilezas y discernimientos que generan técnicas que se vuelven más acentuados con el paso de los años. Al principio, no tenemos que preocuparnos demasiado por aprender los detalles, porque se revelan mientras practicas y mientras tu percepción se va volviendo más sutil. Con el tiempo, aquello a lo que prestas atención te enseñará lo que necesitas saber, así que mucho de lo que aprendemos será personal y único según nuestras necesidades, aunque algunos de los descubrimientos se complementarán con las experiencias de los demás. Esta confluencia es la razón por la cual el yoga es una práctica universal: no importa quién practique, muchos de los efectos, beneficios y discernimientos son los mismos. Los fundamentos son lo que necesitas aprender de un profesor. La experiencia la adquieres mediante la práctica. Etimológicamente, vinyasa se compone de tres sílabas: vi, ni y as. Vi es por vishesha, que significa “especial”; ni es por niyama, que significa “reglas”; y as es la raíz verbal, que significa “sentar”. Vinyasa en su forma etimológica significa “las reglas para sentarse de manera especial”.

VINYASA COMO UN RITUAL

El ritual forma parte de nuestra vida, tanto de manera mundana como sagrada. Cómo nos cepillamos los dientes, cómo nos preparamos para el trabajo o para la escuela, cómo saludamos a los demás, cómo comenzamos o concluimos nuestro día: nuestras vidas se componen de pequeños rituales. Las religiones y las tradiciones espirituales realizan rituales diaria, mensual y anualmente. Nuestros rituales incluyen nuestra relación con nosotros mismos, con las personas que nos rodean, con nuestro planeta y también nuestra noción de lo que consideramos sagrado. (Aunque un hábito y un ritual están íntimamente relacionados, un ritual es algo que involucra la atención, o algo que ayuda a generar consciencia, mientras que un hábito puede ejecutarse de forma mecánica). El yoga, en su aspecto más básico, es un ritual que nos ayuda a mantenernos establecidos en la consciencia. Cuando hacemos yoga, la práctica diaria y el enfoque mental que implementamos son un tipo particular de ritual que, con el tiempo, se convierte en parte del ritmo de nuestra vida cotidiana.

Podemos contemplar el acto de pararnos sobre nuestra esterilla diariamente desde la perspectiva del ritual. Es un tiempo sagrado para nosotros, para unirnos con nuestro cuerpo, nuestra respiración y con todas las cosas que suceden en nuestra mente: memorias, emociones, pensamientos, sentimientos, objetivos y ambiciones. Es un momento para alcanzar nuestra autopercepción y para intentar aquietar nuestro mundo íntimo. El ritual establece la atmósfera y el escenario para la comunión interior; la práctica es una técnica que nos permite encauzar nuestra atención hacia dentro. Esto puede realizarse con la postura, la respiración, un mantra, un ritual religioso o simplemente con nuestro propio discernimiento. Existe un componente importante de la práctica espiritual llamado bhavana, que significa “un estado de ánimo o sentimiento que está asociado con una acción”. El sentimiento de claridad, regocijo o paz que emana de la práctica es algo que tú puedes reforzar conscientemente, de manera que cada vez que inhales y levantes tus brazos hacia arriba puedes asociar esta secuencia con un sentimiento de paz, foco interior, alegría o lo que sea que experimentes. Bhavana es el acto de ligar repetida y conscientemente una acción con un sentimiento, estado de ánimo o emoción. Lo mismo sucede con la repetición de mantras o cualquier otro ritual. El bhavana asociado con la práctica es el jugo o néctar que lo alimenta, que te inunda con una presencia de consciencia dentro de tu mente y de tu corazón. Si no existe un bhavana, entonces la práctica puede convertirse en algo mecánico, y puede convertirse en una tarea que llevar a cabo, o podemos perder el interés en practicarla. Lo que convierte al yoga en una práctica espiritual es el estado de ánimo o la emoción que traemos conscientemente a nuestra mente y nuestro corazón y que enlazamos con una acción física. Esto es mucho más importante que la habilidad de hacer posturas difíciles o saber numerosos detalles anatómicos acerca de cómo realizar una postura.

Cuando planificamos el ritual de nuestro día y de nuestras vidas –la secuencia de eventos que, deseamos, nos llevará de un punto A hasta un punto B– podemos reflexionar sobre el concepto de secuencia que Krishnamacharya mencionó en el último período de su vida. Él ordenó las posturas en secuencias para crear un efecto particular, pero también para asegurar que sean variadas, que se complementen entre sí y que no progresen todas hacia una sola dirección. Cada día debemos movernos tanto hacia delante como hacia atrás, girar, pararnos de cabeza y crear resistencia. La variación en la vida es algo positivo, y un poco de caos es saludable. Así como queremos variaciones en nuestra frecuencia cardíaca, y diferenciación en nuestras células, queremos que la vida se mueva un poco para acá y un poco para allá.

LOS BENEFICIOS DEL VINYASA PARA LA SALUD

Aquí tenemos una teoría sobre el vinyasa como un modo de sanación. Pattabhi Jois solía decir que el yoga es una “limpieza interna” del cuerpo y de la mente, porque ambos son como esponjas: absorbemos la comida, la bebida y el pensamiento del entorno en el que vivimos, al igual que una esponja absorbe el líquido o la suciedad de una mesa o del suelo. A veces comparo el proceso purificador del yoga con la forma en la que estrujamos una esponja sucia. Para poder limpiarla, la sostenemos debajo del agua de la canilla, y la torcemos primero para un lado y después para el otro, para eliminar toda la suciedad. Por último, cuando el agua atraviesa la esponja escurrida, todo lo que pasa es agua limpia y nada de suciedad. En la práctica de asana, hacemos algo similar. Primero nos doblamos en una dirección, luego en la dirección opuesta: postura y contrapostura. Primero nos torcemos hacia la derecha, luego hacia la izquierda. De una manera metódica, escurrimos el estrés y la rigidez de nuestros cuerpos, y limpiamos nuestra mente en ese proceso.

Cada vez que flexionamos una de nuestras articulaciones en una postura, como en la postura del árbol, o en una flexión hacia delante con una pierna doblada, la circulación sanguínea de la articulación se detiene temporalmente. Luego, al salir de esa postura, la circulación vuelve a fluir plenamente, de forma similar (pero no idéntica) al agua limpia que corre a través de la esponja. De esta manera, a través de la secuencia entera de los asanas, cada una de las articulaciones se flexiona y se estabiliza, deteniendo y luego soltando el torrente sanguíneo. La coordinación del movimiento y de la respiración genera calor en el cuerpo, abriendo las arterias y los capilares, permitiendo que la sangre fluya más libremente, que los capilares se expandan, permitiendo que se genere una superficie mayor para el intercambio de gases. (31) Esta sensación es estimulante, y también es beneficiosa para nuestra salud. Este aumento del torrente sanguíneo también es provechoso para una gran variedad de dolores o lesiones que pueden ocurrir en el cuerpo.

UN POCO MÁS ACERCA DE LA TÉCNICA DEL VINYASA

Los vinyasas tienen tres beneficios primarios:

1. Crean calor en el cuerpo, y este calor es desintoxicante.

2. Fortalecen la respiración, lo cual nos ayuda a concentrarnos.

3. Generan la apariencia de fluidez, y esta cualidad permite que la mente se focalice.

El vinyasa describe la acción de sincronizar la respiración y el movimiento. La respiración y el movimiento son el patrón natural del cuerpo, el sistema nervioso y el sistema respiratorio; y el vinyasa amplía los efectos de este patrón. Nuestros cuerpos son una colección de procesos fisiológicos que siguen patrones; de la misma manera, nuestros cuerpos y la respiración entretejen un patrón constante entre sí.

Por ejemplo, cuando inhalamos, nuestros torsos se expanden y la barriga sobresale un poco. Cuando exhalamos, nuestros torsos se relajan y la barriga vuelve a meterse hacia dentro. Esto se ve claramente en un bebé mientras duerme. En el vinyasa, tomamos este patrón natural de movimiento de la respiración y el cuerpo, este patrón fluctuante, y le agregamos discernimiento consciente, mediante el cual habrá un movimiento intencional hacia arriba con cada inhalación, y con cada exhalación habrá un movimiento consciente hacia abajo. Las respiraciones que realizamos, hacia adentro o hacia fuera, se hacen en conjunto con el movimiento de los asanas específicos como chaturanga dandasana (flexión de brazos) o urdhva mukha svanasana (el perro que mira hacia arriba) o en las transiciones, como sucede cuando levantamos nuestra cabeza y nuestros torsos antes y después de una flexión hacia delante.

A veces me gusta pensar los vinyasas, o el enlace entre movimientos, como las tomas individuales de una película. Cada vinyasa es una toma. Cuando vemos una película, cobra la apariencia de una secuencia fluida de eventos, de forma similar a la vida real, pero cuando examinamos la cinta, vemos cada imagen por separado. Durante el tiempo en que practicamos, si aplicamos consciencia a cada vinyasa, podemos vivir en una existencia “imagen a imagen” o “momento a momento”. En este espacio mental se vuelve más fácil examinar nuestras vidas, objetivos, ambiciones, fallas y tendencias. De esta manera, los vinyasas pueden enseñarnos a vivir en el presente, en cada momento y en cada respiración.

Sin embargo, existe otro nivel del vinyasa, y esto ocurre cuando los detalles prácticos se vuelven parte de nuestra naturaleza, y las imágenes se interiorizan y se tornan naturales. Nuestra consciencia entonces puede expandirse más allá de una sola imagen y desplegarse hacia el proceso completo; entramos en un estado que nos hace sentir parte de un fluir, tanto de la mente como del cuerpo, mientras que anteriormente la mente solo podía focalizar en una imagen a la vez. Ambos son importantes, y habrá un ida y vuelta en la forma de movernos hacia y desde cada estado. Tienes que practicar las escalas para poder tocar una sonata, y tienes que repetir numerosos mantras antes de ser absorbido por el sonido puro. De igual manera, tenemos que practicar muchos asanas y muchos vinyasas para poder acceder al fluir de la consciencia.

En el capítulo 3 de los Yoga Sutras, Patanjali describe la concentración (dharana) como la habilidad de la mente de mantenerse complemente fija en un lugar; sin embargo, el proceso de pensamiento de dharana no es un fluir constante de la atención, sino que es intermitente. La analogía que se utiliza es la de las gotas de agua sucesivas (quizás de una canilla que gotea) que caen una detrás de la otra. La concentración se convierte en meditación (dhyana) cuando el fluir se vuelve continuo e ininterrumpido, como la miel que se vierte desde un frasco. Vinyasa es el entrenamiento inicial de la mente para regresar una y otra vez al punto de atención. Podemos diferenciar los vinyasas de la concentración meditativa de dharana porque en la concentración elegimos un objeto al cual volver y volver, mientras que en el vinyasa pasamos de un punto hacia el otro, como de un asana al siguiente, de un movimiento ascendente hacia uno descendente, etc.; aun así, ambas son formas de entrenar la mente. En su comentario de los Yoga Sutras, Hariharananda dice que bhavana nos lleva hacia dharana.

Cuando observamos a alguien practicar cualquier actividad física con maestría, desde afuera podemos observar que se encuentran en un estado de fluir. El Ashtanga Yoga, en efecto, luce como un fluir. Pero ese fluir proviene de la maestría de cada paso, y en el Ashtanga Yoga, de cada vinyasa. De lejos, parece un fluir. De cerca, se ven asanas diferentes enhebrados por la respiración, un movimiento y una respiración a la vez. Cuando un atleta entra en ese estado de fluir, él o ella de verdad experimentan algo que se siente como un fluir. ¿Pero cómo llegó el atleta hasta aquí? Al aprender a estar presente en cada paso, en cada nota, en cada oscilación, en cada vinyasa. Accedemos a un estado de fluir luego de miles y miles de simples momentos repetidos.

Los principios básicos que debemos tener en mente acerca de la terminología son estos:

 Todos los vinyasas nos llevan a entrar y salir de las posturas.

 Cuando nos movemos y respiramos, esto se llama vinyasa.

 Cuando nos mantenemos en una postura durante varias respiraciones, esto se llama sthithi, que significa “plantarse, situarse o permanecer”.

En este capítulo, hemos revisado el propósito de los asanas, y el significado de vinyasa como la técnica activa de transiciones que nos llevan hacia y fuera de las posturas fijas, el asana sthithi. Vinyasa no significa fluir, es una actividad de la respiración en movimiento. Esto es muy importante, es clave para la comprensión. El vinyasa nos lleva desde un punto A hasta un punto B, y luego de regreso. Es un circuito de feedback. Un río que fluye nos lleva hacia una sola dirección.

18. Billye Anne Cheatum y Allison A. Hammond, Physical Activities for Improving Children’s Learning and Behavior: A Guide to Sensory Motor Development. Champaign, Ill.: Human Kinetics, 2000, 34-35.

19. Dennis S. Charney y Steven M. Southwick, Resilience: The Science of Mastering Life’s Greatest Challenges. New York: Cambridge University Press, 2012, 35-36.

20. Rami Sivan, Theory and Practice of Hindu Ritual, vol. 1 (Sri Matham), http://www.srimatham.com/uploads/5/5/4/9/5549439/hindu_ritual_vol_1.pdf, 12-13, [6/11/2019].

21. Con el comentario de Jyotsnā de Brahmānanda y traducción al inglés, The Hathayogapradīpikā of Svātmārāma. Chennai, India: The Adyar Library and Research Centre, 1972, 11.

22. Lothar Schäfer, Infinite Potential: What Quantum Physics Reveals About How We Should Live. New York: Deepak Chopra Books, 2013, 8.

23. Sivan, Theory and Practice of Hindu Ritual, 13.

24. P. T. Katzmarzyk, Timothy S. Church, Cora Lynn Craig y Claire Bouchard, “Sitting Time and Mortality from All Causes, Cardiovascular, Disease, and Cancer”, Medicine and Science in Sports and Exercise 41, Nº 5 (mayo, 2009), 998-1005.

25. J. S. Jaiswal y L. L. Williams, “A Glimpse of Ayurveda: The Forgotten History and Principles of Indian Traditional Medicine”, Journal of Traditional and Complementary Medicine 7, Nº 1 (2015): “El fuego digestivo es importante para el control de la microflora normal, las funciones digestivas adecuadas y la provisión de energía a todo el cuerpo. Cualquier perturbación en su equilibrio crea malestar en el tracto gastrointestinal y trae como consecuencia patologías como úlceras, diarrea y constipación”. https://www.researchgate.net/publication/305448610_A_glimpse_of_Ayurveda_-_The_forgotten_history_and_principles_of_Indian_traditiona_medicine [6/11/2019].

26. The Hathayogapradīpikā of Svātmārāma, 11.

27. Patañjali, Yoga Philosophy of Patañjali, 19.

28. Rick Hanson, Hardwiring Happiness: The New Brain Science of Contentment, Calm, and Confidence. New York: Harmony Books, 2013, 20.

29. Quizás algún día un yogui o un investigador intrépidos rastrearán una copia de este libro. Si lo deseas, yo empezaría por Calcuta. Por supuesto, es cierto que Krishnamacharya tenía otras influencias yóguicas también, como podemos ver en las bibliografías de sus libros, Yoga Makaranda y el Yogasanagalu. En la bibliografía del Yoga Makaranda no se menciona el Yoga Korunta, pero en el Yogasanagalu sí.

30. Esto está alineado con lo que nos dijo Pattabhi Jois a su nieto Sharath y a mí, durante una conversación en 2006: que Krishnamacharya enseñaba asanas, sin seguir una separación particular en categorías, a sus alumnos del Yoga Shala del palacio en Mysore en la década 30. Cuando Pattabhi Jois fue seleccionado para crear un departamento de Yoga en el Colegio de Sánscrito de Mysore, creó un programa de cuatro años de asanas, pranayama, filosofía y gramática del sánscrito, que formaban las bases del sistema de yoga que enseñó por el resto de su vida. Nos dijo a Sharath y a mí que le había presentado estos grupos de asanas a Krishnamacharya y que él los aprobó. Esto fue en 1937. Fue recién cuatro años después, en 1941, que Krishnamacharya publicó su segundo libro, Yogasanagalu, en el cual incluyó grupos de asanas de forma similar al programa de Pattabhi Jois. Estas agrupaciones –llamadas Primera, Intermedia y Experta o Avanzada– son más o menos equivalentes a las secuencias de Pattabhi Jois. La lista de asanas en el Yogasanagalu pueden ser encontradas en Anthony Grim Hall, “Krishnamacharya’s Yogasanagalu (1941) (translation project)”, Krishnamacharya’s Mysore Yoga… at Home, n.d. (blog post), http://grimmly2007.blogspot.com/p/yogasanagalu-translation-project.html [6/11/2019].

31. Michael Joyner y Darren P. Casey, “Regulation of Increased Blood Flow (Hyperemia) to Muscles During Exercise: A Hierarchy of Competing Physiological Needs”, Physiological Reviews 95, Nº 2 (abril 2015), 549-601; y Walter F. Boron y Emile L. Boulpaep, Medical Physiology: A Cellular and Molecular Approach, 2ª ed. Philadelphia: Saunders Elsevier, 2012, 467.

Una cosa sencilla

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