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¿QUÉ ES EL YOGA?

Si existe una práctica espiritual que ha sido objeto de burlas, parodias y estereotipos en Occidente, esa es el yoga. ¿Y por qué no? Los yoguis occidentales somos un blanco fácil para las burlas. Con nuestros rodetes, nuestras calzas carísimas, las semillas de chía, los batidos verdes, las alfombrillas de yoga colgando de los hombros, los retiros extensos, los cristales, el “namasteo”, el om y el sentarnos en postura de loto en cualquier lugar; hay abundante material para elegir si quieren burlarse de nosotros. Hace cientos de años, los yoguis de la India también eran burlados y denigrados, durante el período de ocupación inglesa y por los primeros viajeros que no habían visto nada parecido. (1) Narraciones muy tempranas, como la de John Ovington en 1689, describen las “posturas dolorosas y antinaturales” de aquellos cuerpos untados con cenizas que pertenecían a los filósofos mendigantes conocidos como faquires, una denominación de los ascetas persas que fueron agrupados en la misma categoría que los yoguis hindúes. La orden armada y organizada de los Naga Sannyasis (2) desplegó un violento desafío contra la hegemonía de la East India Company y, desde mediados del 1700 hasta principios de 1800, los Naga Sannyasis y los faquires musulmanes organizaron rebeliones y ataques contra la East India Company en Bengala, lo que con el tiempo generó severos ajustes en todas las organizaciones ascéticas. (3)

Los occidentales agruparon a los nagas, los faquires y los yoguis (de órdenes más amigables) en una misma categoría de ascéticos violentos y peligrosos, y esta puede ser una de las razones por la cual el yoga perdió su popularidad en la India de aquella época, en los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, incluso si los yoguis eran considerados peligrosos, así como canallas sucios y mentirosos (y hay ejemplos de esta visión todavía hoy), la práctica y los principios filosóficos del yoga de alguna manera lograron sobrevivir este período complicado en la India, y resurgieron gracias a Sri Krishnamacharya, (4) Swami Sivananda (5) y el pasaje del yoga hacia Occidente a fines del siglo XIX. Desde 2014, con el Primer Ministro Narendra Modi –un ávido promotor y practicante del yoga– al timón de la India, la cuna del yoga ha comenzado a tener mayor peso en el escenario mundial. (6) La sugerencia de Modi de crear un Día Internacional del Yoga para promover la armonía mundial y la paz interior y exterior fue apoyada por cada país de las Naciones Unidas, y ha ayudado a la India a recuperar su lugar de preponderancia en el mundo del yoga. Aunque algunos dicen que la India nunca perdió su contacto con el yoga, a finales de los ochenta pasé mucho tiempo viajando del norte al sur de la India buscando profesores de yoga, y encontré muy pocos. En 1990 había solo dos o tres escuelas de yoga en Mysore; en la actualidad, hay cerca de cincuenta. Mysore hoy es considerada una de las capitales del yoga en la India, y esto se debe en gran parte a la influencia de Pattabhi Jois. El escenario del yoga en la India ha cambiado dramáticamente.

El yoga llegó a Estados Unidos en el siglo XIX y se incorporó considerablemente a nuestra cultura. Aunque al principio los norteamericanos estudiaban los textos yóguicos –Ralph Waldo Emerson amaba la Bhagavad Gita– muy pocos practicaban yoga. Sin embargo, en el breve período de un poco más de doscientos años, millones de millones de personas de todos los ámbitos de la sociedad comenzaron a practicar yoga, y no solo aquellos que pertenecían a algún camino espiritual en particular (en 2017 se estimó que 36 millones de habitantes de los Estados Unidos practicaban algún tipo de yoga). Es practicado por niños en las escuelas, por ancianos sentados en sillas, por personas que están en prisión, por aquellos que sufren TEPT (trastorno por estrés postraumático), por pacientes en hospitales y por personas que simplemente tienen una gran carga de estrés en sus vidas. (7) El yoga es un amparo, libre de prejuicios.

Y también es importante reconocer que, en este momento, en los Estados Unidos nos encontramos en el centro de un importante choque de culturas. En la década del sesenta tuvimos el encuentro de Oriente con Occidente y el movimiento hippie, una generación de jóvenes que intentaron liberarse de las cadenas de la austeridad de la guerra y de los ideales restrictivos de sus familias. He observado el crecimiento del yoga durante los últimos treinta años, y ahora podemos decir que Occidente fagocitó a Oriente, y que el abrazo libre a la espiritualidad ha virado bruscamente hacia un choque de cabeza con el consumismo, exactamente lo opuesto a lo que se supone que el yoga promete y ofrece. La India, en especial bajo la tutela del Primer Ministro Modi, ha comenzado a reclamar el yoga como parte de su herencia cultural, un legado legítimo. Pero mientras tanto, el Occidente ha adoptado al yoga como uno de sus hijos, y el yoga en los Estados Unidos se ha incorporado a la vida cotidiana de las maneras más inusuales, que incluyen la secularización de una práctica contemplativa.

Resulta muy difícil para mí separar la antigua cultura india (o hindú) de la práctica del yoga, y no estoy seguro de que convertir una práctica contemplativa y mística en una rutina de ejercicios físicos absolutamente secular sea una buena idea. Si removemos el aspecto contemplativo del yoga de su práctica, ¿puede en verdad seguir llamándose yoga? (8) Por otro lado, se ha comprobado que el yoga trasciende las religiones y las creencias religiosas, y se sabe que tanto las personas de distintas religiones como aquellos que no se consideran religiosos lo practican porque calma sus mentes, reduce el estrés y les aporta claridad interior. Un pastor que practica en mi escuela utiliza el momento en el que realiza la respiración profunda, al final de su práctica, para reflexionar sobre su sermón del domingo; un rabino encuentra en su práctica ese espacio de quietud que no encuentra en las plegarias. La tradición judeocristiana tiene múltiples ramas, en las que se busca un vínculo directo con lo divino, pero las ramas místicas son, con frecuencia, vistas como movimientos alternativos. Las tradiciones orientales no hacen distinción entre lo mundano y lo sagrado. El yoga, el ritual y la tierra fueron vistos como una unidad, y sus esencias fueron místicas hasta la médula. A menudo, olvidamos que existe una diferencia entre la religión y el misticismo, entre el dogma y la contemplación. Y es precisamente allí donde el yoga se destaca. Es un misticismo accesible. Es instantáneamente contemplativo, desde el primer momento en el que te recuestas y descansas profundamente después de tu práctica.

Aunque algunos elementos del yoga están profundamente entrelazados con la tradición hindú, otros no. En los textos antiguos encontramos algunos indicios de que, como práctica, el yoga transciende la cultura, el tiempo, el espacio y lo que ahora llamamos religión. (9) Aunque el yoga pertenece a la India, y está arraigado en los sistemas de pensamiento hindúes, se ha comprobado que es muy adaptable, y que es practicado en cada continente por personas de distintos orígenes y diferentes perspectivas culturales. Lo extraordinario de esto es que de las millones de personas que practican yoga con regularidad, muchas obtienen los mismos resultados: se sienten mejor y con mayor claridad mental, están más saludables y, en muchos casos, sienten un propósito claro en sus vidas. Esto es un indicio de lo que fue la base de la tradición hindú (llamada el sendero eterno, o Sanatana Dharma) antes de recibir el nombre de hinduismo. Más allá de las deidades y de la reencarnación, el hinduismo se nutre de la idea de que cada ser tiene un propósito esencial, y que debemos esforzarnos por vivir de tal manera que ese propósito se realice a lo largo de nuestras vidas. La forma en que yo veo el yoga parte desde esta perspectiva.

En este mundo hay tantas cosas que nos dividen, como la política, la religión, los deportes y todas nuestras opiniones, ideas y juicios personales. Es raro encontrar algo que nos conecte entre nosotros. El yoga es una de esas cosas. Tiene la habilidad de ayudarnos a superar esas distinciones partidarias porque brinda claridad mental, compasión, empatía, amabilidad, amor y cuidado desde sus raíces; son emociones y estados mentales que trascienden la religión, las distinciones y las cosas que nos separan de los demás. Son las cosas que nos conectan, o que nos recuerdan nuestra capacidad de conexión, a diferencia de las cosas que nos dividen. Por supuesto, no siempre vemos esto reflejado en el mercado del barrio; pero en los resultados que experimentan las personas que practican yoga, los beneficios son fundamentalmente los mismos. Esto me resulta muy interesante, y es una de las razones que me llevó a preguntar: “¿Cuál es el mecanismo intrínseco que permite que el yoga funcione para tantas personas distintas, independientemente del tipo de yoga que practiquen?”.

LA PALABRA YOGA

La palabra yoga tiene muchos significados. Algunos de ellos son: “unión”, “concentración”, “un camino” y “relación”. La palabra deriva de la raíz verbal yuj, que significa “ligar o unir”, y esta es la razón por la cual se la asocia, con frecuencia, a la idea de unión. El gramático de sánscrito antiguo, Panini, escribió que había dos maneras de definir la palabra yoga, según su uso. La primera es yujir yoge, que describe el acto de unir o ligar: por ejemplo, la unión de un buey a un carro. En las primeras enseñanzas del antiguo canon del Sanatana Dharma, los Vedas, la palabra yoga tenía este sentido. Pero para la práctica del yoga, que fue clasificada como una disciplina espiritual en los años posteriores, durante la era de los Upanishads (800-500 a. C.), la derivación correcta es de yuj samadau, lo que significa, aproximadamente, que el yoga es una forma especial de concentración, que se denomina samadhi. (10) Samadhi significa “absorción”, y describe la tendencia natural de la mente de ser absorbida por las cosas, ya sean pensamientos, objetos, trabajo, ideas, un interés romántico o metas. Si hablamos de cómo la mente se puede absorber por búsquedas espirituales, se dice que la mente toma la forma de aquello que contemplamos, y con el tiempo, ese profundo nivel de absorción nos lleva al discernimiento y a la experiencia de nuestra verdadera naturaleza. En el nivel más profundo del samadhi, uno obtiene conocimiento del propio ser interior.

LA CONCENTRACIÓN

Hace alrededor de 1200 a 2000 años, un sabio (rishi) llamado Patanjali recolectó las enseñanzas existentes del yoga y las sistematizó en forma de sutras. La forma de autoría del sutra implica que el autor no creó un sistema y escribió una obra original, sino que compiló las enseñanzas, las prácticas y los métodos que ya existían, agrupándolos o codificándolos bajo un encabezado. Existen seis escuelas filosóficas en el hinduismo, y cada una incluye sutras que contienen su sabiduría. (11) Para el yoga, el texto es el Yoga Sutra de Patanjali, y comprende 196 sutras. Un sutra es una oración breve, unas pocas palabras que abarcan un enorme significado. Los comentarios que ofrecen los otros sabios y santos completan los detalles y desarrollan los puntos más refinados de lo que el sutra realmente dice, porque con frecuencia son bastante difíciles de comprender de forma literal.

Patanjali explica en su Yoga Sutra que el samadhi, el estado más elevado de concentración, es un término técnico para la habilidad innata de la mente de ser absorbida por su objeto de contemplación. La obra de Patanjali no solo es la única presentación del yoga, sino que además es una de las más completas. Otras presentaciones del yoga que vinieron luego de Patanjali tienen diferentes finalidades, pero todas tienen una cosa en común: concretamente, la idea de que para poder alcanzar tus metas necesitas ser capaz de enfocar tu mente en algo. Patanjali define yoga en el segundo sutra de su libro como la habilidad de eliminar selectivamente todos los pensamientos inoportunos o los movimientos que ocurren en la mente y elegir dónde quieres que esté tu mente, o hacia dónde quieres enfocarla. (12) Como me dijo mi profesor de sánscrito Vyaas Houston, el Yoga Sutra nos ofrece un mapa de ruta hacia la consciencia interior. Estos breves y concisos aforismos, que albergan un enorme significado, nos guían hacia capas más y más profundas de nuestra mente, nuestra consciencia y nuestra realidad. Muchas de las enseñanzas que contienen los sutras –muchas de las cuales discutiremos en este libro– siguen siendo increíblemente relevantes para nosotros hoy. ¿A qué se debe esto? A que, creo, la mente que tenemos hoy no es tan distinta a las mentes de las personas de hace dos mil, o incluso cinco mil años atrás. Sufrimos, luchamos, experimentamos dicha y deseo, y preguntamos, investigamos. La búsqueda de conocernos a nosotros mismos, de cuestionar quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí no es nueva para nosotros; realizar estas preguntas es, de hecho, una parte intrínseca de nuestra naturaleza, y es su impulso lo que llevó a las personas a crear sistemas de yoga miles de años atrás, y ese mismo impulso lleva a muchos a practicarlo hoy.

Los comentarios más tempranos del Yoga Sutra fueron escritos por el antiguo sabio Vyaas (un Vyaas diferente de mi profesor de sánscrito). En su comentario, describe cómo la mente posee cinco patrones básicos, o estados. (13) Podemos ver con claridad que estos cinco patrones no han cambiado para nada en estos dos mil años. Los primeros dos estados no son propicios para la práctica del yoga, pero los últimos tres sí lo son. Sin embargo, solo los dos últimos estados favorecen el samadhi, o la completa concentración. Podemos describir estos estados como:

1. inquieto

2. aturdido

3. distraído

4. unidireccionado

5. totalmente inhibido

Una persona con la mente agitada nunca querrá practicar yoga, porque no podrá mantenerse enfocada durante ningún período de tiempo. La mente salta de aquí para allá, nunca se encuentra fija ni siquiera por un momento, como si padeciera un Trastorno de Déficit de Atención (TDA). Conozco a muchas personas con TDA que son muy productivas y exitosas, pero tienen problemas con la práctica del yoga de forma consistente, y con frecuencia encuentran que las prácticas como la Meditación Trascendental (MT) son más accesibles para ellas. Una persona con una mente aturdida está obsesionada con sus problemas, y rumia, da vueltas y se mortifica con sus pensamientos. Todos hemos experimentado un problema, un conflicto, una pena o una decepción que se convierte en la única cosa en la que podemos pensar, a veces hasta el punto de que nuestra familia o nuestros amigos nos sacuden y nos dicen “¡Supéralo de una vez!”. La mente aturdida la pasa muy mal en cualquier tipo de práctica contemplativa, o al hacer cualquier cosa, en realidad, a excepción de obsesionarse con sus propios problemas. El trastorno obsesivo compulsivo es un ejemplo extremo de una mente aturdida.

La mente distraída –una extraña descripción de la mente de un practicante espiritual– es el estado de la mente de la mayoría de aquellos que practicamos yoga. Somos capaces de concentrarnos por breves períodos de tiempo, pero enseguida volvemos a la distracción. Este es un estado de la mente que casi todos los practicantes de yoga conocemos bien: podemos mantenernos enfocados por un rato, y luego nuestra mente empieza a deambular; y una de las actividades básicas que entrenamos en nuestra práctica de yoga es la posibilidad de regresar al lugar de inicio, y es alcanzable incluso para una mente propensa a la distracción. Este es uno de los sellos distintivos de la mente distraída, que puede estar calma durante un momento e inquieta al instante siguiente. Ese cambio de estado que ocurre en la distracción es también el estado que nos enseña cómo empezar a aprovechar el poder de la atención: tenemos la opción de trabajar en sujetar a la mente cuando empieza a estar inquieta. Las personas con este tipo de mente han experimentado tanto la calma como la distracción, y les gustaría fortalecer su habilidad para permanecer en un estado más calmo y relajado. Es por esto que se dice que la mente de una persona que viene a practicar yoga está predominantemente en este tercer estado, el estado distraído. Si te identificas como una persona cuya mente es propensa a la distracción, entonces tengo buenas noticias: ¡eres el perfecto candidato para el yoga!

Los últimos dos estados de la mente –unidireccionado y totalmente inhibido– son el terreno en el que el samadhi puede manifestarse. Según las palabras de Swami Hariharananda: “Debemos tener en cuenta que nuestra debilidad mental es solo nuestra incapacidad para retener nuestras buenas intenciones fijadas en la mente; pero si las fluctuaciones de la mente son superadas, debemos ser capaces de mantenernos sujetos a nuestras buenas intenciones y, por lo tanto, adquirir el poder mental. Mientras crezca nuestra calma (mental), también crecerá este poder. El pináculo de esta calma es el Samadhi”. (14) Particularmente, me gusta esta cita, porque la idea es clara: el yoga no se trata de restringir la mente a un estado fijo de atención, o el cuerpo a una postura complicada; se trata de la serenidad y de llenar la mente con un estado natural de bondad. Es una característica natural e intrínseca que ha sido cubierta por un exceso de pensamiento. A veces, cuando me siento a meditar, no hago nada más que sentir o percibir ese estado genuino de bondad que existe dentro de mí. Como muchas personas, me juzgo a mí mismo con excesiva severidad; prefiero la crítica antes que los elogios porque prefiero superarme a mí mismo hasta un punto de perfección, y escuchar lo que anda bien solo se interpone en el camino del progreso. Pero no todo necesita ser arreglado; a veces, es bueno dejar que las cosas simplemente sean como son. De manera que cuando me siento a meditar y percibo esa bondad genuina que vive en mí, efectivamente me inunda una sensación de calma. Es una sensación reconfortante, porque desde este punto de vista, la bondad no es un estado que intentamos ser u obtener, sino algo que ya está aquí. Simplemente, debemos permitir que esté un poco más presente.

En los dos últimos estados de la mente de la lista de Vyaas, el unidireccionado y el totalmente inhibido, ocurre el samadhi, también conocido como “el estado del yoga”. En el estado unidireccionado, puedes depositar tu atención en cualquier objeto que elijas contemplar, puede ser tu respiración, un mantra o cualquier cosa, por el tiempo que desees. No es una hazaña sencilla. Es dificultoso mantener la mente en una sola cosa, incluso por pocos segundos. En el estado totalmente inhibido, o detenido, no hay pensamientos, no hay fluctuaciones, y tampoco hay ningún objeto separado de ti en el que puedas apoyar tu mente. El sujeto y el objeto dejan de existir, habilitando la experiencia de una consciencia sin punto fijo. Donde quiera que mires, escuches, huelas o toques, solo hay consciencia. En los estados profundos de samadhi, ya no existen los objetos; solo permanece el sujeto. Esto se llama vishesha, o lo que queda luego de que todos los objetos cambiantes del mundo ya no tiñen nuestra experiencia. A veces, esto se describe como “consciencia de unidad”.

EL YOGA COMO CAMINO

El maestro del sur de la India, Sri K. Pattabhi Jois, escribió que la palabra yoga tiene diferentes significados. Algunos de ellos son: “relación”, “medio”, “unión”, “conocimiento”, “materia” y “lógica”. (15) Él fue excepcional al definir la práctica del yoga según uno de los sutras de Patanjali, el sutra 2.26, que indica que el yoga es upaya, un camino. (16) ¿Qué tipo de camino es? Uno que pone fin a la confusión de la mente, a través de una forma especial de discernimiento mental que nos guía hacia el autoconocimiento, una discriminación que nos permite distinguir la consciencia de la película que creamos sobre nuestras vidas, los pensamientos y los deseos que proyectamos en su pantalla. La práctica del yoga, por ende, es el medio de liberación del pensamiento condicionado.

Jois escribe:

Por ahora, digamos que el significado del yoga es upaya, lo cual quiere decir sendero, o el camino que seguimos o el medio por el cual alcanzamos algo. ¿Cuál es, entonces, el camino que deberíamos seguir? ¿Qué o a quién deberíamos tratar de alcanzar? La mente debe tratar de alcanzar lo más enaltecido […] De esta forma, el camino de establecer la mente en el Ser se debe conocer como yoga. (17)

La idea de upaya está estrechamente unida al concepto de relación que Jois menciona primero en su definición del yoga. Ya que –mediante la práctica del yoga y otras prácticas contemplativas– accedemos a una relación íntima con nuestro cuerpo, respiración, mente, emociones y sentido de propósito. Desarrollar esta intimidad con nosotros mismos nos guía hacia la autoconfianza y bienestar en relación con quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí. Esto, naturalmente, nos llevará hacia una pregunta más profunda e importante: ¿Quién soy más allá de la suma total de mis identidades basadas en el cuerpo, las emociones, los pensamientos o las memorias? Estas son las cuestiones importantes de la vida: ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? Mi maestra de noveno grado, la señora Jane Bendetson, nos presentó estas preguntas como las más significativas para nuestra autoindagación, y añadió: ¿Qué debería hacer ahora? Estas preguntas son, de hecho, la única cosa interesante que recuerdo haber aprendido en la escuela secundaria.

Ante todo, el yoga es una práctica. Los yoguis consideran que deberíamos practicar yoga de la misma manera en que nos cepillamos los dientes cada día, con la misma disciplina. Mediante la práctica de asanas de yoga (posturas) y la respiración, como discutiremos en cada capítulo del libro, limpiamos internamente nuestro cuerpo y fortalecemos los músculos, los huesos, los órganos internos, el sistema nervioso, la mente y las emociones. Un poco de práctica sirve de mucho; no necesitamos practicar durante horas y todos los días, hasta llegar al agotamiento. Solamente tenemos que hacer un poquito de práctica cada día para que se torne una prioridad en nuestras vidas, y hacemos esto hasta que se convierta en un hábito, una parte integral de nuestra rutina diaria, o una parte del ritual que compone el ritmo de nuestra vida. Cualquier práctica, ya sea espiritual, física o artística, solo brinda sus frutos cuando se realiza con regularidad y sinceridad. Uno de los sutras más famosos de Patanjali, 1.14, se trata se esto:

Sa tu dirgha kala nairantarya satkara sevito drdha bhumih.

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La práctica se establece cuando se realiza ininterrumpidamente, durante mucho tiempo, con devoción.

Quizás más importante que la idea de disciplina es lo que la disciplina crea. El neurocientífico y psicólogo Rick Hanson ha escrito extensamente sobre este tema en su libro Hardwiring Happiness, en el que describe las diferencias entre los estados mentales y los rasgos mentales. Con frecuencia, somos víctimas de nuestros estados mentales: ira, celos, juicios, venganza, pereza, apatía, aburrimiento, deseo; y a veces actuamos en base a estos estados, y nos identificamos con ellos. Pero estos estados son transitorios; van y vienen. Sin embargo, una vez que impulsan nuestras acciones, es muy probable que se repitan con frecuencia. Al realizar una práctica regular, empezamos a crear una cualidad mental de consciencia inherente, que es más confiable y más abierta que esos estados efímeros. Mediante la práctica, desarrollamos una cualidad de consciencia intrínseca que es calma, que posee perspectiva y que puede ayudarnos a pausar antes de dejarnos llevar por las emociones abrumadoras.

Desarrollar cualidades mentales saludables es, entonces, la verdadera meta de una práctica dedicada. Patanjali no define la práctica por el nivel de destreza en las posturas de yoga; la define como un medio para crear una cualidad mental de consciencia profunda que nos lleva al discernimiento. Los estados cambiantes son aquellos a los que se refería Vyaas cuando hablaba de la mente distraída, y una de las primeras cosas que el yoga nos ofrece es la habilidad para observar los estados transitorios sin perdernos en ellos. Muchos han experimentado que luego de practicar yoga, incluso por un breve período de tiempo, se enojan con menos frecuencia, o se contienen antes de hablar sin reflexionar sobre las repercusiones de sus palabras. Esto se debe a la cualidad intrínseca de la consciencia que comienza a prevalecer por encima de los estados transitorios.

SADHANA, EL MEDIO

Como sucede con muchas de las ideas yóguicas y muchas palabras en sánscrito, una palabra llevará a otra que invita a todavía más sutilezas de significado. La práctica del yoga tiene una palabra especial asociada con ella, sadhana, que describe las técnicas o prácticas que usamos para avanzar hacia el autoconocimiento, la consciencia o la liberación. Sadhana a menudo se traduce como “práctica espiritual”, y el propósito detrás de la práctica espiritual, en general, es la liberación del sufrimiento: la liberación de la identificación con cualquier cosa ajena a la consciencia. Los sadhanas son los medios que usamos para encontrar la noción de consciencia en nuestro interior, para remover las capas de confusión, las narrativas y los deseos que nos impiden ser quienes somos de verdad.

A. G. Mohan, un influyente profesor de yoga de Chennai, dijo algo maravilloso acerca de las diferentes capas de significado y experiencia, que en la tradición hindú han sido comparadas con las capas de una cebolla. Esta analogía se utiliza a menudo para describir las etapas de la práctica espiritual: continúas pelando y pelando las capas de identificación hasta que solo quede la consciencia. “Pero”, dice Mohan, “¿quién es el que peló la cebolla? Aquel que peló la cebolla no desaparece”. Sadhana es pelar la cebolla; el que pela la cebolla es nuestro impulso interior a conocer.

Sadhana es el compromiso con transformar nuestras metas espirituales en una prioridad, y crear el tiempo para ellas. Una meta espiritual puede ser:

 Practicar yoga.

 Practicar meditación.

 Practicar la bondad, la gratitud o el perdón.

 Llevar una vida equilibrada.

 Practicar la aceptación y mantener nuestras mentes serenas.

 Ayudar a aquellos que lo necesitan.

 Vivir una vida contemplativa y reflexiva.

 Practicar la paciencia.

 Profundizar la capacidad de escuchar.

Si decimos que queremos cualquiera de estas cosas, pero no tomamos medidas activas para realizarlas, entonces no podemos decir realmente que las queremos. Si yo digo que quiero ser un buen meditador, pero no dedico el tiempo necesario para practicar meditación todos los días, entonces quizás no quiero ser un buen meditador. Las cosas en las cuales invertimos tiempo son las cosas que queremos, y a veces los objetivos o las ideas que tenemos no son reales (son solo ideas que nos suenan bien). En el sadhana, es importante que determinemos: ¿Qué quiero realmente? Y si en verdad lo quiero, entonces invertiré tiempo haciendo eso. Así de sencillo.

No te preocupes por no hacer las cosas que realmente no quieres hacer. Si dices que quieres meditar, pero nunca encuentras el tiempo para hacerlo, entonces es probable que no quieras meditar. Si aceptas que no quieres meditar, entonces no te sentirás mal por no hacerlo, y puedes tacharla de la lista de cosas que crees que quieres hacer, esas cosas que otra gente hace y que suenan muy interesantes pero que, a la hora de la verdad, no son para ti. Entonces puedes reemplazarla por algo que realmente quieras hacer. A veces queremos aprender o practicar algo, pero nos damos cuenta de que es difícil disponer del tiempo para eso (si este es el caso, quizás necesites ejercitar la disciplina, y tolerar algunos obstáculos). En sánscrito, esto se llama tapas. Desde aquí surgen la satisfacción, el éxito e incluso la excelencia: de superar el obstáculo de comenzar o finalizar algo en su totalidad. Saber lo que quieres es sadhya, o la meta; el sendero que recorremos para llegar allí es upaya, el sadhana.

Como Dice Timothy Ferriss en su libro Tribe of Mentors: “La vida castiga el deseo impreciso y recompensa la tarea específica. Después de todo, la reflexión consciente es, en gran parte, preguntarte y responderte preguntas. Si quieres confusión y angustia, realiza preguntas vagas. Si quieres claridad inusitada y resultados, realiza preguntas excepcionalmente claras”. Las siguientes tres palabras despliegan el plan concreto, o mapa de ruta, de la práctica espiritual:

1. Sadhya: establecer nuestra meta.

2. Sadhana: nuestra práctica, o el medio para alcanzar la meta.

3. Upaya: comprometernos con el camino.

La meta que elegimos no necesariamente tiene que ser la liberación. El objetivo puede ser simplemente mover nuestro cuerpo durante treinta minutos por día, por razones de salud; puede ser meditar por siete minutos al día para aquietar nuestras mentes; puede ser recitar un mantra 108 veces para expresar nuestra devoción. La meta que elijamos debe ser asequible, de lo contrario, nos desanimaremos. Si puedes elegir una pequeña meta realizable y alcanzarla, entonces poco a poco tus metas se volverán más sutiles. Por ejemplo, la meta puede ser enojarte menos, o no irritarte demasiado por nimiedades. Comenzará a suceder naturalmente una vez que establezcas una disciplina diaria.

Existe otra definición de upaya que me gusta mucho, y es una que se utiliza en Jyotish, o la astrología védica. En astrología, un upaya es un remedio que el astrólogo le da a alguien que padece un dosha, o defecto, en algún lugar de su carta natal y que está generando perturbaciones u obstáculos en su vida. El astrólogo puede sugerirle que repita algún mantra en particular, o que vista algún color específico, que alimente a cierto tipo de animal, todo en el mismo día de la semana, durante algún período de tiempo, con el propósito de desatar ese nudo. Este tipo de upaya es un remedio en forma de ritual que remueve un obstáculo. En el yoga, el mayor obstáculo que tenemos es una mente indisciplinada que está acostumbrada a pensar todo el tiempo, que está aferrada a nuestras opiniones, juicios e ideas, lo que nos lleva a falsas identificaciones: soy un demócrata, soy un republicano, soy un vegano, soy un ashtangui, soy un yogui de Iyengar, soy una persona mala, soy una persona genial. Todos estos son patrones en los que hemos elegido creer, por alguna razón. Las prácticas del yoga, especialmente las ocho ramas del ashtanga yoga, son los remedios que utilizamos para remover el defecto creado por estas percepciones que nos atan a una autopercepción falsa, una autopercepción que no nos aporta satisfacción ni felicidad, ni que satisface nuestro propósito como seres humanos únicos. El yoga elimina el defecto de una mente que está muy aferrada a su propia noción de rectitud.

Entonces, para resumir nuestra exploración acerca de la palabra yoga:

 Yoga viene de la raíz verbal yuj, que significa “ligar, o unir”.

 Describe un tipo especial de concentración, en el que nuestra mente se vuelve complemente absorbida por el objeto al cual dirigimos nuestra atención.

 El yoga es un upaya, un remedio que alivia la identificación con ideas y objetos que están más allá de nuestra consciencia interior.

 La relación en el yoga se refiere al vínculo que tenemos con nuestros cuerpos, emociones, pensamientos, memorias, con nuestra autopercepción interna y nuestro propósito.

 Las prácticas meditativas del yoga revelan nuestra bondad innata.

 El yoga propone las preguntas más importantes que podemos hacernos: ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué debería hacer ahora?

1. Sebastien Manrique, Travels of Fray Sebastien Manrique 1629-1643, vol. 1. New York: Routledge, 2016.

2. Ver el fascinante libro de Ananda Bhattacharya: A History of the Dasnami Naga Sannyasis.

3. David N. Lorenzen, “Warrior Ascetics in Indian History”, Journal of the American Oriental Society 98, Nº 1 (enero-marzo 1978), 61-75. https://www.jstor.org/stable/600151?origin=crossref&seq =1#page scantab_contents [6/11/2019].

4. La publicación del Yoga Makaranda, de Krishnamacharya, en 1934 –escrito por el mandato del maharajá de Mysore– fue principalmente dirigida a revitalizar la práctica del yoga, que fue desapareciendo de India por la influencia de Occidente. “Nuestros jóvenes, quienes tienen la habilidad y la inteligencia necesarias para competir con los foráneos, podrán, estoy seguro, revivir y elevar nuestra cultura”.

5. Swami Sivananda, de Rishikesh, realizó dos tours alrededor de toda India para diseminar el conocimiento del yoga y la espiritualidad. En 1950 viajó al norte y al sur de India, así como a Sri Lanka (antes llamado Ceilón), visitando a millones de personas a lo largo del camino. Sus anotaciones están registradas en Sivananda’s Lectures During All India and Ceylon Tour, 1950, editado por Swami Venkatesananda (Rishikesh, India: Divine Life Publications, 2009).

6. Annie Gowen, “India’s New Prime Minister, Narenda Modi, Aims to Rebrand and Promote Yoga in India”, Washington Post, diciembre, 2014: “Shripad Yesso Naik, el nuevo ministro del yoga de la India, sueña con el día en el que los saludos al sol y la postura del perro que mira hacia abajo sean tan populares en su país como lo son en el resto del mundo”. http://www.washingtonpost.com/world/asiapacific/indias-new-prime-minister-narendra-modi-wants-to-rebrand-and-promote-yoga-in-india/2014/12/02/7c5291de-7006-11e4-a2c2-478179fd0489story.html? utmterm=.0e4cd7edc2a3 [6/11/2019].

7. Una búsqueda rápida en Internet te mostrará listas de muchas organizaciones que proveen estos servicios. La David Lynch Foundation, por ejemplo, se especializa en enseñar Meditación Transcendental a veteranos de guerra, a mujeres rescatadas de la trata de personas y a niños en las escuelas, solo por nombrar una organización.

8. Por ejemplo, en 2015 en Encinitas, California, se llevó adelante un juicio que buscó distinguir entre el yoga como una práctica de bienestar social/emocional y una práctica religiosa: Steven Sedlock et al. v. Timothy Baird et al., Court of Appeals, Fourth Appellate, Division One, State of California, D064888, 3 de abril, 2015. https://cases.justia.com/california/court-of-appeal/2015-d064888.pdf?ts=1428084026 [6/11/2019].

9. Ver en Yoga Sutras 2.31: “Sin embargo, las restricciones se convierten en un gran voto cuando se tornan universales, y son irrestrictas en relación con la clase social, el país, el tiempo o el deber (en cualquier persona)” (Jātideśakālasamayānavichhinnāh sārvabhaumā mahāvratam).

10. Patañjali, Yoga Philosophy of Patañjali: Containing His Yoga Aphorisms with Vyāsa’s Commentary in Sanskrit and a Translation with Annotations Including Many Suggestions for the Practice of Yoga, comentado por Swami Hariharānanda Āraṇya. Albany: State University of New York Press, 1983, 3.

11. La seis son: Brahma Sutras, Yoga Sutras, Purva Mimamsa Sutras, Vaisheshika (o Kanada) Sutras, Sankhya Karika y Nyaya Sutras.

12. Yogaschittavritti nirodhah, Yoga Sutras 1.2.

13. Patañjali, Yoga Philosophy of Patañjali, 1.

14. Ibíd., 8.

15. Sri K. Pattabhi Jois, Yoga Mala: Las enseñanzas originales del Maestro del Ashtanga Yoga Sri K. Pattabhi Jois. Buenos Aires: El hilo de Ariadna, 2017, 37.

16. Vivekakhyātir aviplavā hānopāh, Yoga Sutras 2.26.

17. Jois, Yoga Mala, 37-38.

Una cosa sencilla

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