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Leche materna

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La leche materna se trata del alimento funcional por excelencia. Es un fluido de gran complejidad biológica con efecto protector e inmunomodulador. Su composición química pone en evidencia la importancia de ciertos elementos sobre la salud bucodental.

Entre los hidratos de carbono, se destaca la lactosa, en mayor proporción que en la leche de vaca, cuya función principal es proveer calorías, pero, además, facilita la absorción del calcio. Se encuentran también los oligosacáridos, prácticamente ausentes en la leche de vaca, que actúan como un prebiótico, que facilita la colonización de bacterias benéficas y, además, protegen la mucosa intestinal del ataque de bacterias patógenas al actuar como análogos de los receptores de patógenos.

En cuanto a los lípidos, la leche humana posee triglicéridos, colesterol y ácidos grasos; estos últimos incluyen ácidos grasos esenciales, ácidos grasos de cadena corta, como el decanoico, y de cadena larga, como el docosahexanoico y el ácido araquidónico, que son particularmente importantes en el desarrollo cerebral y retiniano.

La concentración de proteínas de la leche humana es la más baja respecto a las de otras especies de mamíferos. Difiere, además, de la de vaca, en la relación caseína/proteínas del suero y en el tipo de proteínas. Así, las inmunoglobulinas, especialmente la IgA, inhibe el crecimiento bacteriano. La lactoferrina priva a las bacterias del hierro, que solo es liberado en presencia de los receptores presentes en el intestino; y las enzimas, la lisozima y las lactoperoxidasas tienen acción antimicrobiana. Todas ellas se encuentran en cantidades significativas en la leche humana y no así en la de vaca (Tabla 5.2).

Se destaca también la presencia de nucleótidos, que facilitan el crecimiento de las vellosidades intestinales y la actividad de las disacaridasas. Numerosas hormonas también forman parte de la leche humana; entre ellas, la leptina, que está vinculada a la disminución del apetito y es responsable, en parte, del menor riesgo de obesidad en niños amamantados.


Los minerales, como el calcio y el fósforo, junto a las proteínas, como la caseína, hacen que la leche materna favorezca la remineralización. Estudios han demostrado que el efecto protector de la leche y sus derivados sobre los dientes se debe, en parte, a los fosfopéptidos de caseína (CPP), que contienen iones calcio y fosfato en forma de fosfatos de calcio amorfo (ACP) en un estado no-cristalino y, por lo tanto, biodisponible. Esta evidencia científica fue tomada por la industria odontológica para la elaboración de un producto (MiPaste-GC, Japón). El complejo de CPP-ACP es un sistema ideal de suministro de iones de calcio y fosfato libremente utilizables y puede actuar en sinergia con el fluoruro. Estudios clínicos han evaluado los efectos favorables del CPP-ACP sobre la remineralización del esmalte en su forma y función (Ma et al., 2019).

Otros componentes, como la arginina y la urea, favorecen el aumento del pH (el pH de la leche materna oscila entre 7.1 y 7.7) y, por tanto, disminuyen la desmineralización.

Todos estos componentes y su acción fisiológica explican que la leche materna en sí misma no sea cariogénica, sino todo lo contrario: previene el desarrollo de caries.

Los estudios que concluyen que la lactancia materna prolongada aumenta el riesgo de caries en la primera infancia a menudo tienen grandes deficiencias metodológicas y no consideran los factores relacionados con la patogenia de esta enfermedad.

A pesar de que algunos autores tratan de explicar que la lactancia materna constituye un factor de riesgo en la primera infancia (Peres et al., 2017; Feldens et al., 2018), no existe evidencia científica que demuestre tal relación (Valaitis, 2000; Ribeiro, 2004; Kramer, 2007; White, 2008; Mohebbi, 2008; Arora, 2011; Nunes, 2012; Lavigne, 2013; Hong, 2014; Nobile, 2014), ni tampoco se ha encontrado ningún estudio que evidencie que el destete precoz disminuya el riesgo de padecer caries.

De importancia son los estudios antropológicos realizados por Palmer (2000), de cráneos de niños prehistóricos (obtenidos del Museo Natural Smithsoniano, Washington, Estados Unidos), cuya única forma de alimentación era la lactancia materna y prolongada: en la gran mayoría de los dientes deciduos no se observó la presencia de caries.

En concordancia con el efecto beneficioso de la lactancia materna en términos de salud, la composición química de la leche materna no requiere del agregado de azúcares libres y no existe beneficio alguno para la salud dental recurrir a una fórmula láctea.

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