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Buenos Aires, mayo de 1975: el petróleo es un tema fatal

1.

Ayer apareció muerto, cerca de Ezeiza, un periodista de La Opinión. Se llamaba Jorge Money. Tenía los dedos quemados, las uñas arrancadas.

En la redacción de la revista, Villar Araujo me pregunta, masticando la pipa:

—¿Y? ¿Cuándo nos toca a nosotros?

Nos reímos.

En la edición de Crisis que está en la calle, hemos publicado la última parte del informe de Villar sobre el petróleo en la Argentina. El artículo denuncia el estatuto colonial de los contratos petroleros vigentes en el país y cuenta la historia del negocio con toda su tradición de infamia y crimen.

Cuando hay petróleo de por medio, escribe Villar, las muertes accidentales no existen. En octubre de 1962, en un chalet de Bella Vista, Tibor Berény recibió tres balazos, desde ángulos diferentes y en distintas partes del cuerpo. Según el dictamen oficial, se trataba de un suicidio. Berény no era, sin embargo, un contorsionista, sino un alto asesor de la Shell. Al parecer servía, también, agente doble o triple, a las empresas norteamericanas. Más reciente, de febrero de este año, es el cadáver de Adolfo Cavalli. Cavalli, que había sido dirigente gremial de los obreros petroleros, había caído en desgracia. La pérdida del poder le había mejorado la cabeza. Ultimamente predicaba la nacionalización integral del petróleo. Tenía, sobre todo, bastante influencia en el área militar. Cuando lo cocinaron a tiros en Villa Soldati, llevaba en la mano un portafolios. El portafolios desapareció. Los diarios informaron que el portafolios estaba lleno de dinero. El robo era, pues, el móvil del crimen.

Villar vincula estos casos argentinos con otros asesinatos internacionales con olor a petróleo. Y advierte en su artículo: “Si usted, lector, se entera de que después de escribir estas líneas, al cruzar la calle, me aplastó un colectivo, piense mal y acertará”.

2.

Novedades. Villar me espera en mi escritorio, muy sobresaltado. Alguien lo ha llamado por teléfono y con voz nerviosa le ha dicho que el portafolios de Cavalli no contenía dinero sino documentos:

—Nadie sabe qué documentos eran. Solamente yo lo sé. Y lo sé porque yo se los había dado. Tengo miedo. Quiero que usted también lo sepa, Villar. El portafolios contenía… y en ese momento, clic, se cortó la comunicación.

3.

Anoche Villar Araujo no llegó a dormir a su casa.

4.

Revolvemos cielo y tierra. Los periodistas anuncian la huelga. Los diarios del interior no han aparecido hoy. El ministro ha prometido ocuparse personalmente del caso. La policía niega tener ninguna información. En la revista recibimos llamadas anónimas, con datos contradictorios.

5.

Villar Araujo ha aparecido anoche, vivo, en una ruta vacía cerca de Ezeiza. Fue abandonado allí con otras cuatro personas.

Ha estado dos días sin comer ni beber y con una capucha en la cabeza. Ha sido interrogado, entre otras cosas, sobre las fuentes de información de sus artículos. De esos hombres sólo ha visto los zapatos.

La policía federal difunde un comunicado sobre el asunto. Dice que Villar Araujo había sido detenido por error.

Días y noches de amor y de guerra

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