Читать книгу Cuidándonos unos a otros & Lado a lado - Edward T. Welch - Страница 10
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Conoce el corazón, conoce a la persona. Nuestro interés en ayudarnos unos a otros nos hace ir más allá de las conversaciones rutinarias y entrar a la esfera del corazón. Contar con una guía clara para este terreno puede enriquecer todas nuestras relaciones.
Alguien te pregunta: «¿Cómo estás?».
Tú respondes: «Bien, gracias. ¿Cómo estás tú?».
Es un saludo placentero.
Pero cuando alguien te pregunta «¿Cómo estás?», para todo lo que está haciendo y se sienta a escucharte, tiendes a decir más.
Eventos y circunstancias de la vida
En un comienzo, puede que ese más sea un simple recuento de los eventos del día.
Un padre le pregunta a su hija de doce años: «¿Cómo estuvo el día en la escuela?».
―«Bien».
―«Cuéntame un poco más».
―«Tuve matemáticas, después historia y después almorcé».
Es un comienzo, pero no queremos que nuestras conversaciones solo cubran eventos. Tenemos la sensación de que hay algo más profundo. Queremos saber qué es importante para la otra persona, y eso nos lleva a lo que la Escritura llama corazón.4
Cuestiones del corazón
Es posible que el corazón esté velado y sea difícil de conocer. Preferimos ocultar sus pensamientos menos atrayentes y algunas de sus heridas. Sin embargo, cuando estamos dispuestos a ser un poco más vulnerables y los demás tratan nuestro corazón con cuidado, descubrimos que conocer y ser conocidos es parte de nuestro diseño. Esas conversaciones son un deleite, y resultan esenciales si queremos cuidarnos, ayudarnos y animarnos bien los unos a los otros.
Imagínate al corazón como algo con capas y profundo. Es comparado con las raíces de un árbol (Jeremías 17:5–8), con aguas profundas (Proverbios 20:5) y con un tesoro que debemos buscar (Mateo 6:20). Como está lleno de muchas cosas, siempre habrá más por descubrir, aunque a veces alcanzarlo requiere tiempo y confianza.
Deseos naturales
Sabes que entraste al corazón cuando descubres carencias, afectos o deseos. Allí guardamos lo más importante para nosotros.
Queremos descanso y salud para nuestros cuerpos,
lo mejor para nuestros amigos y familiares,
protección de nuestros enemigos,
un trabajo significativo,
una vida que aporte,
paz,
amor.
Estos deseos del corazón son importantes para el Señor, y Él nos invita a derramar nuestros corazones delante de Él (Salmo 62:8). Así es cómo funciona Su amor. Él comparte los placeres y dolores de Sus amados. El Señor nos escucha en el sentido más pleno. Oye y se conmueve. Nos invita a hablar y responde con compasión, recordatorios de Su fidelidad pasada y la certidumbre de Sus promesas.
Entonces, en respuesta a Él, hacemos eso mismo los unos con los otros. Invitamos a hablar a los demás. Entramos al mundo de las otras personas. Buscamos escuchar los asuntos más importantes para el otro. Escuchamos y rastreamos las emociones de la persona, pues allí es donde encontramos carencias y deseos.
«¿Cuáles han sido los mejores momentos de tu día?».
«¿Qué ha sido especialmente difícil?».
Las preguntas como estas nos sitúan en la dirección correcta. Nos llevan a los deseos naturales satisfechos o frustrados, y suelen ser el primer paso para llegar al corazón.
Deseos morales
Justo abajo de nuestros deseos alborotados se encuentra la dirección moral de nuestra vida:
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Lucas 6:45).
Una vez, un amigo me preguntó: «¿Cómo está tu corazón?».
Nota que estaba cavando más hondo. Estaba especialmente interesado en la forma en que mis deseos establecen el curso moral o espiritual de mi vida.
Aquí descubrimos que nuestro corazón puede ser recto, constante, limpio, penitente y puro o hipócrita, corrupto, duro y repleto de necedades.
En otras palabras, lo que ese hombre me estaba preguntado básicamente era: «¿Cómo te ha ido en las batallas espirituales? ¿Cómo estás lidiando con las tentaciones de la vida?». Por lo general, solo otorgamos acceso a estas áreas en las relaciones más curtidas que se caracterizan por el amor.
Deseos con respecto a Dios
Desde luego, nuestra dirección moral se basa en una persona. La dirección de nuestro corazón nunca es un mero asunto de guardar o quebrar la ley. En nuestro corazón, conocemos a nuestro Dios Creador (Romanos 1:19–21; 2:14–15), y todo lo que hay en nuestra vida se relaciona con Él:
Cuando violamos Su ley, deshonramos Su nombre y nos hemos alejado.
Cuando amamos a los demás, lo honramos y amamos a Él.
Cuando tenemos miedo, necesitamos conocer con mayor profundidad Quién es Él y Su cercanía.
Cuando nos enojamos, nos alejamos de Él y vivimos principalmente para nuestros propios deseos.
Cuando tenemos vergüenza, nos alejamos de Él porque creemos la mentira de que se alejó de nosotros.
Todos vivimos ante el rostro de Dios, estemos o no conscientes de esa realidad. La vida es sumamente personal. Él nos busca y nos invita a conocerlo mediante Jesús, es decir, a conocer lo que hay en Su corazón. Nosotros, a su vez, respondemos en una de estas dos maneras: o bien se despierta nuestro deseo piadoso y queremos escuchar, conocer y acudir a Jesús, unirnos a Él en la obra de Su Reino y hablar con Él, o nuestro deseo egoísta se aferra a otros dioses y reinos que consideramos más valiosos. Para decirlo de otro modo: o confiamos en Él o confiamos en nosotros mismos y en los objetos de nuestros afectos. O nos acercamos a Él o nos alejamos de Él.
En lo profundo de nuestro corazón, la cuestión no es tanto qué amamos, sino a quién amamos.5
Conoce y disfruta
Esta es la manera de profundizar en la vida de una persona:
1. Pregunta «¿Cómo estás?». Luego, sigue las emociones fuertes. Ese es el camino hacia el corazón, y allí es donde empieza la ayuda. Buscamos oír alegrías y tristezas, esperanzas y temores, y nos interesamos en ellos.
2. Disfruta lo bueno. Buscamos «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, [y] templanza» (Gálatas 5:22–23), además de otras características que se asemejen a Jesús. Cuando vemos o escuchamos esos reflejos de Cristo, los disfrutamos, los señalamos y simplemente nos complacemos en la persona.
3. Ten compasión cuando haya problemas, y habrá muchos (Juan 16:33). Mientras más tiempo camines con alguien, más problemas escucharás. Queremos que nuestra compasión crezca al oírlos.
4. A medida que sigas caminando con esa persona, puede que descubras un fundamento espiritual que es una mezcla de fe en Jesús y confianza en uno mismo. Entonces hablamos especialmente de Jesús y Su amor, y oramos para poder conocerlo mejor. Cuando nos alejamos, hemos olvidado quién es Él, y la fórmula es conocerlo mejor.
Todos somos santos, sufrientes y pecadores que esperan ser más transparentes con los demás. Tú también debes sincerarte con respecto a tus afectos cuando alguien te pregunte. Queremos conocer a los demás y que ellos también nos conozcan.
Discusión y reacción
1. Más abajo hay un esquema útil. En su centro, está el corazón. El círculo que rodea al corazón representa al cuerpo. Juntos, estos dos círculos comprenden a la persona. A medida que nos vamos alejando del centro, los otros círculos concéntricos son ejemplos de las influencias que moldean nuestras vidas. El círculo interior incluye las influencias visibles; el exterior contiene las que son menos visibles. La flecha sugiere que hay una interacción continua y bidireccional entre nuestros corazones y el Dios vivo. La flecha también indica que nuestro corazón se ve afectado por todas las circunstancias de la vida (la flecha se dirige hacia nosotros) y además interpreta toda la vida (la flecha se aleja de nosotros). En verdad, estamos llenos de muchas cosas.
¿Cómo es que entenderte de esta forma te ayuda a comprender tu propia alma?
¿Qué preguntas tienes?
2. ¿Qué preguntas te ayudan a penetrar en tu propio corazón?
• ¿Qué es lo que amas? Esta apunta a los objetos de tus deseos.
• ¿Qué te hace feliz? Esta revela deseos insatisfechos.
• ¿Qué te entristece? Esta revela deseos pospuestos o frustrados.
• ¿Qué te enoja? Esta también revela deseos frustrados.
• ¿Qué temes? Esta apunta a los deseos en peligro.
Lo que queremos es practicar con nosotros mismos y crecer en transparencia delante del Señor. Cuando entendemos mejor cómo funciona nuestro corazón, podemos aprender a profundizar más en las vidas de otras personas.
3. Intenta ver lo bueno ―no solo circunstancias buenas, sino también bondad moral―. Nota cuando la persona es paciente aunque la estén tratando mal, amable aunque sean bruscos con ella, perdonadora, benigna y capaz de decirles «no» a los deseos rebeldes. Como regla general, debes esperar ver esto antes de hablar sobre asuntos más difíciles.
• En los últimos días, ¿qué cosas buenas has visto en las otras personas?
• ¿Por qué es importante ver lo bueno?