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PREFACIO

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Nuestro llamado es cuidar mutuamente de nuestras almas. Queremos llevar nuestras luchas al Señor y a los demás para que la Iglesia se fortalezca y el mundo presencie la sabiduría y el amor.

Sin embargo, como tenemos una larga lista de problemas propios, es fácil que pensemos que sería mejor dejar el cuidado de los demás en manos de los que están mejor capacitados. Pero el Reino de Dios opera en formas que no esperaríamos. Aquí, los humildes y débiles son los que realizan el trabajo pesado del cuidado pastoral:

Y él mismo [Jesús] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:11–13).

Los pastores y maestros realizan la obra del ministerio. También nos capacitan para la obra del ministerio. Por lo visto, el Señor Se complace en usar personas comunes, mediante actos de amor aparentemente comunes, para que sean los principales contribuyentes a la maduración de Su pueblo. Si has confiado en Jesús en lugar de en ti mismo y te sientes débil e incapacitado, entonces estás capacitado. Entonces estás llamado.

El objetivo de estas ocho lecciones es seguir moldeando la cultura de tu iglesia, de modo que la consejería y el cuidado mutuo de las almas se transformen en características naturales de la vida cotidiana del cuerpo. Las lecciones son breves pero ricas en teología esencial, y están repletas de aplicaciones potenciales. Están diseñadas para leerse en voz alta junto a un grupo (los participantes no tienen que leer nada con anterioridad).

Cuidándonos unos a otros & Lado a lado

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