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Efectos malignos del té y el café 21

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El consumo de té y café también perjudica el organismo. Hasta cierto punto, el té intoxica. Penetra en la circulación y re­duce gradualmente la energía del cuerpo y la mente. Estimula, excita, aviva y apresura el movimiento de la maquinaria vi­viente, imponiéndole una actividad antinatural, y da al que lo bebe la impresión de que le ha hecho un gran servicio infun­diéndole fuerza. Esto es un error. El té substrae energía nervio­sa y debilita muchísimo. Cuando desapareció su influencia y cesa la actividad estimulada por su uso, ¿cuál es el resultado? Una languidez y debilidad que corresponden a la vivacidad artificial que impartiera el té.

Cuando el organismo está ya recargado y necesita reposo, el consumo de té acicatea la naturaleza, la estimula a cumplir una acción antinatural y por tanto disminuye su poder para ha­cer su trabajo y su capacidad de resistencia; y las facultades se agotan antes de lo que el Cielo quería. El té es venenoso para el organismo. Los cristianos deben abandonarlo.

La influencia del café es hasta cierto punto la misma que la del té, pero su efecto sobre el organismo es aún peor. Es excitante, y, en la medida en que lo eleve a uno por encima de lo normal, lo dejará finalmente agotado y postrado por debajo de lo normal. A los que beben té y café los denuncia su rostro. Su piel pierde el color y parece sin vida. No se advierte en el rostro el resplandor de la salud.

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