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Capítulo xiV Buenas nuevas

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Por fin, Su Ann atendió el celular. Era Braian. Su Ann, mostrándose sorprendida por el llamado después de un tiempo considerable y eso que se había ido sin decirle nada teniéndola al lado. Su voz era calma, no se apreciaba que estuviera enojada. Ella le preguntó qué le había pasado a él y a todos. Con tono risueño le expresó que llegó a creer que unos platillos voladores se los habían llevado.

Braian sólo le comentó que su padre había fallecido repentinamente y fue un momento de puros nubarrones negros. A lo que Su Ann, después de un profundo silencio expresó que comenzaba a imaginar y a entender de a poco lo ocurrido. Braian preguntó si al día siguiente podía verla para contarle con más detalles. Por supuesto, dijo Su Ann, a partir de las 9 hs. te espero en el Hotel Be Jardín Escondido by Coppola, calle Gorriti 4.746, queda también en Palermo Viejo y a pocas cuadras de la casa de Peggy.

A Su Ann ese llamado le quitó el sueño, empezando a unir cabos sueltos. Hasta un esquema hizo con papel y lápiz, hasta que finalmente durmió profundamente.

A la mañana siguiente alrededor de las 09.30 hs. se encontraron, saludándose afectuosamente como si se conocieran de toda la vida. Su Ann lo invitó a desayunar en el mismo Hotel y a conversar primero de la vida de ellos, luego ya irían a otro espacio más tranquilo para hablar de la novela que se había armado.

Él le dijo que la veía cambiada, que se había alisado el cabello y teñido de rubia. Su Ann asintió con la cabeza con una gran sonrisa, agregando que cada mes iba cambiando para saber cuál sería su estilo favorito. También le contó que ella desde que se fue de la casa de Peggy se había ido a vivir al encantador hotel en el cual estaban ellos en ese momento desayunando, que a su amiga no la vio más y que ninguna de las dos se habían comunicado. Peggy había llegado a una situación que la colmó por completo, no la aguantaba más y prefirió tomar distancia y aguardar un tiempo. Se sentía muy abrumada.

Braian se expresó primero pidiendo disculpas y luego contándole que al recibir el llamado del fallecimiento del padre salió como loco hacia el Aeropuerto para llegar lo antes posible a Santa Rosa. Julián prefería quedarse con la madre para recuperar el tiempo perdido por los años que no la veía, sin bien se comunicaban siempre. Además estaba muy confundido, sus pensamientos estaban perplejos por eso se encargaría de la madre y del campo hasta que se sintiera mejor. También le contó que había pasado por la casa de Peggy y que al contarle todo no tenía palabras para pedir perdón y que lloraba por lo sucedido con su amiga del alma, lo que le acarreaba mucha culpa.

Su Ann, expresó nuevamente que sobre ese tema continuarían hablando más tarde, que mientras desayunaban ella le contaría las novedades para que él opinase. –¡Para que yo opinase!, dijo Braian sorprendido. A lo que ella le respondió, –SÍ.

Le contó que en este último tiempo había conocido a Michel Bourdeu, un francesito muy bonito, elegante y dedicado al arte. Justamente se conocieron en el Hotel y en pocos días entablaron cierta amistad. Por tal motivo él le comentó que llegó a Buenos Aires para presentar sus obras pictóricas. Ella se sintió alagada cuando la invitó a participar en las exposiciones con él, pero necesitaba saber por qué lo hacía. A Michel le parecía encantadora, culta, sociable, que se adaptaba a las circunstancias y sabía salir airosa de ellas, por otra parte él en Buenos Aires no conocía a nadie y ella le inspiró confianza. Su Ann le cuestionó por qué había venido a hospedarse en un hotel de Palermo Soho. Ocurría que a Michel le gustaban mucho los lugares bohemios, sencillos, con estilo propio y cuando se lo ofrecieron ni titubeó en buscar otro hotel, ni otro barrio, quedó maravillado con lo que había visto y además porque sabía que tenía unas callecitas bellas y con murales en algunas paredes de sus calles, que luego las conoció en compañía de ella.

Continuó comentándole a Braian que una tarde de sol que salieron a caminar, ella llevó a Michael al Pasaje Rousell entre Gurruchaga y Borges, y también al Pasaje Santa Rosa. Allí estaban los añorados murales de los cuales habían estado hablando.











Si bien su estilo no era hacer murales, los apreció enormemente: la elección de colores utilizados, el tipo de pintura, la textura, los motivos, dando posibles relatos acerca de cada una de ellos. Lo disfrutaron mucho, fueron a tomar un café y de regreso en el hotel, Michel le explicó de qué tipo era su muestra, contándole la historia de cada una de sus pinturas y de por qué hacía lo que hacía. No faltaron referencias a su pasado.

Ante todo este relato Su Ann y Braian, ya se habían ido a sentar en los sillones de un espacio del jardín del hotel.

Según Braian, Su Ann estaba muy entusiasmada y alegre. Más o menos comprendía que también recién había podido reponerse de lo ocurrido con Peggy, gracias a la comprensión y compañía de Michel, lo que hizo retroceder el hecho que había estado a un paso de volver ya, a Estados Unidos. Por lo visto al llegar Michel y alojarse en el mismo hotel hizo que se conocieran y que a Su Ann se le cambiase la vida.

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