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Capítulo xXI

El empoderamiento de Peggy

Después de tanto tiempo de preocupaciones, llantos y de sentirse bloqueada, es posible que Peggy haya tocado fondo y se encuentre totalmente liberada y dispuesta a cambiar para bien. Modificó su estilo de vestir y fue a averiguar aquello que tanto deseaba de niña y nunca lo pudo hacer. Era el momento de pensar en ella.

Primer paso, ir a la peluquería y cambiar su vestuario.

Segundo paso averiguar sobre aquello que tanto añoraba aunque parezca una locura.

Pensó en lo que dirían cuando se enteren, pero esta vez le pareció increíble la decisión de inscribirse en Danzas Clásicas. Iría 3 veces por semana.

Al día siguiente organizó el tercer paso.

Ir a la Biblioteca cercana a su casa, asociarse y retirar la máxima cantidad de libros que pudiese y que le llamaran la atención. Allí estuvo varias horas, y finalmente regresó a su casa con una pila de libros.

Llegó, se cambió muy contenta, se hizo una taza de café y comenzó a hojear uno de los tantos tipos de libros que trajo, pero esta vez lo hizo sentada en el piso. Peggy ya no era carita triste. Como arte de magia cambió sus actitudes de la noche a la mañana. Si bien hablaba con Julián, no lo perseguía porque sabía que estaba tratando de reiniciar su trabajo en el Estudio de Diseño y también tratar de encontrar algún trabajo para su hermano.

Se comunicaba con Su Ann para informarse en qué estaba, ya que era multifacética.

Esa noche Peggy se durmió en el patio que recientemente había modernizado en su casona antigua. Su casa era una mixtura de estilos, pero separados. Estuvo pensando bastante antes de dormirse.

Decidió pasar por lo de Emma a buscar la moto celeste que sabía que estaba guardada allí, ya que ambos hermanos estaban con trámites.

Al entrar observó a Emma todavía durmiendo, muy despacito sacó la moto y se fue al Tigre, pero antes estudió un poco el plano para asegurarse más sobre el camino que tomaría.


El que la vería no lo creería y no se sabe si la reconocería. Se encontraba impactante.


ELENA

Hasta el tipo de calzado había cambiado y todo con un gusto muy exquisito.

En El Tigre si bien sabía que estaban en el Bar viviendo Braian y Priscila, pasó primero por el Almacén donde la encontró y le dijo que venía un rato al río. Priscila feliz de verla y siempre tan agradecida con ella, la invitó a que pase a su anterior habitación en la casa de su padre a ponerse la malla, ni bien pudiera ella le haría un poco de compañía. –¡Genial! Expresó Peggy y se fue caminando hacia el río sintiéndose con una libertad total. Realmente hacía tiempo que no tenía esa sensación, para no decir que era la primera vez.

Disfrutó mucho del río, del sol, de la brisa, de tener su cabeza completamente en blanco, parece que se estaba vaciando de todo lo malo para que le vaya quedando espacio para permitir la entrada de lo nuevo.

A la hora más o menos llegó Priscila.

Cuando la vio Peggy la llamó PRESA SALVAJE, ambas rieron largo rato hasta que de pronto Peggy la perdió de vista. Volvió embarrada con un libro, una taza vacía y un toallón de baño en la cabeza.

Peggy le dijo sonriente que si trataba de conquistarla, no podría. A lo que le retruqueó Priscila, y a mí menos.

Priscila –Braian cambió mi vida tan monótona, aburrida, casi sin sentido y llena de obligaciones.

Peggy –Lo mismo hizo conmigo su hermano Julián cuando llegó de Santa Rosa, no sé por qué pero después de unos días angustiantes me volví loca de la vida y eso que él todavía no me vio así cambiada.

Priscila –Pues Braian tampoco.

Se rieron mucho ambas disfrutando la tarde de “las mallas negras del primer destape” como ellas la llamaron.

Julián le había contado a Peggy la leyenda de la mariposa azul, diciéndole que Priscila se la había enseñado. Peggy al comentárselo a Priscila, ésta le dijo que le contaría a ella la Leyenda de Las Mariposas Amarillas, que todavía Julián no la conocía por lo que así ella podría lucirse con él.

Peggy con mucha atención y compenetrada en lo que estaba viviendo escuchó:

LEYENDA DE LA MARIPOSA AMARILLA
TRANSICIÓN. Leyenda Maya

En la cultura Maya, las mariposas eran consideradas como las almas de los guerreros muertos en las batallas o en los sacrificios, pasaban una transición.

Las almas de los guerreros muertos acompañaban durante cuatro años, diariamente al sol (vallándose de los rayos del astro) para después convertirse en mariposas, así estas mariposas impregnadas por la fuerza del sol compartían sus bellos colores con la tierra donde los habían visto nacer.

Por eso cada primavera los mayas liberaban sobre los campos de cultivo mariposas amarillas ya que éstas brindaban la fuerza a su cosecha.

Que tus deseos se hagan realidad.

Recuerda que “Todo en la vida son ciclos, no hay pérdidas, sino transiciones”.

Al regresar ambas al almacén para ducharse y cambiarse para que Peggy no llegara tan tarde, Priscila le obsequió un adorno con unas mariposas, siendo la más grande de color amarillo. Sería para que nunca se olviden que las dos pasaron por una transición como cuenta la leyenda.

Peggy quedó fascinada, ya que dicho regalo significaba mucho más que un mero adorno.


Al regresar a casa, Peggy no podía dejar de observar tan significativo regalo.


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