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Capítulo xvII Equivocación

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Julián le preguntó a su madre si recordaba el árbol de naranjas que estaba viendo, ya que años atrás cuando él había llegado a Buenos Aires le había enviado varias fotos. A lo que ella respondió sólo recuerdo una pequeña planta. La conversación siguió y Julián le contó que lo visto por ella, ahora es ese hermoso árbol que está delante de sus ojos y que la casa blanca era la de tía Mocha.

Emma, agregó que alguien había en la casa, temiendo que sean ladrones. En ese momento se puso tensa y no quería bajarse.

Al escuchar no te preocupes mamá, debe ser Peggy que nos está esperando.

Emma –Ah! Sí Peggy, tú pareja, pero ve a ver primero y luego bajo.

Julián –Baja tranquila madre, están Peggy y Su Ann, una amiga y nos esperan con mate y unas facturas que se ven ¡buenísimas!

Doña Emma se adelantó sin esperar a que su hijo se la presente, saludando a Peggy como si fuese Su Ann y a Su Ann con un gran abrazo como si fuese fuese Peggy, agradeciéndole por haber enamorado a su hijo, por cuidarlo y que era bienvenida a formar parte de su familia. Así ignoró por completo a Peggy, que con su sensibilidad sintió haber sido despreciada y salió corriendo.

Emma –Sabes Peggy, debes ser muy desperjuiciada y salvajemente amorosa.

Su Ann no encontraba palabras que pudiera entender Emma, ya que constantemente le decía que Peggy, la pareja de su hijo no era ella sino la joven que salió corriendo.

Su Ann –Pero Emma yo tengo mi vida, ella es la pareja de su hijo, ellos son los que se aman.

Emma –Pero a mí me gustas tú.

Su Ann –Señora no se trata de lo que le guste a usted, su hijo Julián la ama a ella y yo no lo amo a Julián.

Emma –Bueno eso estará por verse chiquita.

Cuando Julián terminó de llevar el equipaje de su madre al cuarto y observó a Su Ann desesperada, a su madre colorada como se pone siempre cuando se enoja y que a Peggy no la veía, preguntó qué estaba pasando. Su Ann le contó todo al detalle y fue en ese momento cuando Julián con un fuerte grito como nunca lo había hecho dijo a su madre –¡BASTA MAMÁ! Te desconozco. Tú no eres así y en todo el tiempo que estuvimos juntos nunca demostraste este lado oscuro tuyo. Estuve enseñándote muchas fotos de Peggy y ahora la desconoces armando toda esta confusión, no fue suficiente toda la que ya tuvimos que venís a embarrar todo. Del susto por el accionar inesperado de parte de Julián, ella derramó parte del café que tenía en la mano.

Su Ann, pidió permiso y se retiró de la casa y Julián también se fue cerrando con un portazo, iría en busca de Peggy, ya no quería más enojos, sólo estar con ella y decirle cuánto la amaba.

Emma se puso blanca, se orinó encima y se quedó parada un buen rato pensando sabe uno qué cosas. Estaba en una casa desconocida para ella, lejos de su Santa Rosa querida y además sola. Al tiempo atinó a preguntarse ella misma ¿para qué había venido?

Julián, después de haber ido a pedir disculpas a Peggy y a Su Ann, sobre todo a Peggy a quién dio explicaciones, ella le dijo que a pesar de todo lo ocurrido, sabía que ella siempre estaría cerca de él y que nunca lo dejaría porque su amor es para siempre. Julián le agradeció también a Peggy su paciencia y comprensión hacia él. Después de abrazos y de un profundo e interminable beso, Julián se fue. ¡Estaba tan bella Peggy!

Al regresar a su casa Julián encontró a su madre dormida en el sillón. Se sentó a su lado, muy cansado y preocupado se tapó la cara con sus manos cómo si pensara cómo seguiría todo.

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