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INTRODUCCIÓN

1. Clasificación epistolar. Cartas falsas y cartas ficticias

Uno de los mayores problemas que presenta la epistolografía griega es su clasificación. No vamos a tratar aquí esta cuestión de una manera pormenorizada 1 , sino sólo aquellos aspectos que conciernen a las obras traducidas en este volumen.

El criterio prioritario para clasificar la literatura epistolar debe ser el carácter real de la carta y la intención de su autor. De este modo resulta una clasificación gradual que va desde las cartas «privadas en sentido estricto» hasta las «ficticias en sentido estricto». El problema se presenta cuando hay que incluir en uno u otro grupo aquellas cartas cuya autenticidad o falsedad no es segura. Así ocurre con las cartas atribuidas a personajes históricos célebres, bien estén incluidas en otra obra literaria, bien se trate de colecciones epistolares independientes. En muchas de estas colecciones epistolares hay que contar con un núcleo originario auténtico al que después se añadieron otras cartas pseudoepigráficas o falsas, en buena parte ejercicios de escuelas de retórica (por lo que en rigor no es correcto hablar de «falsificación»). Cada colección epistolar presenta sus propias características y sus propios problemas. Junto a colecciones cuya autenticidad es clara (aunque puedan contener también alguna carta falsa), hay colecciones de autenticidad dudosa, y otras indiscutiblemente falsas, la mayoría de los siglos I a. C. y d. C. Entre estas últimas están, muy probablemente, las de Temístocles y las de Quión de Heraclea. La intención de su autor al escribirlas es lo que debe decidir su inclusión en el grupo de «cartas falsas» o en el de «cartas ficticias» 2 .

2. «Cartas ficticias en sentido estricto»

El carácter ficticio de las cartas de Eliano y de Teofilacto está fuera de duda. Cartas ficticias en sentido estricto son aquellas cuyos remitentes y destinatarios son personajes imaginarios. En ocasiones los protagonistas son personajes reales, pero, a diferencia de lo que ocurre en las pseudoepigráficas, el autor no tuvo nunca la intención de hacerlas pasar por auténticas (por ejemplo, las que se intercambian Menandro y Glícera, o Frine y Pericles, en el libro IV de Alcifrón, o algunas de Teofilacto como la núm. 42, de Pericles a Aspasia, o la núm. 1, de Critias a Plotino, en la que además los dos personajes pertenecen a dos épocas distintas). Las cartas ficticias van siempre firmadas por su verdadero autor, a no ser que su nombre se haya perdido durante la transmisión, como ocurre con las que nos han llegado bajo el nombre de Aristéneto. Alcanzaron su plenitud como género autónomo en época imperial, a partir del s. II d. C., y presentan dos variedades, la carta patológico-erótica (por ejemplo, las Cartas Eróticas de Filóstrato) y la carta etopéyica, cuyo propósito es presentar y describir caracteres y tipos sociales, y que es cultivada, además de por Eliano, por Alcifrón y Aristéneto. Autor tardío de este género es Teofilacto, de época bizantina, cuyas epístolas responden, sin embargo, al carácter y estilo de la literatura retórica de época imperial.

Es difícil establecer los límites de la carta ficticia como género autónomo 3 . Ya hemos señalado la dificultad de distinguir entre cartas ficticias y cartas pseudoepigráficas; en otras ocasiones el problema lo plantean aquellas cartas que son tales sólo en su forma externa, y que son consideradas por algunos como pequeños mimos (por ejemplo, las cartas de Alcifrón o las de Aristéneto), novelas (las cartas de Quión de Heraclea y Temístocles), o elegías en prosa (las cartas amorosas de Filóstrato) 4 .

3. Recursos de las cartas ficticias de Eliano y Teofilacto: refranes y nombres de los personajes

Llama la atención el elevado número de refranes que emplean Eliano y Teofilacto 5 . Se trata de una característica de la epistolografía, como lo confirma el pasaje de Pseudo-Demetrio sobre el estilo epistolar (Sobre el estilo IV 232), donde se afirma que la abundancia de refranes contribuye a la belleza de la epístola. A menudo los refranes ocupan las partes más importantes de una epístola: el comienzo y el final. Sus fuentes son diversas: Hesíodo, Alemán, autores de la comedia ática (Cratino, Aristófanes, Menandro), Jenofonte, o incluso colecciones de refranes 6 , aunque no siempre podemos establecer la fuente precisa de cada proverbio, sobre todo cuando el refrán aparece ligeramente cambiado respecto a los testimonios anteriores 7 .

En las epístolas rústicas de Eliano y de Teofilacto es frecuente que los personajes lleven nombres «parlantes», que suelen hacer referencia a lugares, vegetales, animales y otros términos del léxico rural. También Alcifrón emplea numerosos nombres parlantes, no sólo en las cartas de campesinos, sino también en las de pescadores, con raíces pertenecientes al léxico marino, y, sobre todo, en las de parásitos, cuyos nombres suelen ser burlescos. Rara vez los tres autores coinciden en los nombres de sus campesinos.

Eliano emplea menos los nombres parlantes y más frecuentemente nombres tomados de la comedia (Blepeo, Calípides, Cnemón, Cremes, Laques, Mania, Parmenón, Símilo), o incluso de Demóstenes (Cálaro y Calicles). Pero también encontramos nombres parlantes como Antemión (de ánthos, «flor»), Betón (de baítē, «pelliza»), Comárquides (de kṓmē, «aldea»), Filérifo (de ériphos, «cabrito»), u Opora (de opṓra: véase ep. 7, nota 12); el nombre Hemerón (ep. 2), puede proceder de hēmerís, «viña de plantío», o de hḗmeros, «manso», nombre muy adecuado al carácter del personaje que lo lleva (cf. el comienzo de la epístola: «El delicado Hemerón...»).

En las cartas rústicas de Teofilacto los nombres parlantes son muy frecuentes: Ampelino (83), Ampelio (32), Ampelón (80), formados a partir de ámpelos, «vid»; Antino (83) de ánthos, «flor»; Arnón (47) sobre arḗn, «cordero»; Astaquión (23) sobre ástachys, «espiga»; Bubalión (65) sobre boúbalis, «antílope»; Bucolión (77) de boukólos, «boyero»; Calamón (50) sobre kálamos, «caña»; Calístaquis (11) cuyo segundo elemento es stáchys, «espiga»; Cepias (59) sobre kḗpos, «jardín, huerto»; Ciparisón (11 y 71) sobre kypárissos, «ciprés»; Cisibio (65) sobre kissýbion, «cuenco, artesa»; Cloazón sobre chlóē, «hierba»; Dafnón (8 y 56) sobre dáphnē, «laurel»; Dámalo (14) sobre dámalis, «ternera»; Dorcón (2 y 74) sobre dorkás, «gacela»; Egiro (5 y 56) sobre aígeiros, «álamo negro»; Elafón (74) sobre élaphos, «ciervo»; Espirón (27 y 50) sobre speírō, «sembrar»; Lacanón (29) sobre láchanon, «hortaliza, legumbre»; Lofón (17) sobre lóphos, «colina»; Maratón (41) de márathon, «hinojo»; Mecón (20) de mḗkōn, «amapola, adormidera»; Milón (23) sobre mylṓn, «molino»; Mintón (53) sobre mínthē, «menta»; Moscón (2 y 35) sobre móschos, «ternero»; Ortigón (38) sobre órtyx, «codorniz»; Pedíade (17) sobre pediás, «llanura»; Peganón (29 y 41) sobre pḗganon, «ruda»; Pemnión (47) sobre poímnē, «rebaño»; Plátano (5) sobre plátanos, «plátano»; Poas (32) sobre póa, «hierba»; Rizón (53) sobre rhízē, «raíz»; Rodón (71) de rhódon, «rosa»; Seutlión (68) sobre seûtlon, (= teûtlon), «acelga»; Teristrón (27) sobre theristḗs, «segador»; Tetigón (38 y 62) sobre téttix, «cigarra»; Trigias (14) de trýx, «mosto» o trýgē, «vendimia». Para los personajes femeninos de sus cartas eróticas Teofilacto suele emplear nombres característicos de cortesanas, a veces tomados de la Comedia: Crisipe (51 y 84) y Crisógone (12 y 48; el nombre Crisis aparece en Samia de Menandro y en Diálogos de las heteras 8 de Luciano), Corina (15; cf. Luciano, Diálogos de las heteras 6), Lais (24, 60 y 69; cf. Alcifrón, IV, fr. 5), Habrótono (51; cf. Menandro, El arbitraje ), Terpsítea y Érato (6), etc.

Como ocurre en Alcifrón 8 , también en ocasiones los protagonistas de las epístolas de Teofilacto son personajes históricos célebres, sobre todo en las cartas morales, cuyos protagonistas suelen ser filósofos, y los anacronismos son frecuentes. En la epístola núm. 1 el oligarca Critias (s. v a. C.) escribe a Plotino (s. III d. C.). El filósofo cínico Diógenes de Sínope es seguramente el remitente de las cartas 19 (contra la riqueza, dirigida a Crises 9 ), 76 (sobre lo efímero de la gloria), 43 y 46. Sócrates es el autor de las epístolas 40 a Platón, 52 a Cleón 10 , 82 a Alcibíades, y es citado en algunas más. Platón es el remitente de la ep. 70 dirigida a Axíoco y de la 85, sobre lo efímero de la gloria mundana, cuyo destinatario es el tirano Dionisio de Siracusa. De igual contenido y dirigida también a Dionisio de Siracusa es la epístola 79, aunque en esta ocasión su remitente es Isócrates, por lo que las ediciones de este orador la suelen incluir, erróneamente, como auténtica. El político ateniense Pericles es el destinatario de la carta 22, cuyo remitente es el cínico Antístenes 11 , y el autor de la núm. 42, carta llena de reproches a Aspasia, la famosa cortesana que llegó a ser su mujer.

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Cartas rústicas. Epístolas. Cartas de Quión de Heraclea. Cartas de Temístocles.

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