Читать книгу La razón perversa - Emilio Garoz Bejarano - Страница 10
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ОглавлениеSe debe dejar claro desde el principio que la irracionalidad resultante de la racionalidad perversa no es el producto de una decisión individual. Por eso aquí no se tratan las acciones de los sujetos que se comportan irracionalmente porque así lo han elegido. Considero que es derecho y responsabilidad de cada uno comportarse como mejor le parezca (es una de las pocas cosas que sé). Lo que se analiza en este trabajo es el comportamiento de aquellos individuos cuya irracionalidad es inducida. Aquellos individuos que creen comportarse racionalmente cuando su conducta es a todas luces irracional o bien aquéllos que no son conscientes de la irracionalidad de su comportamiento. No se trata de considerar la racionalidad como la panacea universal, de que resulte obligatorio para todos, en todo momento, comportarse racionalmente. A veces los comportamientos irracionales son deseables e incluso necesarios. Se trata de denunciar una irracionalidad no elegida, que se considera como algo normal –y racional- y de sacar a la luz los intereses racionales ocultos que la alientan.
Es por ello que la racionalidad perversa no es irracionalidad aparente producto de una elección racional, porque no se sustenta en ninguna decisión individual. Un sujeto no decide racionalmente ser irracional. La racionalidad perversa lo que hace es exportar irracionalidad al conjunto de la sociedad, lo cual no implica que los individuos, tomados aisladamente, no sean racionales. Pueden serlo o no, en todo caso no es decisión suya. En este sentido la racionalidad perversa funcionaría como un mecanismo ideológico y su objetivo último sería alienar a los individuos. La racionalidad perversa no es irracionalidad, ni siquiera aparente. Es racionalidad, pero racionalidad oculta, de tal forma que aquéllos que caen bajo ella desconocen sus objetivos. Lo que la racionalidad perversa exporta son comportamientos aparentemente racionales, de ahí que los sujetos que la sufren no son conscientes de su irracionalidad. Es precisamente el que esos sujetos adopten esos comportamientos sin plantearse si son racionales, que no sean capaces de descubrir la irracionalidad en la que se mueven sus vidas, lo que la convierte en racionalidad y en perversa. De aquí se desprende que la racionalidad perversa no es una facultad subjetiva, no es algo que se pueda atribuir a este o a aquel individuo, ni al individuo como particular ni al individuo como población. La racionalidad perversa es propiedad exclusiva del poder –tampoco de los individuos que ocupan el poder, los cuales en muchas ocasiones también caen en la fantasía de considerar racionales sus comportamientos irracionales-. Precisamente por ello esta racionalidad está oculta, no se puede atribuir a nadie en particular, sino que funciona como un fondo oscuro de las conductas aparentemente racionales. Por eso, justamente, es perversa.