Читать книгу La princesa de papel - Erin Watt - Страница 12

Capítulo 7

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El tour de Savannah se termina tras la visita a la piscina interior de tamaño olímpico. Si hay algo de mí que le gusta es mi figura. El look «apenas he comido» es popular, me dice con una brusquedad que empiezo a creer que es propia de su personalidad y no un reflejo de lo que piensa de mí.

—Puede que creas que soy una zorra, pero digo la verdad. Astor Park es un colegio totalmente diferente. Supongo que has ido a un instituto público hasta ahora ¿no? —Señala mis baratos vaqueros pitillos.

—Sí, ¿qué pasa? El instituto es el instituto. Lo pillo. Hay grupos diferentes. Los populares, los ricos…

Savannah levanta una mano para interrumpirme.

—No. Esto no se parece a nada que has visto antes. ¿Te acuerdas del gimnasio que hemos visto hace poco? —Asiento con la cabeza—. Al principio iba a ser para el equipo de fútbol americano, pero la familia de Jordan Carrington se quejó y se rediseñó como un gimnasio de acceso libre a excepción de unas horas específicas. Entre las cinco y las ocho de la mañana y las dos y ocho de la tarde solo lo puede utilizar el equipo de fútbol americano. El resto del tiempo, está abierto para el resto de la gente. Genial, ¿eh?

No sé si bromea, porque lo de que tenga acceso limitado es ridículo.

—¿Por qué se quejaron los Carrington? —pregunto con curiosidad.

—Astor Park es una institución de educación secundaria privada. —Savannah continúa andando. No hay quien la pare—. Todas las familias del estado quieren que sus hijos estudien aquí, pero es exclusiva. Todos los que asisten, incluso los becados, están aquí porque tienen algo especial que ofrecer. Puede que se les de genial el fútbol americano o lleven al equipo de ciencias a la victoria, lo que significa publicidad. En el caso de Jordan, es la capitana del equipo de baile, lo que en mi opinión se parece mucho a hacer striptease

Mierda, espero que no sea eso lo que Callum ha sugerido esta mañana.

—… pero ganan, y a Astor Park le gusta ver su nombre en el periódico al lado del vencedor.

—¿Y qué hago yo aquí entonces? —murmuro en voz baja.

Pero Savannah tiene un oído muy fino, porque cuando abre la puerta responde:

—Eres un tipo de Royal. Aún está por verse cuál. Si eres débil, el instituto te absorberá, así que te aconsejo que te aproveches de todo lo que te ofrece el apellido Royal, aunque sea a la fuerza.

La puerta de un coche se cierra y una chica rubia platino muy delgada que lleva vaqueros ceñidos y zapatos de tacón altísimos se tambalea en nuestra dirección.

—Hola, mmm… —La desconocida se lleva una mano a la frente para que el sol no le dé en los ojos, lo cual es innecesario, ya que tiene unas gafas de sol enormes que le cubren la cara.

Mi guía murmura suavemente:

—Es la novia de Callum Royal. No tienes que ser maja. Es una extra.

Y con ese último sabio consejo, Savannah desaparece y me deja con esta esbelta mujer.

—Tú debes de ser Elaine. Yo soy Brooke, la amiga de Callum. He venido para llevarte de compras. —Da una palmada como si fuese lo más divertido del mundo.

—Ella —le corrijo.

—Oh, ¡lo siento! Se me dan tan mal los nombres. —Me mira con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Hoy nos lo vamos a pasar muy bien!

Titubeo.

—No tenemos que ir de compras. No me importa esperar aquí hasta que venga el autobús.

—Oh, querida —contesta mientras ríe de forma nerviosa—. No hay autobuses. Además, Callum me ha dicho que te lleve de compras, así que eso es lo que haremos.

Me coge el brazo con una sorprendente fuerza y me arrastra a la limusina. Durand está en el interior. Ya empiezo a quererlo.

—Hola, Durand. —Saludo con la mano antes de darme la vuelta y mirar a Brooke—. ¿Qué te parece si me siento delante con Durand y dejo que te relajes en la parte de atrás? —sugiero.

—No. Quiero conocerte. —Me empuja hacia el asiento y se mete detrás de mí—. Cuéntamelo todo.

Reprimo un suspiro; no tengo ganas de charlar con la novia de Callum. Después me reprendo, porque Brooke es amable conmigo. Normalmente no soy tan criticona, así que me obligo a bajar un poco la guardia. En todo caso, parece que Brooke es más de mi estilo que de los Royal, ya que los compañeros de los chicos la llaman extra.

Aunque parece joven. Muy joven. Tan joven que Callum podría ser su padre.

—No hay mucho que contar —respondo, con los hombros encogidos—. Soy Ella Harper. Callum dice que Steve O’Halloran es mi padre.

Brooke asiente.

—Sí, me lo ha contado esta mañana. ¿No es genial? Me ha dicho que te encontró a varias horas de aquí y que lo pasó muy mal al saber que tu madre había fallecido. —Me coge de la mano y su sonrisa se apaga ligeramente—. Mi madre murió cuando yo tenía trece años. Aneurisma cerebral. Me quedé con el corazón roto, así que sé cómo te sientes.

Cuando me aprieta la mano, siento un nudo en la garganta. Trago saliva un par de veces antes de contestar.

—Lo siento.

Cierra los ojos durante un momento, como si también tratase de controlar sus emociones.

—Bueno, ambas estamos en un sitio mejor, ¿a que sí? Callum también me salvó a mí.

—¿Tu también hacías striptease por dinero? —pregunto sin pensar.

Brooke abre los ojos como platos y suelta una risita antes de taparse la boca.

—¿Hacías eso?

—No me desnudaba completamente. —Me encojo ante su risa y deseo no haberlo mencionado.

Ella se calma y me vuelve a dar una palmadita en la mano.

—Siento haberme reído. No me he reído de ti, sino por Callum. Seguramente se sintió avergonzado. Intenta ser un buen padre con todas sus fuerzas, y estoy segura de que conocer a su pupila en un local nocturno tuvo que ser sorprendente.

Ruborizada y avergonzada, miro por la ventana. El día de hoy no podría haber ido peor. Empezando por los sentimientos extraños provocados por el odio agresivo de Reed, seguidos por la condescendiente visita guiada de Savannah y la confesión vergonzosa a la novia de Callum. Odio sentir que estoy en un lugar al que no pertenezco. El primer día en un colegio nuevo. El primer viaje en autobús. El primer…

Un golpecito en la frente interrumpe mis pensamientos.

—Eh, no te pierdas en tu mente, cielo.

Giro la cabeza y miro a Brooke.

—No lo hago —respondo.

—Y una mierda —dice en un tono dulce y cariñoso. Levanta la mano y la posa en mi mejilla—. No me desnudaba, pero eso es porque decidí hacer cosas peores para sobrevivir. No te juzgaré. En absoluto. Lo importante es que ya no estás ahí y que no volverás nunca. Si juegas bien tu mano, tendrás la vida arreglada de por vida. —Entonces, retira la mano y me da una palmadita en la cara—. Ahora sonríe, porque nos vamos de compras.

No voy a mentir, suena bien.

—¿Cuánto gastaremos?

Ya he estado en centros comerciales. La cantidad asciende rápido, incluso cuando hay ofertas, pero si tengo uniforme solo necesitaré un par de cosas. Otro par de pantalones. Quizá una camiseta o dos. La playa está cerca, así que lo lógico es comprar un bañador. Podría gastarme algunos cientos de dólares.

La cara de Brooke se ilumina. Saca una tarjeta y la agita delante de mi cara.

—Has hecho la pregunta equivocada. Todo corre a cargo de Callum, y créeme, no importa que diga que su negocio iba mal hace unos años, ese hombre podría comprar y vender el centro comercial entero y tener todavía bastante para hacer que la prostituta más lujosa tenga un orgasmo.

Ni siquiera sé cómo responder a eso.

Acudimos a un centro comercial al aire libre donde hay pequeñas tiendas con ropa diminuta y etiquetas enormes. Cuando no puedo decidirme a comprar nada (¿mil quinientos dólares por un par de zapatos? ¿Están hechos de oro de verdad?), Brooke toma las riendas y le da artículos y artículos de ropa a la dependienta.

Hay tantas cajas y bolsas que temo que Durand deba cambiar el coche por un camión de mudanzas. Estoy exhausta después de visitar la décima tienda y supongo que Brooke se siente igual cuando la oigo suspirar.

—Voy a sentarme aquí y comer un tentempié mientras tú terminas.

Se sienta en una silla de terciopelo y hace una señal a una dependientam que se acerca de inmediato.

—¿Qué le traigo, señorita Davidson?

—Un mimosa. —Agita la mano con la que sujeta la tarjeta que ha usado hasta ahora. Me sorprende que no se haya derretido—. Ve y compra. Callum se sentirá decepcionado si no vuelves a casa con el maletero lleno de bolsas. Me ha dicho específicamente que necesitas de todo.

—Pero… yo… —Me siento completamente incómoda. Déjame suelta por Walmart o incluso Gap y me irá bien. ¿Pero aquí? Ninguna de estas prendas parece que deba ser usada. Aun así, Brooke ha terminado de hablar conmigo. Ella y la dependienta conversan animadamente sobre qué marcará más tendencia en otoño: la franela gris o el tweed gris.

Cojo la tarjeta a regañadientes, que es más pesada que las que he tocado hasta ahora. Me pregunto si hay otra dentro y por eso Brooke ha comprado media tienda sin que se haya quemado. Me marcho y compro algunas cosas más; tiemblo al ver el precio y me siento aliviada de verdad cuando aparece Durand para llevarnos de vuelta al castillo de los Royal.

De camino a casa, Brooke parlotea y me ofrece consejos sobre cómo conjuntar algunas de mis adquisiciones para crear el modelito de diseñador perfecto. Algunas de sus sugerencias me hacen reír, y me sorprende darme cuenta de que hoy no lo he pasado tan mal con Brooke. Claro que se entusiasma demasiado y es un poco exagerada, pero quizá fui injusta cuando cuestioné el gusto de Callum por las mujeres. Al menos, Brooke entretiene.

—Gracias por el viaje, Durand —digo cuando nos detenemos frente a la puerta de la mansión. Él aparca el coche aquí mismo en lugar de dirigirse a un lateral como hizo ayer, cuando llegamos de Kirkwood.

Durand ayuda a Brooke a salir del coche y a subir las escaleras. Yo los sigo como si fuese la extra, tal y como denominó Savannah a Brooke.

—Ahora recojo las bolsas —me avisa, con la cabeza girada hacia atrás.

Todo eso me hace sentir incómoda e inútil. Debería buscar trabajo. Si tuviese mi propio dinero y algunos amigos de verdad, puede que volviera a sentirme normal.

Cuando soñaba sobre mi futuro, no incluía limusinas, mansiones, chicas bordes ni ropa de diseñador. El péndulo de mi vida se ha balanceado demasiado en la dirección contraria.

Callum espera en el recibidor mientras Durand trae mis bolsas, y Brooke y yo lo seguimos.

—Gracias por la ayuda —le dice Callum a su conductor.

—¡Querido! —Brooke cobra vida cuando escucha la voz de Callum y se lanza a sus brazos—. ¡Lo hemos pasado tan bien!

Callum asiente en señal de aprobación.

—Me alegro. —Me mira—. Gideon está en casa. Quiero que lo conozcas… sin distracciones. Después, ¿te apetece comer algo?

—¿Gideon? —A Brooke se le iluminan los ojos—. Hace demasiado tiempo que no veo a ese chico encantador. —Se pone de puntillas y da un beso a Callum en la mejilla—. Tus planes para comer suenan fabulosos. Tengo muchas ganas.

La voz ronca con la que lo dice casi hace que me sonroje. Callum tose, incómodo.

—Vamos, Ella. Quiero que conozcas a mi hijo mayor —dice, lleno de orgullo, y lo sigo con curiosidad a la parte trasera de la casa, donde una preciosa piscina de azulejos blancos y azules decora un césped perfectamente cuidado.

Dentro de la piscina, hay una flecha humana que se desliza por el agua a brazadas limpias y firmes. Brooke suspira a mi lado. O quizá es un gemido. Tiene sentido que haya emitido cualquiera de esos sonidos porque, incluso dentro del agua, se aprecian los músculos marcados del mayor de los Royal. Y si es como el resto de sus hermanos, fuera del agua su físico será igual de increíble.

Supongo que entiendo por qué se ha alegrado Brooke al escuchar su nombre, pero es un poco extraño, ya que ella es la novia de su padre. Decido que los adultos son complicados. Juzgar sus relaciones no es asunto mío.

Dos largos después, Gideon se detiene y se impulsa fuera de la piscina. Con su bañador Speedo es fácil ver que el tipo no tiene problemas de encogimiento.

—Papá. —Se pasa una toalla por la cara y se la coloca en el cuello. No parece preocuparse o darse cuenta de que está empapando el suelo.

—Gideon, esta es Ella Harper, la hija de Steve.

El mayor de los Royal me mira fijamente.

—Así que la has encontrado.

—Así es.

Hablan de mí como si fuese un cachorro perdido.

Callum posa la mano en mi hombro y me empuja hacia delante.

—Encantada de conocerte, Gideon. —Me limpio la mano en los vaqueros y después la extiendo.

—Igualmente. —Él la estrecha y, a pesar de la frialdad de su voz, me parece más amable que cualquiera de los que viven en esta casa, sin contar a su padre—. Tengo que hacer algunas llamadas. —Se vuelve hacia su padre—. Pero necesito ducharme primero. Os veré más tarde.

Pasa por delante de nosotros. Cuando me giro para verlo marchar, observo la cara de Brooke y me sorprende el deseo que veo reflejado en ella. Su mirada está llena de lujuria, como cuando mi madre veía algo extravagante que quería pero no podía tener.

Callum parece no darse cuenta. Fija su atención en mí, pero yo no puedo dejar de pensar en la cara de Brooke. El hijo de Callum la atrae. ¿Soy la única que lo ve?

Para, Ella. No es asunto tuyo.

—¿Qué te parece si comemos ahora? —sugiere Callum—. Hay una pequeña cafetería que está genial a cinco minutos de aquí. Tienen productos locales. Muy frescos y ligeros.

—Claro. —Estoy preparada para escapar.

—Yo también voy —añade Brooke.

—De hecho, Brooke, si no te importa me gustaría quedarme a solas con Ella. —Su tono denota que no le importa si le parece bien el plan porque va a ser lo que él diga.

La princesa de papel

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