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BIBLIOGRAFÍA

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Entre las traducciones castellanas de Esopo vale la pena recordar la primera, anónima (hecha sobre el texto latino de LORENZO VALLA , de 1439), impresa por Johan Hurus en Zaragoza en 1489. (Una excelente reproducción en facsímile de este texto con sus curiosas ilustraciones la publicó la Real Academia Española en Madrid, 1929, acompañada de un breve estudio de E. COTARELO Y MORI , a modo de prólogo, con una interesante bibliografía de las ediciones de fábulas en la península desde la versión latina impresa en Valencia en 1480 a sus días.) También quisiera recordar la más reciente traducción castellana anterior a la presente, y realizada como ésta a partir del original griego (sobre el texto de la edición de Perry) con preciso cuidado, por F. SANZ FRANCO , publicada en Reus, 1976.

Entre las ediciones de otros fabulistas merece verse como ejemplo de uso escolar la edición de LA FONTAINE , Fables , anotadas y comentadas por P. MICHEL y M. MARTIN (París-Bruselas-Montreal, 1973, Ed. Bordas); y las de los españoles TOMÁS DE IRIARTE , Poesías , con un prólogo y notas de A. NAVARRO GONZÁLEZ , Madrid, 1963. (Col. «Clásicos Castellanos»); de F. M.a DE SAMANIEGO , Fábulas , editado por E. Jareño, Madrid, 1969 («Clásicos Castalia»), y de J. E. HARTZENBUSCH , Fábulas , ed., introd. y notas de R. NAVAS RUIZ , Madrid, 1973 («Clásicos Castellanos»).

Como edición escolar, con texto griego anotado y un prólogo, podemos citar la selección de MARÍA SOCORRO ANDÚJAR , Esopo. Fábulas escogidas , Madrid, 1942.

CARLOS GARCÍA GUAL


FIG . 1

1 ARISTÓTELES se refiere a la fábula como lógos . Otros escritores griegos emplean indiferentemente este término o el de mýthos . La oposición entre ambos es irrelevante, aunque puede pensarse que lógos apunta más a la coherencia lógica del relato y mýthos a su carácter de ficción. No existe en griego un término específico para denominar la fábula. HESÍODO (Trabajos 200) introduce la «del halcón y el ruiseñor» con el de ainos , que tiene un valor bastante amplio, entre «relato» y «ejemplo» o «consejo». El de apólogos , usado por retóricos latinos, como QUINTILIANO , tiene en griego clásico un sentido más amplio de «historia», «narración». (Cf. PLATÓN , Rep . 614 a.)

2 Cito a este respecto unas líneas de NØJGAARD (o. c. , p. 30 ): «No fue a la patria de La Fontaine a la que cupo el honor de conducir la crítica a su punto más elevado. Los alemanes no se hicieron jamás a la idea de que un francés les había conquistado el lugar dominante en la literatura animal que ellos poseían desde el Reinhart Fuchs . Pero como no podían aniquilar el texto de La Fontaine, intentaron al menos mostrar, con la ayuda de especulaciones estéticas, que sus fábulas eran brotes geniales, cierto, pero degenerados de la buena, de la verdadera, de la antigua fábula. (Cf. GRIMM , XVII.)

Fue, pues, el alemán Lessing quien, continuando la crítica hasta entonces principalmente francesa, la llevó a un grado de perfección jamás igualado por la crítica posterior con sus cinco tratados de la fábula (1759).»

3 La crítica de J. J. ROUSSEAU (en su Émile , II) recae sobre las fábulas en cuanto instrumento educativo. (Como tal se utilizaban desde el Renacimiento a la época de la Ilustración.) Según él, en primer lugar, los niños no entienden bien las fábulas, y en segundo lugar —pero lo más importante—, la moral de las fábulas corrompe a la juventud, al mostrar que los más fuertes y astutos son los que vencen en la vida. Aunque Rousseau directamente ataca las de La Fontaine, las cinco fábulas que critica como dañinas en sus conclusiones son de ascendente clásico. («La cigarra y la hormiga» es «una lección de inhumanidad»; «El cuervo y el zorro», «una lección de la más baja adulación»; «La ternera, la cabra y la oveja en sociedad con el león», «una lección de injusticia»; «El león y el moscardón», «una lección de sátira»; «El lobo y el perro», «una lección de independencia y de licencia».)

4 El porcentaje de fábulas con personajes animales puede variar de una a otra colección. En las colecciones griegas supera a los dos tercios. (Por ejemplo, en las 357 fábulas editadas por CHAMBRY , 255 son de animales), y los animales son los personajes típicos de las más famosas. Junto a ellos aparecen figuras de dioses o de vegetales o de hombres. El uso de las figuras de animales (a modo casi de «operadores lógicos», según una calificación de C. LéVI -STRAUSS ) se debe a la definición de las especies en el orden natural. Aunque puede advertirse que junto a una cierta referencia a la naturaleza (por ejemplo, el león es el animal que encarna la fuerza, el lobo es feroz, manso el cordero, etc.) interviene una convención cultural muy notable (por ejemplo, el asno de Esopo se caracteriza como envidioso, ansioso de mejorar su posición, como el grajo y el mono; la serpiente es perversa, etc.). Pueden advertirse diferencias en las caracterizaciones de animales entre Esopo y otros autores griegos. (Por ejemplo, el asno en el Yambo de las mujeres , de SEMÓNIDES DE CEOS , se define por su carácter resignado y lúbrico, muy diferente del asno de las fábulas.) En otras culturas, el papel desempeñado en las fábulas de Esopo por cierto animal lo representa otro; por ejemplo, en el folktale del África occidental, la liebre o la araña ocupan un puesto semejante al del zorro griego o el chacal indio, o el coyote en el folktale americano, como paladín de la astucia (el personaje denominado «trickster» por los antropólogos) en ese mundo bestial. (Cf. el libro de M. COLARDELLE DIARRASSOUBA , Le liebre et l’araignée dans les contes de l’ouest africain , Paris, 1975.)

Acerca de las connotaciones culturales de los principales animales de las fábulas clásicas, puede verse el libro de M. PUGLIARELLO , Le origini della favolistica classica , Brescia, 1973. Cf. además, sobre el zorro, el artículo de M. DETIENNE y J. P. VERNANT , «La mètis du renard et du poulpe» (1969), recogido ahora en su obra Les ruses de l’intelligence , Paris, 1974, pp. 32-57, y C. GARCÍA GUAL , en Emerita , 1970, pp. 417-31. Sobre el papel del mono, cf. ID. , en Emerita , 1972, pp. 453-60.

5 Sobre este aspecto remito a los artículos de C. GARCÍA GUAL citados en la nota bibliográfica.

6 El Roman de Renart emplea al máximo la decoración y caracterización histórica de los personajes, de modo que el zorro, convertido en protagonista novelesco de una serie de aventuras, vive en un mundo cortesano y feudal, y en la pintura los temas de fábulas se unen con pinceladas de sátira y de parodia. En ese contexto medievalizado hay episodios de precisa alusión histórica, como cuando el zorro toma el hábito de cruzado (para luego frotárselo por el trasero y arrojarlo a la cara del rey, el león), inventados por los clérigos, que, a la vez, recrean los antiguos lances de las bestias esópicas. (Cf. la edición de Le Roman de Renard , de J. DUFOURNET , París, 1970, Col. Garnier-Flammarion; y para su relación con la literatura novelesca de la época, cf. C. GARCÍA GUAL , Primeras novelas europeas , Madrid, 1974, capítulo XIII.)

7 Véase la introducción a la Vida de Esopo en este mismo volumen. Sobre el desarrollo de la misma es también muy clara la introducción de CHAMBRY a su edición (1927), así como los estudios de PERRY y ADRADOS sobre el tema.

8 A los artículos ya citados puede añadirse el de Q. CATAUDELLA , «Aristofane e il cosidetto Romanzo di Esopo », en Dioniso IX 1 (1942).

9 Cf. S. LURIA , «L’asino nella pelle del leone», en Rivista di Fil . e d’Istruz. Classica 13 (1943), pp. 447-73.

10 M. NØJGAARD , «Le cerf, le cheval et l’homme», en Class Medioevalia 24 (1963), pp. 1-19.

Fábulas de Esopo. Vida de Esopo. Fábulas de Babrio.

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