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IV

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La brevedad característica de estos relatos fabulísticos está llevada al máximo en los ejemplos de la colección esópica, con su estilo austero y su ascética sencillez. Esta manera escueta de contar, que prescinde de los adjetivos y de todo lo accesorio, permite captar mejor la estructura lógica del relato, con su esquemática exposición. Frente a esa simplicidad esópica, todos los posteriores traductores y adaptadores colorean a su manera el relato. Y esto ya se percibe en las versiones versificadas de Fedro y de Babrio; pero muchísimo más en los fabulistas de la Edad Media o de los siglos diecisiete y dieciocho. Por otra parte, las fábulas indias están engarzadas en un relato de historietas entrecruzadas, como en arabescos, a la vez que poseen un fuerte colorido oriental.

No sabemos si esa forma escueta de las fábulas recogidas en las colecciones anónimas griegas es la original, o bien es el resultado de una transmisión larga y oral que habría reducido las narraciones a sus núcleos esquemáticos. En todo caso, la brevedad extrema es típica de la tradición esópica. Para su utilización didáctica o retórica sobraban otras galas literarias. Otros fabulistas, con pretensiones poéticas, han decorado el texto original, tomado a modo de cañamazo para su narración. El mejor ejemplo tal vez sea el de La Fontaine, que ya advierte en el prólogo (de 1668) a sus primeros libros: «On ne trouvera pas ici l’élégance ni l’extrême bréveté qui rendent Phèdre recommendable… j’ai cru qu’il fallait en récompense égayer l’ouvrage plus qu’il n’a fait».

Las fábulas griegas prescinden del costumbrismo histórico y de cualquier decoración. Las fábulas indias tienen, en cambio, un decorado cortesano. Los varios animales ocupan cargos y se visten a la usanza del tiempo. El león es el rey (como ya aparece en Fedro) y otros animales aparecen como visires y empleados regios. Algo semejante sucede en la versión épico-novelesca del Roman de Renart o el Reinhart Fuchs . Todo el ambiente cobra entonces un colorido épico, como en La Fontaine toma un cierto tono de comedia burguesa. Sin embargo, bajo los ropajes de moda se conserva como el esqueleto de las fábulas antiguas. Es muy interesante cotejar algunos episodios (por ejemplo, el encuentro del zorro y el cuervo) en varias de estas versiones para apreciar mejor la sencillez del texto griego y los aditamientos marginales de los fabulistas 6 .

Otro detalle interesante de la colección de fábulas es su presentación, bien como ejemplos sueltos (por ejemplo en las colecciones antiguas, La Fontaine, Iriarte, etc.), o bien engarzadas a través de la presencia de un narrador (como en el Panchatantra , y sus varias adaptaciones). Es curioso pensar que Esopo en la Vida de Esopo hace un papel similar al de Vichnusarman, Lokman o Bidpay en las colecciones orientales, un papel como el de su precedente asirio Ahikar. Es el consejero educador que, oportunamente, narra sus pintorescos ejemplos. (Como el Patronio de El Conde Lucanor , etcétera.) Pero en el mundo griego La Vida de Esopo ha subsistido como independiente y marginal a la colección de apólogos; y ésta es demasiado extensa como para poder encajar en su totalidad en el marco de aquélla 7 .

Fábulas de Esopo. Vida de Esopo. Fábulas de Babrio.

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