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NOTA SOBRE EL TEXTO DE LAS FÁBULAS ESÓPICAS

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A la figura de Esopo se le han atribuido desde antiguo no sólo fábulas sino también un conglomerado de geloîa («chistes»), anécdotas y proverbios. La formalización de la vida de Esopo remonta quizá al siglo I a. C. (Cf. «Introducción a la Vida ») y, a juzgar por los diversos elementos que en torno a este personaje se han aglutinado, todo indica que Esopo se trata de una de estas personalidades literarias a la que se le podía atribuir todo. Es difícil pensar que en época clásica en Atenas existieran ya colecciones de fábulas prosificadas, aunque, desde luego, hubo un momento en que en Atenas se extendió la afición de las colecciones. Así, surgieron las importantes colecciones de tema simposíaco, como la teognídea, las de inscripciones, etc. Este movimiento empieza a consolidarse con las didascalias de Aristóteles, reflejo de un ambiente científico que recurre a la acumulación de datos, necesarios para la posterior elaboración de teorías. Es fácil pensar que a partir de aquí se iniciara la recopilación de fábulas y de ahí pasarían a usarse en las escuelas, constituyendo su enseñanza una introducción a la retórica.

La fábula es un género que nació en niveles populares como una contrapartida del mito, y poco a poco, avanzó por caminos nuevos a la par que seguía cumpliendo sus primitivas funciones como exponente de sabiduría popular. En este sentido es como aparecen usos de temas fabulísticos en autores tardíos como Calimaco (siglo III a. C.) 1 . El filósofo peripatético Demetrio de Falero, casi contemporáneo de Calimaco, llevó a cabo la recopilación, en colecciones, de cartas, fábulas y proverbios 2 . Antes de él seguramente la fábula se transmitió por vía oral y literaria, es decir, a través de citas por parte de los diversos autores. El mayor problema consiste en que no sabemos exactamente qué es lo que Demetrio de Falero llevó a cabo con las fábulas o con las colecciones de fábulas anteriores a él que posiblemente llegaran a sus manos. Pudo tomar las fábulas tal y como estaban, respetando su metro y dialecto, pudo hacer una prosificación o bien una solución mixta: versificar en metros diferentes y actualizar el léxico.

Sobre el problema de la reconstrucción de las fábulas existen dos trabajos muy importantes 3 , Nøjgaard, cuyo libro es de bastante interés, pero que contiene algunos errores de planteamiento, piensa que la colección Augustana es obra de una sola vez y de un solo autor determinado; piensa asimismo en la existencia de una colección escrita en época ática, lo cual por el momento no es demostrable. Hausrath, editor del Corpus de las fábulas esópicas, sostiene que la recensión más antigua es una recopilación de viejas fábulas extraídas de historias populares de Esopo y de manuales al uso en las escuelas de retórica.

Son tres las colecciones de fábulas base para las ediciones modernas de Esopo (I, II y III). La primera es la más antigua y nos acabamos de referir a ella, es la colección Augustana , Adrados 4 la sitúa hacia el siglo v después de Cristo, aunque, por supuesto, esta fecha no impide que el fondo de la colección pueda ser bastante más antiguo. La segunda colección es la denominada Vindobonense , del siglo VI , y la tercera es la Accursiana que data del IX , si bien Perry 5 se esfuerza por fecharla hacia el XIV , incluso cree que sea de Planudes. Lo más seguro es que sea del IX , porque sus redactores manejaban aún colecciones en verso, todavía accesibles. Si en el siglo XIX hubieran existido es casi seguro que habrían llegado hasta nosotros. Aparte de estas tres colecciones de fábulas anónimas, vamos a referirnos brevemente al material fabulístico conservado en colecciones más antiguas y recientes a las ya mencionadas. De un lado, lo más antiguo es el papiro Rylands 493 6 , del siglo I d. C. Las tablillas de cera procedentes de Palmira (siglo II d. C.), conocidas como tablillas de Assendelft , adquiridas en 1881 a un marinero holandés, contienen un repertorio de fábulas usadas en ejercicios escolares, además de versos de Hesíodo, etc. En parte, las fábulas aquí conservadas son de Babrio. También con material babriano tenemos el Athous, un manuscrito del Atos que fue a parar a París, con dos libros de fábulas ordenadas alfabéticamente, hasta la letra ómicron donde se interrumpe. Las fábulas están en coliambos, por lo que la postura tradicional ha sido la de atribuir a Babrio todas las fábulas en coliambos. Existe otro manuscrito de Oxford en la biblioteca Bodleiana, conocido como Paráfrasis Bodleiana , en prosa, dejando traslucir coliambos, se piensa que es una prosificación de Babrio, pero no tienen que serlo forzosamente todas las allí contenidas. Las fábulas de Aftonio son una colección del siglo v. Se trata de fábulas cortas recogidas con fines escolares. El Códice de Nápoles, de esa misma fecha aproximadamente, contiene un repertorio de fábulas retóricas. Existe también un grupo de fábulas bizantinas escritas en stikhos politikós (un tipo de verso basado en el acento de intensidad) que hay que enlazar con las anteriores. Por último, deben citarse las fábulas bizantinas, pero de tradición antigua, como las de Pseudo-Dositeo, Sintipas, Juan Diácono, etcétera.

Por lo que se refiere a las ediciones, el texto de las fábulas atribuidas a Esopo ha sido desgraciado. El criterio común de restablecer un texto más o menos cercano al original no es viable para las fábulas. Pues en la literatura popular las variantes textuales que puedan dar los diferentes manuscritos no implican que sean errores, sino que el copista (algo análogo a lo que sucede con los romances) estaba autorizado a variar. Las viejas ediciones de Crusius, Korais y Halm 7 seguían algunas de las colecciones antiguas pero separadamente, aunque alguna, como la de Korais, intentó recoger las distintas versiones a su alcance, otras como la de Halm, con ser posterior, supone un retroceso, pues se edita un conglomerado sin distinguir claramente qué es cada cosa. Ediciones más modernas y excelentes por la clara presentación del material son las de Chambry, Hausrath y Perry 8 .

Expondremos brevemente las principales características de cada una de ellas. La edición de Chambry (1925) sigue siendo hoy básica, presenta un material abundantísimo a pie de página, los textos de las recensiones I, II y III van impresos separadamente, si bien las variantes de Ia se ofrecen sólo en el aparato crítico de I. Del mismo Chambry, también en la colección Budé se publicó en 1927 una edición abreviada 9 , con texto griego y traducción, donde no se presenta ya el aparato crítico y se limita a ofrecer únicamente una sola redacción de cada fábula, la que se ha considerado mejor. Hausrath en su Corpus Fabularum Aesopicarum presenta por separado las fábulas de la Augustana, Vindobonense y Accursiana . Junto a la recensión I están la Ia y Ib que Hausrath considera desviaciones o modificaciones de I. En cuanto a las relaciones entre las tres colecciones, Hausrath, tanto en el prólogo de su edición como en el artículo s. v. Fabel de la RE de PAULY -WISSOWA , piensa que ya en fecha antigua se crearon dos colecciones: una retórica, dirigida a la enseñanza en la escuela y otra popular. La Augustana sería la colección retórica y la Vindobonense la popular. Esta interpretación es aventurada y en el fondo no es más que un prejuicio sobre la dicotomía de lo culto y popular. Por el contrario, lo más seguro es que ambos tipos de fábulas procedan de una misma fuente.

La edición de Perry 10 , cuyo texto es el que se ha adoptado para la presente traducción de las fábulas atribuidas a Esopo, reúne un material valiosísimo. Comprende la edición príncipe del manuscrito G de la Vita Aesopi 11 , así como las versiones de la Vita en el manuscrito Lollianus (con texto en latín) y la recensión de Westermann. En lo tocante al corpus fabulístico, para las anónimas Perry da una versión única para cada tema; el criterio seguido es seleccionar la más antigua. De las fábulas 1 a 231 inclusive el texto procede de la Augustana , de la 232 a 244 se sigue a la recensión Ia y de la 245 a la 273 se sitúan las fábulas de diversa procedencia, por ejemplo, de los manuscritos Athous, Triuultianus, etc. Además, Perry ha reunido en sus Aesopica los repertorios de anécdotas, testimonios literarios sobre Esopo y la fábula, las fábulas de origen babriano y la tradición latina.

Estas características de la edición de Perry, aunque metodológicamente puedan ser en algún punto discutibles, son las que han determinado el que se decidiera su uso para realizar la traducción de la «Vida de Esopo» y sus fábulas que ahora se ofrece. La numeración seguida coincide, pues, con la que da Perry, pero para mayor facilidad en la localización de cada fábula se acompañan las numeraciones de Hausrath y Chambry. De este último, exclusivamente por razones de facilidad para el lector, se da la numeración correspondiente a la editio minor , pues es la más accesible, a la vez que por ir el texto griego acompañado de traducción el lector podrá disponer de mayores posibilidades de valoración del texto. Por otra parte, se acompaña una tabla de correspondencia entre estas tres ediciones, las mejores en la actualidad. Tan sólo las fábulas ausentes de la edición abreviada de Chambry son sustituidas por las de la editio maior , acompañándose de un asterisco (*).

PEDRO BÁDENAS DE LA PEÑA

1 Cf. CALÍMACO , Fr . 192 (edición de PFEIFFER , Oxford, 1949), en Yambos II, sobre el cisne y la zorra que se dirige a Zeus. El IV (Fr . 194) presenta el tema del laurel y el olivo, el primero más famoso pero el segundo más útil y benéfico.

2 ADRADOS estudió las fábulas contenidas en el papiro Rylands, del siglo I d. C., poniéndolas en relación con las colecciones procedentes de Demetrio y de la tradición indirecta. Cf. F. R. ADRADOS , «El papiro Rylands 493 y la tradición fabulística antigua», Emerita XX (1952), 337-338. Sobre la existencia de modelos semiprosificados y el origen métrico de las fábulas, ADRADOS intenta probar que las colecciones de fábulas esópicas de fines de la antigüedad y época bizantina son el resultado de una prosificación de modelos más antiguos, escritos generalmente en coliambos y trímetros yámbicos; todo ello se habría producido a través de prosificaciones anteriores. Para más detalles, ver F. R. ADRADOS , «La tradición fabulística griega y sus modelos métricos», Emerita XXXVII (1969), 235-315, y XXXVIII (1970), 1-52. Para la labor de Demetrio sobre la recopilación de fábulas, cf. B. E. PERRY , «Demetrius of Phalerum and the Aesopic Fables», Trans. and Proc. of the Amer. Philol. Ass . 93 (1962), 287-346.

3 M. NøJGAARD , La Fable Antique. Tome I La fable grecque avant Phèdre. Tome II Les grands fabulistes , Copenhague, Arnold Busck, 1964-1967. A. HAUSRATH , «Das Problem der Aesopischen Fabel», Neue Jahrbücher für das Klassische Altertum 1 (1898), 305-322, y su artículo «Fabel» en la enciclopedia PAULY -WISSOWA , RE , II, col. 1704.

4 Para la cronología de la Augustana , cf. ADRADOS , «El papiro Rylands 493…».

5 Studies , pp. 71 y ss. y 204 y ss.

6 Cf. ADRADOS , «El papiro Rylands 493…», donde se hace una comparación con las colecciones conocidas, incluida la de Fedro, colección latina pero que procede también del mismo fondo. Sobre este material más antiguo, ver también el papiro Grenfell-Hunt II 84.

7 O. CRUSIUS , Babrii Fabulae Aesopeae , Leipzig, 1897. A. KORAIS , Mython Aisopeíon Synagoge , París, 1810; la edición de C. HALM en la colección Teubneriana de Leipzig es de 1852 y ha conocido reediciones posteriores hasta ser sustituida por la de HAUSRATH .

8 E. CHAMBRY , Aesopi Fabulae , París, Les Belles Lettres, 1925; la edición abreviada, sólo con texto y traducción pero sin aparato crítico, es de 1927. A. HAUSRATH , Corpus Fabularum Aesopicarum , I.1, I.2, Leipzig, Teubner, 1940-1956; B. E. PERRY , Aesopica , I, Urbana, 1952.

9 Existen reediciones de 1960 y 1967.

10 Cf. nota 8.

11 Cf. «Introducción a la Vida de Esopo ».

Fábulas de Esopo. Vida de Esopo. Fábulas de Babrio.

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